Charlaba con un amigo periodista. Surgió en la conversación una simpática publicación que ha aparecido en las últimas semanas, dedicada a desentrañar los criminales manejos que integran el Plan General de Ordenación de Santa Cruz, y en la que mi amigo y yo somos apostrofados entre gemidos de las víctimas de la Historia y de sus historietas. A mi amigo le han puesto un uniforme de falangista o algo así y en mi caso han reproducido una suerte de comunicado, astrosamente escrito y plagado de mentiras y boberías indistinguibles. Como mi amigo y yo somos personas decentes (él, por supuesto, mucho más que yo), profesionales que jamás han escrito una palabra en los periódicos al dictado, lo que no resulta nada extraordinario, sino una de las obligaciones elementales de un periodista, nos mostrábamos ligeramente estupefactos sobre estos primores publicísticos, y su ausencia en los mismos de las mefíticas calandracas que, de manera pública y notoria, a veces desde hace décadas, se dedican a prostituir el oficio en nuestra ínsula barataria. Ni una palabra al respecto de la rica variedad de pajarracos y pajaritos que polucionan el ecosistema de los medios de comunicación del Archipiélago, y en cambio, leña inquisitorial, chismosa y caricatural a periodistas que, con mejor o peor desempeño profesional, mantienen con uñas y dientes su honestidad. La respuesta, sin embargo, es muy obvia, y reside, precisamente, en nuestra modestísima pero porfiada decencia. Las mencionadas calandracas (periodísticas, radiofónicas, televisivas) ya están lo suficientemente desacreditadas para que nadie les haga caso; en cambio, estos tipos, así los lean cuatro o cuatro mil gatos, no. Y no nos gusta lo que a veces, o a menudo, o siempre, escriben estos tipos. Así que a por ellos. Y a por ellos no a través de un análisis argumental, por supuesto, sino a través del insulto barboteante, la ocurrencia soez, el escupitajo mentiroso y pueril.
Algo similar ocurre con un letrado de verbo flamígero y oscuro aliño indumentario, Felipe Campos, que se permite diariamente un ejercicio de agresiones verbales y descalificaciones fulminantes, en el que llega sin mayores apuros a la criminalización de equipos y partidos políticos al completo, pero que no tolera que se informe sobre su sagrada persona y sus circunstancias. El letrado Campos ha decidido, con toda la legitimidad que le otorga su condición de ciudadano, intervenir en el espacio político, pero cree que puede imponer a los medios de comunicación su exclusión del espacio público. Según su doctrina unipersonal, los periódicos no pueden siquiera informar sobre una denuncia judicial en la que se le cita personalmente, y mucho menos, publicarlo en una página impar, no se diga ya en primera. Un tercer ejemplo al que accedo indirectamente. Suelo visitar un blog llamado La casa de mi tía. Más que un blog es, en realidad, una útil página de enlaces, que suelo recorrer con interés, pero con frecuentes desacuerdos. A veces he discutido con su webmaster, Chema Tante, que me ha demostrado su invariable cortesía, su capacidad dialógica y su talante democrático. Gracias al señor Tante, en fin, un ardoroso defensor de Socialistas por Tenerife y su estrategia, me he enterado de que Santiago Pérez aludió a un servidor en su discurso a las tropas vicianistas, como, por otra parte, lo ha hecho en varios artículos de prensa, incluido el último, titulado, con un dramatismo un tanto hilarante, Guerra preventiva. De manera que denuncias a tu partido en el juzgado, te montas una plataforma electoral para disputarte los votos, pones a parir cotidianamente a sus órganos de dirección nacionales y regionales, jaleas públicamente a los desafectos y expulsados del mismo y es a tí al que le están haciendo la guerra. Qué cosas.
