Alfonso González Jerez

Divino tesoro

Recuerdo vagamente al señor Asier Antona Gómez por los pasillos del Parlamento de Canarias, en esa época remota en la que uno circulaba por los pasillos de la Cámara regional preso de una neuralgia irreprimible. Asier Antona era por entonces un pibito barbilampiño que ejercía de jefe de gabinete o algo así de Gabriel Mato, el presidente del Parlamento con la gama más amplia de jerseys en tono pastel de toda la historia de la autonomía. Asier Antona, siempre asegundado y marcial tras su jefe, como un soldadito de plomo, era tímido y apenas saludaba a la canallesca; supuestamente, observaba, escuchaba y procuraba aprender algo que se me escapa. Años más tarde lo veo convertido, nada menos, que en presidente del Partido Popular de La Palma. Es curiosa la metodología que emplea el PP para articular sus liderazgos en La Palma: invariablemente se traen a alguien de afuera que cuenta con el apoyo de la dirección regional y que termina siempre (y a menudo empieza) haciendo con las mangas de los comités locales los capirotes de su santa voluntad. Assier Antona, aunque palmero, comenzó su militancia en Nuevas Generaciones y en el PP del País Vasco, y cuando Mato pudo escaparse felizmente al dorado balneario de Bruselas, dios mío, por fin libre de la calle O’ Daily, lo dejó a medio metro del trono, y le advirtió que corriera, que era suyo, y que si tenía que aprender a pisar para llegar, que no se cortase un pelo, porque pisando uno se hace un hombre. Muy recientemente el joven Antona, ya instalado en la Presidencia, superó su último obstáculo, y logró apartar al venerable Carlos Cabrera de la candidatura a la Presidencia al Cabildo, para ocuparla él mismo. Objetivo conseguido. Lo ha hecho tan bien, con tanta limpieza quirúrgica, con una crueldad de escualo tan impoluta, que debería concederse un marquesote.
Me ha impresionado profundamente una luminosa aseveración de Asier Antona en sus declaraciones a Diario de Avisos: “Hablar de Paulino Rivero es lo mismo que hablar de Zapatero”. Desde 1995 el PP ha gobernado en Canarias con CC o ha prestado apoyo parlamentario a los coalicioneros. Han gobernado juntos en diversas ocasiones en el Cabildo Insular o en Santa Cruz de La Palma (y en este municipio siguen pese a sus astracanescas querellas internas). Aún más: don Asier anuncia que el PP podría pactar con el PSOE en el Cabildo el próximo mayo. No es una empanada mental. Es un joven, fragante, impetuoso, triunfal cinismo.

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Sálvese quien pueda

Los nacionalismos alternativos. Gran invento. Casi tan grande como esa anhelada unificación de todas las organizaciones dizque nacionalistas en un gran frente político-electoral. Es curioso que el universo nacionalista y nacionalistoide comparta con la izquierda extrainstitucional esa fantasía de la unidad salvífica y definitiva. Las fuerzas integrantes de Coalición Canaria en 1995 – las mismas que ahora y siempre bailan las danzas y contradanzas de acuerdos y zancadillas electorales – fueron incapaces de obtener la mayoría absoluta en las elecciones de ese año. No digamos ya en los siguientes. Es una mera y cansina superstición insistir en que la unidad nacionalista conseguiría una automática hegemonía electoral en las urnas. El desgaste de la marca nacionalista (es decir, de Coalición Canaria), imparable en todos los comicios europeos, generales y autonómicos desde el año 2000, no tiene nada que ver con las deserciones partidistas que han jalonado el proyecto coalicionero desde finales de los años noventa, sino con la larga permanencia en el poder autonómico y, más estructuralmente, con una ciudadanía que en su mayoría no se identifica ideológicamente con el nacionalismo, y que en parte, incluso, entiende (y tolera) por nacionalismo el regionalismo alcanforado de centro derecha que representan desde siempre ATI, API y la Agrupación Herreña de Independientes y que Asamblea Majorera ha terminado por asumir cómodamente.

Todo esto no significa que el mayor error cometido jamás, en términos de estrategia político-electoral, por los dirigentes coalicioneros, fue la inaudita, estúpida decisión de optar por José Carlos Mauricio y sus cuates  desplazando a Román Rodríguez. Porque el poder municipal de CC en Gran Canaria no estaba con Mauricio, al que solo rodeaban los oficiantes de la secta poco evangélica del mauricismo, sino con Román Rodríguez. Si el Consejo Político Nacional de CC hubiera respetado su propio acuerdo, en virtud del cual Rodríguez sería el vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda en un Gobierno presidido por Adán Martín, Coalición no se hubiera fracturado. Quizás el líder de Nueva Canarias sería ahora mismo jefe del Ejecutivo.  Conviene recordarlo por parte de CC, pero también por parte de Rodríguez, que no abandonó la federación nacionalista por insalvables divergencias programáticas o ideológicas, sino porque quedó fuera de juego, asido milagrosamente a un escaño en el Congreso de los Diputados que le debió, en primer lugar, a Paulino Rivero.

