Alfonso González Jerez

Agenda presidencial

6.46. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, demostrará sus inmejorables condiciones físicas y psicológicas con una carrera entre la Presidencia del Gobierno y el antiguo balneario de Santa Cruz, dictando a los guardaespaldas que le acompañen la conferencia El deporte canario en el REF: un hipótesis con todas las claves.
07.45. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, se duchará silbando una selección de temas de Valentina la de Sabinosa y recibirá al grupo Mestisay preparándole una pella de gofio y miel como desayuno.
08.45.  El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, inaugurará, en el Recinto Ferial, el XXXVI Congreso de Fabricantes de Porrones con la charla  El futuro es un porrón de años.
09.30. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, se reunirá con los vecinos de Ojos de Garza para sumarse a la protesta contra Aena y el Ministerio de Fomento y proponer este enclave como sede del Simposium Internacional de Voladores de Cometas. «Me comprometo a que Ojos de Garza sea el centro neurálgico de las cometas y cometeros de todo el mundo», subrayó el presidente.
10.45. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, se reúne con el embajador de Mongolia en España y declara la hermandad entre ambos pueblos “secularmente olvidados y maltratados desde un punto de vista político y presupuestario”. “A los canarios y los mongoles hay más cosas que nos unen que las que nos separan”, aseguró achinando los ojos.
11.15.  El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, se reúne con empresarios del Sur de Tenerife y les garantiza que el puerto de Los Cristianos “será modernizado y gestionado por la Comunidad autonómica pese a que, como todo el mundo puede ver, está lleno de agua”.
12.45. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, participa, en Morro Jable, en un debate jurídico y técnico  sobre las prospecciones de Repsol en las proximidades de las costas de Lanzarote y Fuerteventura. “Los canarios no nos vendemos por un plato de lentejas”, explica, “ni aunque el entullo nos rebose”.
15.00. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, inaugura en Salamanca una exposición de pintores canarios y señala agudamente la importancia de fomentar “entornos propicios” para la acción cultural. El presidente explicará en una segunda visita a Salamanca lo que ha querido decir.
18.30. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, participa en las Jornadas sobre Desarrollo y Crisis del Sector Primario en Canarias con la intervención Si se le llama el sector primario es porque va el primero.
21.15. El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, será entrevistado en la televisión autonómica por un periodista, pero se dispondrá de un juego de espejos para que parezcan seis. Posteriormente intervendrá en un programa especial de Pepe Benavente e interpretará personalmente Pero sigo siendo el rey, con José Miguel Barragán dirigiendo a un excepcional grupo de mariachis.

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Epístolas paulinas

Otro asunto candente que me aburre hasta el paroxismo son las cartas que el presidente del Gobierno autonómico, Paulino Rivero, ha dirigido a Mariano Rajoy y al Rey Juan Carlos I. Las admonitorias epístolas de Rivero son únicamente uno de sus penúltimos artefactos propagandísticos en la búsqueda perpetua y cada vez más descangallada de un titular. Por supuesto, se trata de cartas cuyo objetivo es ser publicadas, y los melífluos comentarios sobre su ambigüo carácter, entre público, privado y mediopensionista solo añaden más estupidez al asunto. He aquí al presidente de un Gobierno que se denomina nacionalista alertando al Rey y a Rajoy de una creciente desafección de los ciudadanos canarios hacia el Estado español. Curioso nacionalista: eeeh, pssst, señores, cuidado, mucho cuidado, porque cada vez hay más nacionalistas en Canarias, esto es una situación muy peligrosa, pero si ustedes me sueltan unas perritas como lubricante de amarguras, hoy por ti y mañana por mí, ya saben…
En Canarias, por supuesto, no existe ningún aumento perceptible en la desafección política hacia el Estado español, ninguna crisis evidente o potencial en el sentido de pertenencia. Lo que está en crisis larvada en Canarias – como en toda España y no únicamente en España – en la legitimación misma del sistema político-institucional y los mecanismos de la democracia representativa, como amargo fruto de la recesión económica, la corrupción rampante y los ajustes presupuestarios y fiscales que padecen especialmente las clases medias y trabajadoras del país y que significan una voladura controlada del Estado de Bienestar. Y Rivero lo sabe perfectamente. Pero las cartas. Las cartas fueron una ocurrencia político-electoral muy provechosa en los viejos tiempos de ATI. ¿Recuerdan ustedes aquella supuesta carta, a mediados de los noventa, que redactaba un joven canario desde Madrid y que tanto éxito obtuvo en una campaña electoral de la época? Esto es lo mismo. Rivero va saltando entre titulares como los protagonistas de aquel programa, Humor amarillo, saltaban entre obstáculos levantados sobre un pantano cenagoso. Se cae siempre, pero como siempre se levanta, cree que lo hace cojonudamente.
Un presidente del Gobierno no se dedica a la literatura epistolar o al voyeurismo bloguero. Gobierna. Estudia expedientes, dirige y dinamiza equipos de trabajo, desarrolla diagnósticos, toma decisiones. Escribir cartas a los reyes es algo que se hace hasta los ocho o diez años, cuando uno descubre que los reyes son los padres y no tienen una perra chica.  En la primera epístola a los Corintios, Pablo de Tarso escribió:  «Destruiré la sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los inteligentes».  Paulino de El Ravelo, en este punto, puede presumir de discípulo aventajado del más taimado y energuménico de los apóstoles.

