Alfonso González Jerez

Los santos inocentes

Hay gentes que son muy selectivas sobre sus sospechas. Defienden noblemente una ética de la sospecha como principio de lucidez cívica siempre que se ajuste a sus convicciones ideológicas o, más frecuentemente, a los perjúmenes de los que abonan campañas publicitarias a través de amistades que van más allá o más acá de la muerte. Y así se ven deontológicamente obligados – lo suyo es un servicio público exquisitamente independiente, lo de lo demás, despreciable lameculismo mercenario — a lo siguiente:

1) La autoridad judicial termina todas las diligencias previas un año y medio antes de proceder a imputar a varias personas, entre ellas, un alcalde, Fernando Clavijo, que había sido elegido pocas semanas antes candidato a la Presidencia del Gobierno. El juez instructor eligió ese momento, y no otro, para proceder a las imputaciones y al levantamiento del secreto sumarial. No existe un trámite procesal intermedio entre las diligencias previas y la imputación. Esta circunstancia, tan clamorosamente llamativa, no merece absolutamente ninguna atención por los entusiastas de la sospecha. El juez sostiene en su auto, con cierta prolijidad, que no pudo hacerlo antes porque le faltaba un escáner. La mayoría de las fotocopiadoras disponen de la función de escáner, pero vaya usted a saber. Igual se atascó. Igual la fotocopiadora tiene sus propias sospechas, sus propias convicciones, sus pequeñas manías. No hay que tomárselo en cuenta. La vida de una fotocopiadora en un juzgado es muy dura.

2) Fernando Clavijo solicita ser interrogado cuanto antes por el juez. Esto, por supuesto, motiva cierto escándalo entre los santos inocentes. Es indiferente que se haya escrito hasta la saciedad que la lentitud caracolesca de la administración de Justicia en España actúa contra cualquier criterio de eficacia y eficiencia. Alguno de los santos inocentes lo ha escrito, incluso, cuando el imputado era él. Gracias a indignaciones y sarcasmos humeantes se hace pasar lo que es el derecho elemental de cualquier ciudadano por el privilegio intolerable de un político y tiro porque me toca. Siempre toca.

3) Para pasmo universal se descubre que el auto que autorizaba las escuchas telefónicas – y que hipotéticamente firmó la juez que inició la investigación — no figura en el sumario. Ah, da lo mismo. Está en sistema digital Atlante. Por desgracia lo que está en el sistema digital Atlante no es el auto, sino un mensaje de word sin firmar, así que debe hacerse un pequeño esfuerzo suplementario para que todo parezca normal. Por tanto se proclama que el auto jamás se extravió, contra las declaraciones explícitas en sentido contrario de la secretaria del juzgado. Es más, hay que escenificar un auto sacramental en la que el juez instructor da una lección de Derecho Procesal al asesor jurídico de uno de los imputados, expresidente del Tribunal Constitucional. El extravío del auto no agota su relevancia en que dicho documento ordena a la policía a montar las escuchas telefónicas, sino en que el mismo debe explicitarse debidamente la motivación justificativa de las mismas. Minucias de legüleyos empecinados en que no brillen la Verdad y la Justicia e que incluso tienen el descaro de cobrar a sus clientes. Palante.

4) El mismo día en que el juez reúne a las partes se hace público que la Fiscal Anticorrupción imputa a Clavijo de varios delitos más. Una vez más, no es así. Lo que hace la fiscal es solicitar que se le retire a Clavijo una de las imputaciones y que se investiguen varios puntos concretos de las conversaciones telefónicas grabadas por si pudieran encontrarse indicios delictivos.

Ah, ese periodismo que no pretende transmitir lo que ocurre, sino ser el acontecimiento mismo. Un periodismo que ignora u olvida que la única objetividad posible consiste en describir y transmitir lo que pasa con independencia de tus convicciones, y no guiado por ellas con el entusiasmo de un burro atado a una noria. Como decía Kart Kraus, en la distorsión de la realidad que practican en sus informaciones está la información verídica sobre la realidad. Sobre todo, por supuesto, de la suya.

