Alfonso González Jerez

Usted, yo, Carlos Cano

Ayer se entregó por voluntad propia para su entrada en prisión Carlos Cano, un ciudadano condenado a tres años de cárcel (tres) por participar en un piquete, la misma condena que se impuso a su compañera, Carmen Bajo. De 23 años y estudiante de Medicina, Cano no tiene antecedentes penales y no agredió ni hirió a nadie. La víspera de la huelga general de marzo de 2012 Cano, Bajo y otros jóvenes entraron en un pub de Granada, La Champagnería Jazz Café,  exigiendo que se cerrase el local. Toda vez que no ocurrió tal cosa, Cano pintarrajeó con un spray varias paredes del bar de copas, y entre insultos soeces y algunas amenazas, la tropa piquetera abandonó el local. Los propietarios interpusieron una denuncia. Simplemente solicitaban que el piquete abonara lo que les costó pintar de nuevo su establecimiento. Pero el fiscal tomó la causa con un ímpetu de rara ferocidad. Todos los recursos y apelaciones para suspender la condena han sido inútiles.  El apoyo que han recibido de varias organizaciones e instituciones (desde la Mesa del Parlamento de Andalucía hasta las direcciones de UGT y CCOO) no ha conseguido nada. Sobre la mesa del ministro de Justicia reposa una solicitud de indulto. Alberto Ruiz-Gallardón ha dicho que la estudiará.
Conozco gente muy seria que sostiene que un juez no está para impartir justicia, sino para aplicar con la máxima precisión los códigos legales en el desarrollo de un proceso judicial reglado. El profesor Alejandro Nieto los denomina los jueces funcionarios: les encantan al poder ejecutivo y a sus propios superiores jurisdiccionales. Frente al juez funcionario y al juez estrella – afectado por un narcisismo patológico que pretende convertirse en el centro de toda la atención pública – el doctor Nieto describe al juez justo, aquel que entiende que “el juez no puede ser boca que pronuncia las palabras de la ley, porque la ley no tiene la posibilidad material de pronunciar todas las palabras del Derecho, la ley procede sobre la base de ciertas simplificaciones esquemáticas y la vida presenta diariamente problemas y situaciones que no han podido entrar en la imaginación del legislador”.  Sin duda la sentencia que condena a Carlos Cano puede ajustarse a Derecho. Pero es injusta, porque resulta grotescamente desproporcionada: tres años de privación de libertad y sufrimiento cotidiano a cambio de dos paredes manchadas. Aterra pensar lo que pueden llegar a hacer los jueces funcionarios con la inminente Ley de Seguridad  Ciudadana adornando sus togas. Lo que algunos ya están empezando a hacer como una suerte de ejercicio de precalentamiento para convertir las libertades públicas en actividades sospechosas y de alto riesgo.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Último round

Apasionados por las apuestas se ha obviado generalmente que el pasado domingo el PSOE ya desarrolló un capítulo importante de regeneración interna: por primera vez su secretario general fue elegido democráticamente por los militantes con plenas garantías procedimentales. Sería interesante contemplar en un brete semejante al PP, a Coalición Canaria o a Izquierda Unida, pero tardaremos en verlo o lo harán nuestros nietos. El PSOE ha hecho un favor al sistema político español con un magnífico ejercicio de democracia interna que no queda deslucido por surgir en el seno de una crisis formidable de la socialdemocracia española. Pero el garantismo del procedimiento –el voto directo y secreto de todo militante al corriente de sus cuotas —  no impide las influencias de líderes y aparatos burocráticos y resulta muy cómico que esto se denuncie como una impureza intolerable, porque se me antoja muy difícil de imaginar cualquier circunstancia en la que una organización política carezca de aparato burocrático ni de dirigentes connaturalmente intervencionistas.
Quizás Pedro Sánchez era el candidato menos abiertamente reformista de los presentados, cuyo programa electoral se mostraba menos comprometido (o más vaporoso) con un giro a la izquierda del PSOE. Lo que ocurre es que tal giro a la izquierda es, básicamente, una entelequia. Es curioso: mientras Podemos y (en menor grado y de forma un tanto mimética) Izquierda Unida se esfuerzan en aumentan su base socioelectoral apelando no solo a votantes y exvotantes socialistas, sino hasta a “la gente decente que ha votado al PP” (Juan Carlos Monedero dixit), desde los mismos rincones se exige perentoriamente al PSOE que se izquierdice. El PSOE – como simulan hacer los dirigentes de Podemos e IU – no tiene otra izquierda a la que acercarse que su malherida identidad socialdemócrata, es decir, la defensa y corrección del Estado de Bienestar, de las libertades públicas y privadas consagradas por la Constitución, de la reforma del modelo político-territorial del Estado, del combate contra la corrupción política y a favor de la reconstrucción de su autonomía frente a los poderes financieros y empresariales. Así se consigue una mayoría social y electoral y no agitando banderas que ya otros ondean. Ya es bastante complejo y duro el trabajo para pensar en otra cosa. Pedro Sánchez – le guste poco o mucho – está condenado a hacerlo. Una nueva decepción, un nuevo fracaso, otra renuncia mentirosa y agorafóbica le costaría al PSOE su ya fragilizada posición como partido con opciones reales para materializar una alternativa política y parlamentaria de gobierno.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Vocación de eternidad

