La pregunta es previa al debate – que en el momento de escribir este articulejo empezará en un par de horas – pero se prolongará más allá de su finalización. Estos dos señores, ¿ofrecen algo sustancialmente distinto? Para los potenciales votantes del PSOE la pregunta es más precisa y a la vez más desasosegada: ¿qué credibilidad merece una supuesta estrategia socialdemócrata para una salida de la crisis, después de lo que ha hecho el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero desde mayo de 2010, entre cuyos ministros figuraba Alfredo Pérez Rubalcaba? Me temo que la respuesta es necesariamente negativa y no me agrada adivinarlo. Cuando Pérez Rubalcaba insiste en que junto a los recortes se debe impulsar la inversión pública y una reforma fiscal más equilibrada practica, básicamente, un inverosímil verbalismo. Para empezar no hay salidas nacionales a la crisis sistémica y estructural que asfixia a las economías y alimenta el desempleo y la exclusión social. El mismo Pérez Rubalcaba afirmaba con involuntario humorismo, el pasado viernes, que “el PSOE dice lo mismo que el G-20”. Acabáramos: la conferencia de Cannes se resumió el una cacofonía vacía de cualquier contenido propositivo mínimamente consensuado. Se insiste en que las políticas antisociales del Gobierno de Rodríguez Zapatero durante el último año y medio tenían carácter de emergencia, pero es que nos encontramos instalados en una situación de emergencia perpetua y vertiginosa, y ni el Gobierno socialista, ni el PSOE, ni sus silenciosos think tank han ofrecido un diagnóstico y una alternativa desde el reformismo socialdemócrata a la debacle que nos espera, ni mucho menos, como apunta Sami Nair, los gobiernos de centroizquierda europeos han mostrado un frente común en las trashumantes negociaciones de Bruselas bajo una teología de la disciplina fiscal y el ajuste presupuestario que la pastora Merkel y compañía están empecinados en asumir e imponer como un orden tan natural como el de las constelaciones celestes.
¿Qué nos ofrecen, sinceramente? Si la derecha que representa al PP se lanzará en pocos meses a una operación de cirugía brutal para amputar las políticas sociales y asistenciales, el PSOE opta por la más piadosa inyección letal mientras le canta una nana al moribundo Estado de Bienestar. Este armagedón no lo ha provocado la gente del común, como se repite con una obscenidad inigualable, sino el modus operandi de un capitalismo financiero globalizado que encontró en nuevas fórmulas y productos crediticios – destinados a particulares y Estados – un río de oro con un riesgo supuestamente insignificante. Se ha dictado que es preferible salvar el sistema que a esas chinches, los ciudadanos, y en eso se han mostrado de acuerdo conservadores, socialdemócratas y liberales.