 

http://youtu.be/W0WRfuDQHs4

 

 

 

 

 

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Unicornios y energías renovables

Creo que la mejor síntesis de la discusión sobre las energías renovables está encerrada en una frase poco euforizante y sin embargo muy precisa: “pro-renovables sí, pero pro-aritmética también”.  Una flamante iniciativa civil, la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético para Canarias, integrada por fuerzas ecologistas, partidos, sindicatos y (atención) empresas del sector, le ha afectado la conducta al consejero de Obras Públicas, Domingo Berriel, por su arriscada defensa de la introducción del gas en el sistema energético canario. No voy a discutir si Berriel “no tiene ni idea sobre energía” –tampoco me extrañaría especialmente – pero ese horizonte inmediato de un Archipiélago sustentado al 100% en energías renovables, impedido por una oscura y maligna conspiración,  no tiene más consistencia que proponer unicornios para sustituir a coches, motos y guaguas por las carreteras de las islas.

¿Es factible incrementar el actual 7% de aportación de las energías renovables al mix del sistema energético canario? Es factible y, además, es indispensable. Ese porcentaje se podría triplicar en muy pocos años si se consiguiera renovar y mantener operativo el parque eólico ya matriculado en las islas –con algunas nuevas incorporaciones en determinados territorios y comarcas, ciertamente –. Desde el año 2007, en cambio, el Ejecutivo regional abandonó de facto el desarrollo de una estrategia en política energética. Finalmente el Plan Energético de Canarias (el Pecan) falleció de pura insignificancia y se ha optado por unas Directrices de Ordenación Sectorial de Energía (Dose). Para los gobiernos de Paulino Rivero la política energética ha sido un territorio complejo e incomprensible que se ha querido ahorrar. La contradicción básica no está entre la negativa heroica a las prospecciones petrolíferas y Tindaya. La contradicción fundamental (y tartufesca) está entre el rechazo a los sondeos en aguas de Lanzarote y Fuerteventura y un desidioso abandono en la política energética durante los últimos ocho años.

Algunos se felicitan de que las torpezas, arrogancias e ineptitudes de la Comunidad autónoma hayan retrasado la incorporación del gas en Canarias. Se equivocan. Por costes de producción y por los problemas técnicos derivados del almacenamiento y transporte de la energía eléctrica generada por las renovables el salto gradual hacia unas energías alternativas dominantes solo se puede hacer desde una tecnología de base. Descarbonizar y despetrolizar esta tecnología de base significa optar necesariamente por el gas natural como combustible menos contaminante y caro. Aprendamos de lo que ocurre por allá fuera: los alemanes que cerraron centrales nucleares en los años noventa y han debido reabrir centrales térmicas de carbón. Aprendamos de lo que ocurre acá dentro: la Central Hidroeólica de El Hierro cuenta con un equipo de motores diesel adjunto y no alcanza a cubrir el 15% de la demanda eléctrica de una isla de 10.000 habitantes.