Durante años (o legislaturas) cumplí un ritual en las noches electorales entre profesional y novelero: recorrer las sedes de los principales partidos políticos. Me gustaba escrutar las caras, escuchar los gritos, ver crecer los sofocos, pretextos y argumentarios a la luz de la luna. Recuerdo que lo hice por última vez en 2007 y terminé en el horrible sótano donde estaba instalado el local de campaña de CC. Cuando llegué los resultados todavía eran provisionales, pero inequívocos. Coalición, con Paulino Rivero al frente, había perdido las elecciones autonómicas, mientras el PSC-PSOE se encaramaba en 26 diputados. El pacto entre los coalicioneros y el PP, antes de medianoche, ya se calentaba como un plato precongelado y biodegradable. Entonces salió Paulino Rivero a recibir los aplausos de su hinchada y mientras atronaban las palmas y el futuro presidente esbozaba una sonrisa cambada pude escuchar a mi lado la voz de alguien muy próximo al Ungido: “Esta noche se abre una etapa como la de Jordi Pujol en Cataluña”. Presté atención, pero no mucha. Alguien más me dijo que la afirmación encerraba la profecía de un nacionalismo que por fin se atrevería a decir su nombre. Pero no tardé – pocos tardaron, aunque unos más que otros – en adivinar el significado de una frase tan lapidaria. No se refería a la ideología, ni a la política, ni a la doctrina del paulismo emergente, sino a su vocación de eternidad. Una voluntad de época en virtud de la cual en los guachinches del próximo siglo se enseñará a los visitantes sillas  o porrones estilo Paulino I.
Durante veintitrés años gobernó Jordi Pujol en Cataluña y desde el primer momento se esmeró en criar delfines que otros se encargaban de arponear en su nombre. Paulino Rivero, más desconfiado o cazurro todavía, no ha alimentado toninas y ni siquiera tolera pejeverdes a su alrededor. Aspira – sin decir aún una palabra – a otra candidatura presidencial y a otros cuatro años en el poder que no tienen que ser los últimos. Es asombroso que le responda a Fernando Clavijo que quizás no tenga mayoría en el consejo político nacional de CC, pero que sí dispondrá de una minoría de bloqueo y la pondrá en marcha a su placer, y más asombroso todavía, que está amenaza se filtre a los periódicos desde la misma Presidencia del Gobierno. Y es un síntoma, desde luego. Un síntoma de analfabetismo democrático y de un porfiado y ensoberbecido desprecio por la opinión mayoritaria de los representantes de su propia fuerza política. A pesar de que las únicas elecciones que ha ganado en su vida se hayan celebrado en El Sauzal este presidente ha terminado por creer que la sociedad civil,  las instituciones públicas,  el partido e incluso su Gobierno son adjetivos circunstanciales, y solo su prodigioso talento político es lo sustantivo en un país que ha retrocedido en todos los marcadores económicos, sociales y asistenciales durante los últimos siete años. Rivero está dispuesto, si le acompañan las fuerzas y los fámulos, a hacer saltar CC por los aires en caso de no ser el candidato presidencial de su partido. Es la última razón que faltaba, precisamente, para que el partido lo haga saltar a él lo más lejos posible a partir del próximo mes de mayo.

(Me he permitido usar una viñeta del gran Padylla, uno de los mejores psiquiatras en el estudio del paulismo como trastorno de la personalidad. Gracias, joven  maestro)