Porque, en realidad, quería hablar en este articulo de ese precipitado frangollo que se está armando entre SxT, Izquierda Unida y los Verdes, que incluye, como es público y notorio, una alianza electoral con Nueva Canarias, el partido liderado por Román Rodríguez, y el PIL. Y aquí, curiosamente, ocurre lo mismo. Si te atreves a criticar este apaño oportunista y disparatado, donde cualquier racionalidad de izquierdas es inapreciable, eres tachado de inmediato como un maligno portavoz del Régimen. Quien no ha formado jamás parte del Régimen es un señor que ha sido consejero del Cabildo de Tenerife, diputado regional, senador, concejal y director general del Gobierno de Canarias, secretario general del PSOE de Tenerife y miembro de la dirección regional del PSC-PSOE en distintas etapas en los últimos veinte y cinco años. Por supuesto, cabe señalar que el Régimen es otra cosa. El Régimen, en realidad, tal y como se está utilizando en la jerga que ahora mimetizan vicianas y corrales – y que comenzó a utilizar ese excelso boquilargo, Juan Fernando López Aguilar — no es un concepto político, sino un término derogatorio. En fin. Sobre la feliz confluencia que, a buen seguro, tendrá a Santiago Pérez como candidato al Parlamento de Canarias, cabe hacer algunas reflexiones, evidentemente enregimentadas, que extraigo en parte de mis estimulantes y civilizadas discusiones con el señor Tante:
1. Santiago Pérez ha seguido un manual elemental en su progresivo streptis político. Se presentó a las primarias contra José Miguel Pérez, secretario general del PSOE, sabiendo perfectamente que perdería de largo, pero buscando así una plataforma para continuar ejerciendo como la reserva sagrada del verdadero socialismo frente a los usurpadores que quieren pactar a toda costa con CC y Paulino Rivero. Colaboró discretamente con las acciones judiciales de Viciana y los suyos contra un partido en el que seguía militando. Después deja su escaño a cinco meses de las elecciones. Declaraciones aquí y allá siempre en el mismo sentido: José Miguel Pérez es Paulino Rivero con alzas y una peluca blanca, qué vergüenza. A continuación acude a la presentación en sociedad de SxT y enaltece y jalea a sus promotores. Sin embargo, no hay manera de que la dirección general pique y le abra un expediente disciplinario. Al final anuncia que deja el PSOE. En quince o veinte días admitirá, tras una atormentada meditación, que será cartel electoral de los altersocialistas a la Cámara regional. De nuevo, sabe que sus posibilidades fácticas son muy pocas pero, en todo caso, no serán otros quienes clausuren su carrera política. Todos sus pasos han estado perfectamente medidos, de la misma manera en que Viciana – que, al igual que Corrales, votó a favor de José Miguel Pérez como secretario general y candidato presidencial del PSC-PSOE—comenzó a montar su partido express antes de que la autoridad judicial le negara las medidas cautelares que había solicitado.
2. Y Santiago Pérez sabe que sus posibilidades son muy pocas porque SxT acaba de nacer y no cuenta con estructura ni logística ni otro programa que asegurar campanudamente que no pactarán con nadie. A esta coalición Izquierda Unida solo aporta una insignificancia estratégica y electoral que se ha ganado a pulso en los últimos doce años: sus votos en esta circunscripción apenas sobrepasaron las 3.000 papeletas en 2007. Solo los Verdes representa cierta fuerza cuantitativa, pero está por ver su eficacia: el votante verde suele ser alérgico a acuerdos o componendas con fuerzas que no identifiquen claramente con el ideario ecologista. Muchos votantes de IU huyeron hacia el voto por Los Verdes en 2003 y 2007, precisamente, y otros al PSOE. En general es un error infantil sostener que las alianzas electorales se transforman automáticamente en la suma cuantitativa de sus componentes. En la coalición externa – la que integrarían las fuerzas tinerfeñas citadas y el acuerdo entre NC y PIL – el único partido con verdadera fuerza electoral – la derivada de su relevante implantación municipal y su presencia en el Cabildo durante los cuatro últimos años — es Nueva Canarias, que será por tanto la beneficiaria de esta confluencia, pero que muy difícilmente obtendrá más de dos diputados en Gran Canaria.
3. Uno de los aspectos más escandalosos del acuerdo entre NC y PIL – y entre estos socios y sus parteners tinerfeños — es la ausencia de cualquier contenido programático. En la sana tradición de izquierdas (recordarán el “programa, programa, programa” de Julio Anguita) las alianzas electorales deben sustentarse en un conjunto nítido de compromisos programáticos. Con la más despampanante pachorra Román Rodríguez y/o Santiago Pérez consideran este asunto absolutamente menor. Me gustaría saber cómo evaluarían este comportamiento en el contexto de la derecha o el centroderecha estatal o nacionalista. En la alianza interna (en la circunscripción tinerfeña) tampoco se ha presentado y explicado ningún compromiso programático, pero, en cambio, los nuevos socios se han apresurado a repartirse las candidaturas: Ramón Trujillo encabezando la plancha al Cabildo Insular de Tenerife y José Manuel Corrales la lista al Ayuntamiento de Santa Cruz.
4. Las izquierdas, y máxime bajo una normativa electoral tan democráticamente aberrante como la canaria, no encontrará oportunidades para desarrollar un proyecto político viable sobre alianza electorales frangolladas tres meses antes de las elecciones. Ese es un camino ya recorrido, aquí y en otras muchas partes, y solo depara frustraciones y desánimos, abandonos y divisiones, escepticismo entre los ciudadanos e indiferencia cada vez más generalizada. Me temo que hay que empezar por abajo. La metáfora del viejo topo de Marx conserva todo su valor. Empezar por los barrios, por los pueblos y por los municipios. Ganar verosimilitud y credibilidad y establecer acuerdos que funcionen cotidianamente y no cada cuatro años. Y contar (necesariamente) con el PSOE en las reflexiones, discursos y acciones que se emprendan. Es un camino largo y pedregoso, pero no hay otro, y si las izquierdas no lo quieren o pueden recorrer, como lo está intentando Sí se puede, lo cegará la maleza y desaparecerá en el bosque oscuro y ruin del fin de la política.
2 Respondiendo a De frangollo en frangollo hasta la derrota final