Más tarde o más temprano el destino del gobierno municipal de La Laguna era terminar en el teatro. ¿Y qué teatro más cercano que el Teatro Leal para presentar esta obra entre ópera bufa y esperpento valleinclanesco? Se levanta el telón y aparece Luis Yeray Gutiérrez, que interpreta a Hamlet al dudar siempre entre mocasines y botines, “porque suenan, oh espíritus, muy parecido”. Se aproxima lentamente al centro del escenario, donde es evidente que se agrupan varias tumbas. A la izquierda un grupo de sepultureros lo observan con desconfianza y hablan en voz baja:
Rubens Ascanio, sepulturero segundo (señalando a un bulto): ¿Y este es el que ha de ser sepultado en tierra sagrada, la que deliberadamente ha conspirado contra su propia salvación?
Santiago Pérez, sepulturero primero (con voz áspera de profesor asociado admirado en las principales universidades alemanas): Dígote que sí, de modo que practica pronto el hoyo. La Fiscalía háyase investigando la gestión de las actividades en este mismo teatro municipal, así que presto, agarra una pala.
Rubens Ascanio, sepulturero segundo: ¿Qué es una pala?
Santiago Pérez, sepulturero primero: ¿Cómo? ¿Pretendéis representar a la izquierda popular y transformadora e ignoráis lo que es una pala?
Rubens Ascanio, sepulturero primero (encogiéndose de hombros): Uno no puede estar en todo.
Santiago Pérez, sepulturero primero: Pues ha de ser alguno de esos herrumbrosos artilugios que están tirados por el suelo. Probad con aquel, por ejemplo.
Sepulturero segundo: Callad, callad, que se acerca ese hombre extraño…Me recuerda a alguien, pero con esta posma no acierto a distinguirlo…Pero sí…Esas caderas salerosas…Ese ritmo de la Billo Caracas Boys al andar…Es el joven aunque suficientemente preparado Luis Hamlet Yeray… ¿No se había ido de La Palma a preparar los carnavales con la Negra Tomasa? ¿Qué hacemos?
Sepulturero primero: ¿Qué vamos a hacer, pibe? Engañarlo otra vez.
Luis Hamlet Yeray: Buenas noches hombres de Dios. Aunque llueva y haga frío… Esta villa no es una ganga precisamente…
Sepulturero primero: Mi señor… ¿En qué podemos hacerle merced?
Manolo Gómez, sepulturero tercero: A mí me basta con la dedicación exclusiva, que conste.
Sepulturero primero: Calla y vuelve a tu sitio: la nada.
Luis Hamlet Yeray (con la voz alterada y señalando algo entre la tierra): ¿No es esto…no es esto una calavera?
Sepulturero segundo: Sí, mi señor…Es la calavera del mismísimo Alejandro Marrero.
Luis Hamlet Yeray: ¡Alejandro! ¡Yo lo conocí! Era un hombre sumamente gracioso y simpático y dotado de prodigiosa imaginación. ¡Ah, que se hicieron tus risas, tu inimitable manera de estampar coches oficiales contra un muro, tus prodigiosos bailes por el arcén de la autopista bajo la blanquísima luz de la luna! Y ahora solo me ofreces una mueca espantosa. Bueno, otra mueca espantosa. Ser alcalde o cobrar: he ahí el dilema. ¿Y a quién vais a enterrar?
Sepulturero primero: Al que atendía en la taquilla del teatro. Quizás la Fiscalía deje así de preguntar dónde está el dinero.
Luis Hamlet Yeray: La Fiscalía es de Coalición Canaria. Y el Tribunal de Cuentas. Y Marchena. Y el Tocuyo. Qué barbaridad. ¿Cuándo podrá La Laguna ser feliz?