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Política, tribunales y democracia

En la mañana del pasado viernes ocurrió de nuevo. Un auto del juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, que instruye el llamado caso Gürtel sobre la hipotética financiación ilegal del Partido Popular, tardó cinco minutos en llegar a las agencias informativas y ediciones digitales de todos los diarios. El titular básico o más común venía a decir, poco más o menos, que el magistrado “confirmaba que el PP había utilizado una cuenta B (es decir, opaca e ilegal) a lo largo de años”. A partir de ahí colgaban otros floripondios llameantes, por ejemplo, que el PP no había pagado impuestos. A media mañana ya ardían las redes sociales y poco después los dirigentes políticos competían con tertulianos todólogos en múltiples charlatanerías hermeneúticas. Finalmente el PSOE anunció con gran fanfarria que pedirían la comparecencia urgente del presidente Mariano Rajoy para explicar semejante escándalo, al mismo Rajoy que había reiterado tajantemente, hace apenas mes y medio, que el PP jamás se había financiado de manera ilegal. Rajoy había mentido. Que se marchara. Que dimitiera. Oh, indignidad, tienes barba, eres gallega y ocupas la Presidencia del Gobierno por una desdichada mayoría absoluta en las Cortes y solo por eso.
Pero todo es falso. El juez Pablo Ruz no ha corroborado nada ni considera probada la financiación ilegal del PP. Porque, a saber:
1) Los delitos no se presentan ni argumentan en los autos, sino en las sentencias.
2)  Un juez no está juzgando mientras instruye. Está investigando, precisamente, si existen pruebas de la comisión de un delito que puedan conducir a una imputación, y luego a una acusación formal y, llegado este caso, al consecuente procesamiento de sus autores.
3) El magistrado dispone en el auto un conjunto de actuaciones y plazos y para motivarlo y justificarlo utiliza varios informes policiales (especialmente uno, que recibió hace pocos días) de los cuales pueden derivarse indicios de una correspondencia entre pagos e ingresos ajena a la contabilidad presentada por el PP al Tribunal de Cuentas y reflejados, siquiera parcialmente, con las anotaciones entregadas al tribunal por Luis Bárcenas, extesorero nacional del Partido Popular.