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Kilómetro Cero

Kilómetro Solidario Tenerife Sur es una plataforma integrada en la Asociación Española de Lucha Contra el Cáncer que desde hace más de un año trabaja con el objetivo de trasportar pacientes oncológicos desde el Sur de la isla hasta el Hospital Nuestra Señora de Candelaria para someterse a tratamiento. La plataforma ha organizado varios actos (cenas, espectáculos, conciertos) y destinado hasta el último euro de lo recaudado a facilitar el traslado a un centenar y medio (hasta el momento) de enfermos de cáncer. Y si Kilómetro Solidario existe y realiza su benemérita tarea es porque el Gobierno de Canarias suprimió totalmente en el año 2012 las ayudas al transporte público que se asignaban a los enfermos oncológicos que residían fuera del área metropolitana. Ni un céntimo. Nada de nada. Es uno de tantos gestos de lo que el presidente Paulino Rivero definió en su día como “el Gobierno de las personas”. Una frase que, en sí misma, destilaba una idiotez bastante irritante – no se gobierna nunca para las aulagas ni para las termitas – pero que pocos años después revela el vomitivo cinismo presidencial a la hora de elegir titulares de medianías.  Ciudadanos canarios que en medio de una crisis económica y social escalofriante deben elegir a veces comer – o que coman sus hijos y sus nietos – o asistir a la radioterapia de la que depende su vida.
¿Cuánto gastaba el Servicio Canario de Salud – o quien fuera – en transportar a los enfermos de cáncer anualmente? ¿Cien mil euros? ¿Quizás 200.000? ¿Qué cantidad basurienta es esa y qué basura espiritual devuelve como un espejo una roñosería tan despreciable como irrelevante?  Las restricciones presupuestarias – y este deviene un ejemplo insuperable – no solo son un problema cuantitativo, sino también cualitativo. Se ha recortado presupuestariamente demasiado pero, sobre todo, se ha recortado demasiado mal y con una sensibilidad social digna de un orco. Mientras tanto la televisión autonómica ve incrementado sus presupuestos en varios millones de euros, una docena de viceconsejeros continúan palpándose deleitosamente los testículos en despachos superfluos o el fondo de reptiles panzudos florece en un año electoral. Mientras tanto el presidente del Gobierno continúa su malhadada película en el que como un Bruce Willis descangayado arremete contra los malvados poderes de una multinacional y su socio de gobierno, dizque socialdemócrata, espera que termine esta truculenta payasada para saltar al Senado y continuar soñando con un Ministerio de Educación que no pisará en su vida. Y todavía queda medio año. Medio año aguantando todo esto. Medio año soportando el peor presidente en la peor crisis de unas islas que, más que nunca, parecen siete laberintos que convergen en la misma pesadilla.

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Los primores de una marca

De repente un chispazo en twitter descubre que las relaciones entre Alternativa Sí se puede y Podemos no son, contra lo que afirma cierta rumorología cafetera, precisamente idílicas. Lo más simpático del asunto es que algunos militantes destacados de Podemos en Tenerife – aun es pronto para hablar de liderazgos – muestran públicamente su desconfianza ante el entusiasmo unitarista de bastantes militantes de Alternativa Sí se puede, cuando debería ser precisamente lo contrario. Me parece bastante pasmoso que desde Podemos se hagan reproches poco o nada velados hacia la participación de militantes de SSP en algunos círculos. Especialmente porque, en la actualidad, y a reserva de lo que ocurra en un futuro inmediato, Podemos es en esta isla, única y exclusivamente, una marca político-electoral, y eso sí, varios centenares de personas discutiendo entusiásticamente en pequeñas asambleas sobre el sexo (o la casta) de los ángeles.
Alternativa Sí se puede, en cambio, lleva desde 2006 patéandose barrios y caseríos en la inmensa mayoría de los municipios tinerfeños y muestra una progresión electoral inequívoca. SSP nació de la confluencia civilizada de pequeños partidos políticos, plataformas cívicas y ciudadanos vinculados a movimientos ecologistas. Su identidad ideológica resulta bastante nítida (un ecosocialismo teñido de nacionalismo), sus procedimientos organizativos funcionan razonablemente bien (un asamblearismo flexible y adaptativo) y en su acción política las críticas a la gestión siempre van acompañadas de propuestas alternativas concretas. Sobre todo SSP ha sabido, muy astutamente, eludir debates político-ideológicos en su seno, presentándose pragmáticamente como una alternativa transversal a la que podrían apoyar distintos sectores sociales: desde los jóvenes, el precariado y los desempleados a las clases medias urbanas hastiadas de una crisis económica que ha extremado las desigualdades sociales en Tenerife, como en el resto de Canarias, ampliando la pobreza, la miseria y la exclusión social. Los dirigentes y concejales de SSP –con alguna vocinglera excepción- no se pasan el día lanzando proclamas, coreando consignas y extasiándose de su bondad espiritual. Recorren barrios, presentan iniciativas, formulan análisis críticos, enmiendan presupuestos, exigen compromisos específicos: hacen, qué horror, política.
En la izquierda canaria siempre se escucha el fervoroso mantra de la unidad como ungüento curativo de todos los males y único recurso para conseguir una alterativa fáctica al status quo. Pero a menudo esa obsesión unitaria, envuelta en un fervor cuasireligioso, lleva a olvidar que los agregados no siempre suman y a veces incluso restan, aun en el caso de conseguir mejores resultados aritméticos. A algunos militantes de Podemos, una fuerza política aun en su infancia, no les vendría mal una dosis de humildad. No basta con vestir una marca de éxito para dictar lecciones de estrategia política. Me recuerdan a los que se ponen un Carolina Herrera y así envueltos se creen autorizados hasta para disertar sobre el último libro de Piketty o la resurrección sexual de María Teresa Campos.