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Impunemente romántico

Verán, existe una engreída arrogancia instalada en una percepción de infinita impunidad y es la que hunde sus raíces en el dinero. No en la ocupación de un cargo público, no en la acumulación de títulos académicos o de oposiciones ganadas que adonan las paredes como trofeos de caza, sino lisa y llanamente en la pasta. En muchísima pasta. La pasta significa la evidencia empírica del éxito y el éxito siempre es merecido: si son ricos es porque son más inteligentes, más listos, trabajan más duramente, han salido libar las preciosas flores de la vida. Y una vez que has alcanzado una riqueza más o menos apabullante a ver quién te tose. Si los muy ricos se sienten invulnerables es porque lo son. Especialmente en comunidades chiquitas – digamos una pequeña isla en el Atlántico – donde los intereses políticos, empresariales y profesionales se entrecruzan fraternalmente y los riquísimos mandan – aunque no siempre gobiernan – sin mayores reservas, resistencias o reproches desde que los primeros invertebrados llegaron flotando a las costas del archipiélago.
Hace algunas semanas un exdirigente del PP, universalmente conocido por sus groserías, burradas y demás  excesos verbales, consiguió un minuto de gloria mediática nacional llamando a Madina “el cojito de ETA”. Pero si en el ámbito político isleño puede detectarse a un prócer singularmente aficionado a la impertinencia hiriente y a la retórica de la grosería jactanciosa es don Miguel Cabrera Pérez-Camacho, egregio abogado y diputado regional del Partido Popular. Una retórica de la grosería que es transformada por sus palmeros y por su misma señoría en una suprema expresión de sinceridad acrisolada. La ordinariez petulante queda elevada a prueba inequívoca de una irrestricta libertad personal. El señor Cabrera Pérez-Camacho suele ufanarse de esa independencia y no oculta la relación directa entre su autonomía personal y su patrimonio.  Cabe sospechar que idéntica relación existe entre sus intolerables hemorragias verbales y su elevada posición social. Ayer mismo, en el Parlamento de Canarias, y mientras se discutía un asunto tan complejo como ajeno a su salerosa ocurrencia  –la nueva ley de la agencia tributaria canaria – don Miguel Cabrera lanzó una de sus floridas vulgaridades contra la directora del Instituto Canario de Igualdad, Elena Máñez, de la que dijo que era evidente que “jamás había disfrutado de una cena romántica”.
Nadie contestó a esta nueva y pringosa chuminada del diputado conservador. Quizás porque nadie conoce las virtudes trascendentales de una cena romántica. ¿Puede mejorar el funcionamiento de un organismo público? ¿Una cenita romántica, con champán y velitas para dos, podría  dulcificar las relaciones entre el director de un despacho de abogados especializado en derecho tributario y un fiscal que ha encontrado indicios de delitos fiscales?

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Lo que no pasa en el Ritz

Una de las señales de un Gobierno decente – en ambos sentidos: en el de la ética política y el de la eficacia operativa  — es el seguimiento y fiscalización de las mismas políticas que articula e impulsa. De nada vale el diseño y la ejecución de un programa político si no se somete a una revisión y evaluación continua que los ciudadanos tienen derecho a conocer puntualmente. Es superfluo decir que esta higiénica praxis resulta casi desconocida en Canarias. Hete aquí que el presidente Paulino Rivero, en el pasado otoño, se sentó en una mesa de caoba del Hotel Ritz con representantes de los principales bancos españoles y anunció créditos específicos, por valor de 1.825 millones de euros, destinados a la rehabilitación de la planta turística. Y efectivamente, en los meses siguientes, el Gobierno autonómico firmó varios convenios con las entidades bancarias (desde el Santander hasta La Caixa) sobre cuya letra pequeña, eso sí,  jamás se ha proporcionado demasiada información, y no cabe esperarla de Javier González Ortiz, que como consejero de Economía y Hacienda se dedica básicamente a enjalbegar todas las chiripitifláuticas ocurrencias de Rivero y a hacer calceta con los presupuestos regionales, para lo cual utiliza rítmicamente las manos, los pies y hasta las orejas.
Varios meses después no se ha ofrecido, por supuesto, información sobre el destino de los créditos para la rehabilitación turística, que además de evitar la obsolescencia de la planta alojativa, tiene como objetivo estratégico la creación de empleo. Pero todo el mundo – incluyendo alcaldes, concejales de Urbanismo y funcionarios técnicos – sabe cómo se está llevando a cabo la todavía insuficiente rehabilitación turística  — y no sólo turística – en el Archipiélago. Una mañana, repentinamente,  aparece cerrada a cal y canto una o varias plantas en un hotel de cuatro estrellas. Puede ocurrir igualmente en un centro hospitalario o en un restaurante postinudo. Los residentes y visitantes escuchan un ruido incesante y observan atónitos como obreros esquivos entran y salen por una puerta oculta tras una polvorienta cortina de plástico. Y al cabo de seis, siete, ocho meses todo – operarios, bolsas de cemento, palas, cabillas, carretillas, encofrados – desaparece mágicamente sin dejar rastro. No se ha solicitado licencia de obras. La contrata fantasmal que se ha dedicado a los arreglos no ha contratado a un albañil, ni a un aparejador, no se diga a un arquitecto. La rehabilitación ha culminado sin dejar el más modesto rastro en la hacienda local o en la lista de desempleados. Ese es el modelo habitual de intervención rehabilitadora que se practica hoy en los centros hoteleros canarios.  Estas cosas en el Ritz no pasan…

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?