Eso es todo. Puede considerarse interesante, espeluznante o esperanzador, según la sensibilidad política o ideológica de cada cual, pero lo que es palmariamente falso (o grotescamente inexacto) es que el magistrado Ruz haya confirmado que el PP se haya financiado ilegalmente en un pasado inmediato. Y sin embargo la marejada de comentarios, opiniones, artículos, tuits, titulares y análisis de baratillo creció abrumadoramente durante las horas siguientes y todavía no ha descendido. Es indiferente que no esté basada en ninguna realidad fáctica. Y si alguien se atreve a señalar una obviedad tan impecable como la arriba descrita (se trata de un auto, se está en periodo de instrucción, el magistrado no ha concluido nada) la respuesta va desde el anatema hasta el encogimiento de hombros. Ha ocurrido algo similar que con la sentencia sobre el caso Prestige, en el que se transformó una decepción judicial en una crítica política que abría causa general contra el sistema político e institucional. Decepción, irritación, desconfianza y, en los casos más extremos, un singular empecinamiento en que tal sentencia dejaba muy claro que no existía justicia, es decir, que no existía separación de poderes, en último término, que se trataba de una prueba más de que el Estado de derecho y la propia democracia poco menos había desaparecido del país. Pero la sentencia de la Audiencia de La Coruña muestra una excelente base argumental, equilibrada y plenamente ajustada a derecho, a la que solo se puede achacar ser el resultado de un proceso indebidamente extendido en el tiempo. Es incomprensible que los que, al parecer, buscaban una condena política, se enfurezcan o decepcionen porque solo se tratara de una sentencia judicial. Como si, por lo demás, ni quedaran abiertas vías de apelación para demandar sanciones por los daños causados ni tuvieran ninguna responsabilidad en el mismo las estrategias y tácticas procesales de los demandantes ni la propia y endiablada complejidad del hecho juzgado (con expertos testigos incapaces de ponerse de acuerdo en casi nada).

Y es que si la cultura democrática del país se demuestra enclenque y penosa día a día – entre los que mandan y entre los mandados – la cultura jurídica es prácticamente indetectable. Y las relaciones entre el Derecho y la Política ya son un terreno virginal para la clase dirigente en particular y la ciudadanía en general. Los derechos, fundamentados normativamente, son el objeto del Derecho y la práctica judicial. En cambio, el objeto de la política son pretensiones y expectativas articulados y dinamizados por valores socialmente deseables y acreditados: la igualdad, la libertad, el bienestar social, la misma justicia. Los derechos y las expectativas no siempre guardan ni deben guardar una simetría perfecta. Desde luego, los jueces emiten sus sentencias ateniéndose no solo a un sistema normativo (leyes y antecedentes judiciales) porque en la práctica del Derecho también operan principios e ideales que condicionan las decisiones de los magistrados. Pero esta autonomía valorativa no es discrecional y el valor fundamental está en determinar los hechos y aplicar la legislación vigente con la máxima precisión y pertinencia.A menos que se quiera aniquilar el Derecho positivo y regresar a la situación jurídica de hace 300 años, eliminando cualquier independencia entre Derecho y moral.

Cabe pensar en que las leyes deben cambiarse. Sin duda el sistema judicial del país – basta con comprobar lo que ha pasado esta misma semana con la elección de los magistrados del Consejo General del Poder Judicial – necesita urgentemente reformas que no son, precisamente, las del Ministerio de Justicia de Ruiz-Gallardón. Quien quiera puede soñar con la dulce pesadilla de juzgados populares levantando horcas en las esquinas. Pero tanto la sentencia del Prestige como el auto del juez Pablo Ruz son exactamente lo que son y no lo que, desde la pasión política, el amarillismo periodístico o los catecumenismos ideológicos se pretende que deban ser.

