El comité insular del PSOE de Tenerife ha recordado en su última reunión a Aurelio Abreu, Pedro Martín y Ana Lupe Mora que deben abandonar uno de los dos cargos electivos que, hasta el momento, ostentan primorosamente. El factotum de los socialistas laguneros, Javier Abreu, quiso ir un poco más lejos – según su costumbre insuperable y carnívora afición – y reclamó también que Francisco Hernández Spínola optase entre el escaño regional o la Consejería de Presidencia y Justicia. No coló porque la segunda y más brillante poltrona no deriva de la votación de los ciudadanos. Para muchos fue una lástima. Hernández Spínola se ha convertido en uno de los dirigentes socialistas más detestados o despreciados por los militantes y cuadros del partido en Tenerife. Y tampoco puede recoger demasiadas flores en la UGT: el pasado fin de semana la mayoría de los oradores del Congreso Insular de la Unión General de Trabajadores se dedicaron a destriparlo según varias feroces técnicas charcuteras. El comité del PSOE tinerfeño invocó (en buena hora) el acuerdo del Congreso Insular del pasado octubre: nada de dobletes.
Estas decisiones, con toda la salud democrática que insuflan en una organización política, suelen conllevar problemas internos. El principal, en este caso, lo representa Aurelio Abreu, senador, consejero del Cabildo de Tenerife y, gracias al acuerdo entre CC y PSOE, vicepresidente primero del mismo. Y lo es por varios motivos. El señor Abreu está imputado por un delito de prevaricación y malversación de caudales públicos y, muy probablemente, optará por continuar en la Cámara Alta y mantener así su condición de aforado. Se recordará, asimismo, que Ricardo Melchior ha anunciado su retirada de la corporación insular en los próximos meses, quizás a finales de septiembre o principios de octubre. En efecto: el pacto de gobierno en el Cabildo Insular está firmado entre Coalición Canaria y el PSC-PSOE, pero tiene un alto componente personal. Es un acuerdo conectado con el pacto autonómico que sostiene al Gobierno presidido por Paulino Rivero y vicepresidido por José Miguel Pérez, pero alimentado, asimismo, por la incompatibilidad manifiesta entre Ricardo Melchior y Antonio Alarcó. La desaparición de Melchior y Abreu podría estimular nuevos acuerdos y desacuerdos y contribuir a la inestabilidad del Ejecutivo regional. Y más a largo plazo, la aplicación de la resolución congresual de los socialistas tinerfeños amerita la urgencia de barrer los restos de un pasado lamentable y pancista, reconstruir la organización y buscar nuevos métodos e instrumentos para seleccionar sus candidatos, su personal político, sus propios dirigentes.