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Desigualdad, hambre, democracia

El estremecedor retrato de la pauperización de la sociedad canaria que refleja el estudio de Foessa, una fundación de Cáritas, corresponde a un país inmerso en una crisis estructural a la que no se vislumbra ninguna salida. Un país que juega tramposamente a que su futuro solo puede ser la recuperación del pasado inmediato convertido en espejismo. Pero el informe de Foessa nos recuerda, sobre todo, que siempre se puede estar peor. Se escuchan martingalas y ocurrencias de políticos, empresarios o periodistas y se podría colegir de las mismas que hace diez años surfeábamos sobre olas de leche y miel. Nunca ha sido así y ya se harta uno de recordar que en estos peñascos jamás se ha descendido del 10% de desempleo y que las diferencias salariales, así como la distribución de la renta en el Archipiélago en el año 2004 ya diferían sustancialmente de la media española: salarios más bajos y mayor concentración de la riqueza. Simplemente partíamos de una situación peor cuando se abrió el abismo de la actual recesión en 2008. Todas las debilidades de la economía canaria (la dependencia de la construcción y el negocio inmobiliario y al mismo tiempo de las rentas que suponían los fondos, inversiones y subvenciones procedentes del Estado y la UE, la baja cualificación en materia de formación profesional y la mediocridad generalizada de nuestras universidades, el peso asfixiante de la administración autonómica como asignadora de recursos, la modestia de un Estado de Bienestar cuyo diseño redistribuye poco y mal, la productividad mengüante, el raquítico mercado regional, la selvática producción legislativa y reglamentaria que no impide, acaso pasa lo contrario, la actividad de una reducidísima élite empresarial extractiva) han quedado brutalmente al descubierto.

Y como consecuencia de ello – de nuestra ubicación en un sistema económico cuyo crecimiento se basaba en la construcción, la excepciones fiscales y las rentas de fondos públicos  bajo el  paraguas europeo, ahora casi reducido a un palo con el que impone la austeridad presupuestaria–  no solo el desempleo alcanza un nivel inusitado y ahí, en la cumbre más alta de la miseria, se congela. Es que el ascensor social en Canarias ya solo circula hacia abajo. Las clases medias se empobrece y la miseria salarial consigue que en una familia de seis miembros los inestables curros del padre y la madre no rompan el amargo cascarón de la pobreza. La pobreza ya no resulta una situación coyuntural más o menos prolongada, sino una condena perpetua para toda la familia. Una alta desigualdad – leáse a Joseph Stiglitz – no consiste únicamente en cientos de millares de vidas desgraciadas que supuran sufrimiento cotidiano. La desigualdad creciente y crónica fomenta una economía menos eficiente y menos productiva, desgarra la cohesión social y amenaza el propio sistema democrático. En Canarias miles de personas se acercan paso a paso a la frontera de la inanición, pero también las democracias se mueren de hambre. Se mueren cuando hay hambre.

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