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Qué pesadez

No me pidan escribir sobre Kennedy. Sobre JFK y la efímera corte de Camelot solo pueden registrarse tres cosas estupendas. Una es ese chiste dialogado en una película de cuyo título no consigo acordarme:
— ¿Recuerdas qué estabas haciendo cuando mataron a Kennedy?
— ¿Cuál Kennedy?
— Qué más da. Cualquier Kennedy.
La otra es una anécdota que cuenta en uno de sus libros Gore Vidal, quien nunca perteneció estrictamente al círculo camelotiano, pero trató al presidente con asiduidad antes y después de asumir el cargo. Una hermosa mañana de domingo, meses antes de las elecciones, los Kennedy celebraron un picnic y Vidal se permitió invitar a Truman Capote. Después de pescar Kennedy y su señora, esa belleza anfibológica llamada Jacqueline, se dirigieron a la mansión familiar; Vidal y Capote los seguían por una vereda primorosamente rodeada de flores. El dramaturgo observó arrobado el trasero de Kennedy y le dijo a su amigo:
–Desengáñate, Gore, los norteamericanos jamás votarán por un culo como ese.
Truman Capote poseía, siquiera en potencia, la misma capacidad como analista político que Hermann Tertsch.
La tercera, en fin, es un memorable ensayo que Christopher Hitchens dedicó a demoler el “vomitivo culto a los Kennedy” que ya consideraba periclitado, pero todavía extrañamente vivo e incordiante. John F. Kennedy habría sido un presidente oportunista y negligente, incapacitado por sus enfermedades, dolores y drogodependencias durante la mitad del día y con un vago programa político que ni siquiera pudo o supo desarrollar durante sus poco más de dos años y medio como jefe del Estado. Por supuesto, Kennedy tenía enemigos, los enemigos de una familia muy rica, influyente e inescrupulosa, pero era innecesario matarlo para neutralizar su aguachirlesco reformismo político que, por otro lado, jamás amenazó los intereses estratégicos del estatus quo: durante su mandato comenzó la escalada militar estadounidense en Vietnam y no se avanzó un paso en materias como la sanidad o la educación públicas. Fue Johnson, ese tejano malencarado y malhablado, quien aplicó las políticas sociales que beneficiaron a millones de estadounidenses e impulsó la lucha por los derechos civiles. Las teorías de la conspiración, según Hitchens, resultan, en este y en otros casos, “humaredas exhaustas de la democracia”, el subproducto inevitable de una sobresaturación informativa tan poderosa que ha creado la fantasía dolorida de un estadista, un legado y una esperanza.

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Miedo

He escuchado una charla de Juan Carlos Monedero titulada algo así como El miedo tiene que cambiar de bando y he encontrado lo de siempre: marxismo escolástico, relato moralizante y medias mentiras que no hay que desnudar porque los trapos sucios no se lavan ni en casa ni en ninguna parte. Los trapos sucios son una tradición que debe respetarse y si a alguien le apestan tus calzoncillos ideológicos es porque carga con una odiosa pituitaria burguesa. Eso de que el miedo cambie de bando empezó a escucharse (o a leerse en algunas pancartas) en las concentraciones del 15 de marzo de 2011 y no es, precisamente, de lo más afortunado de esas jornadas que ahora mismo –y me parece lamentable –se antojan irrepetibles. Que el miedo cambie de bando  no es un eslogan que recoja un anhelo de libertad y de justicia, sino  una expresión quintaesenciada de resentimiento y rencor. Pero esta peña es así, capaz de ofrecernos espectáculos como su apoyo enaltecido a la ley habilitante que Nicolás Maduro ha obtenido de un parlamento en el que su fuerza política cuenta con las tres quintas partes de los escaños. Uno de los botarates de esta izquierda, Agapito se debería llamar y se llama, ha argumentado que el régimen venezolano es más democrático que el español, porque la ley habilitante solo permite a Maduro gobernar por decreto durante seis meses, mientras que en España Rajoy gobernará por decreto durante cuatro años. Sí, es una soberana estupidez, pero una estupidez que se rescata a sí misma por ser de izquierda, es decir, genéticamente incuestionable.
Izquierda Unida llevaba en su programa electoral la reforma del Consejo General del Poder Judicial, incluido la fórmula de designación de los magistrados que lo componen, esa inmunda subasta con la que los partidos mayoritarios se han asegurado la cooptación prostibularia de una institución constitucional. Pues bien, IU ha entrado en el reparto, y podrá proponer un magistrado en la inminente renovación del CGPJ. Desde su fundación en IU siempre han deambulado dos almas entrecruzadas: la socialdemócrata y posibilista y la comunista, rupturista y dizque revolucionaria. Francamente no sé cual es la más pavorosa y la que colabora más activamente al desarme real de la izquierda política española. Entre un Valcárcel y un Monedero es difícil elegir, como es muy duro optar entre la melancolía o el asco.

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