Román Rodríguez, como otros dirigentes del nacionalismo alternativo, ha criticado duramente a Coalición Canaria por querer atornillarse en el poder a cualquier precio. Pero Nueva Canarias, bajo su inspiración, está a punto de cerrar un acuerdo electoral con el Partido de Independientes de Lanzarote. Qué cosas. Rodríguez se mostraba en 1999 sumamente orgulloso de que Coalición no fuera a las elecciones con el PIL y ponía en el antiguo pupilo de Dimas Martín, Juan Carlos Becerra, no solo todas sus complacencias, sino una sentida amistad. Becerra – no sé si vale la pena recordarlo ya – fue elegido en las listas del PIL en las elecciones de  1995 y se pasó sin problemas éticos o estéticos, sin simular siquiera un transfuguismo de manual, al grupo parlamentario de Coalición Canaria, y desde ahí creó otro partidete, el Partido Nacionalista de Lanzarote, con el que zancandilea desde entonces en tierras conejeras.  El malvado y pútrido PIL de entonces  hase transformado en una fuerza nacionalista límpida y respetable (los juzgados en Lanzarote tienen menor valor moral que en Tenerife)  y todo porque ya no lo dirige (eso dicen) Dimas Martín, sino un señor que se llama Fabián Martín, y que casualmente es su hijo.

Una vez casi consumada la operación – Rodríguez asistió al último congreso del PIL y aplaudió mostrando toda su dentadura – el arcangélico alcalde de Agüimes, Antonio Morales, se ha negado a encabezar la lista al Parlamento, susurrando que en política “no todo vale”. Morales, un magnífico alcalde, es un espécimen político muy curioso, porque si en política “no todo vale” lo primero que debería hacer es desvincularse de una organización para la que, según se deduce inmediatamente de sus palabras, vale todo. Rodríguez hará doblete al Cabildo de Gran Canaria y a la Cámara regional, en la que tiene una entrada muy difícil: la suma de los votos de Nueva Canarias y el PIL en las elecciones de 2007 no hubiera bastado para alcanzar superar el tope regional, situado ahora mismo en unos 54.000 votos. Es una pena que Domingo González Arroyo no haya abdicado en ninguno de sus hijos la presidencia de su todavía flamante chiringuito, el Partido Progresista de Fuerteventura, porque Rodríguez podría intentar algo, antes o después de que Morales, ese santo varón, se presignase horrorizadamente. Con quien ya no podrá contar Nueva Canarias es con el CCN.

La mayoría de los dirigentes coalicioneros detestan al CCN y lo consideran una fuerza meramente oportunista, pero marcharán juntos a las elecciones, después de garantizar al presidente de los centristas, Ignacio González, el quinto puesto en la lista al Parlamento por Tenerife. Un precio realmente caro, pero que están dispuestos a pagar para evitar el desembarco del dichoso nacionalismo alternativo en la calle Teobaldo Power. Ignacio González está encantado: considera que lo ninguneron en Coalición Canaria, donde efectivamente producía una desconfianza cerval, y ha gastado muchos recursos (y tal vez no solo económicos) en conseguir entrar en varios ayuntamientos tinerfeños. Ignora que siempre será un outsider en Coalición, un invitado con derecho a cocina, pero nada más. CC y el Centro Canario de Nacho, con el puñadito de votos que aun pueda arrancar el destartalado PNC, intentarán resistir a la marea del PP, que amenaza elevarse a tsunami devastador, y mantener los siete diputados por la circunscripción tinerfeña.

Por supuesto, todo este escenario no dibuja ningún proceso de unificación nacionalista ni de convergencia en un nacionalismo alternativo. Sería más exacto definirlo, como siempre, como un sálvese quien pueda.

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Tropezón

El presidente Paulino Rivero tiene razón en criticar los desmanes que, desde los poderes públicos venezolanos, se han cometido contra propiedades y derechos adquiridos de emigrantes canarios y sus familias: existes evidencias de abusos que han conculcado incluso la propia legislación republicana. Tiene razón en sus críticas y, como es obvio, en mostrar el apoyo solidario – aunque sea solo verbal – del Gobierno de Canarias. En lo que se equivoca gravemente el presidente es en exponer estas críticas y reparos en el transcurso de una visita a Venezuela. Ya no un Gobierno tan autoritario, exasperado e histriónico como el de Hugo Chávez, sino cualquier Gobierno, está obligado a rechazar las críticas que sobre sus acciones y proyectos políticos pronuncie un dignatario extranjero de visita en el país. Si un ministro venezolano –pongamos por caso – visitara el Archipiélago, y en una rueda de prensa criticara el trato que se les dispensa a los inmigrantes latinoamericanos en nuestras islas, el Gobierno de Canarias no le pondría un piso. Digo yo.
Peor aun es la insistencia de Paulino Rivero en mantenerla y no enmendarla, enfatizando que el respeto a Venezuela (cabe entender que a sus autoridades políticas) es compatible con el apoyo a los emigrantes canarios. Se trata de una espiral peligrosa y contraproducente para las relaciones entre Canarias y Venezuela y para los intereses inmediatos de los emigrantes isleños, sus hijos y sus nietos, que no se hospedan en el Tamanaco ni pueden comprar un billete business class en Maiquetía. Desde hace tiempo entre los sectores más radicales del chavismo menudean las críticas y descalificaciones, a veces insultantes, contra autoridades y dirigentes políticos canarios. Como muestra un pringoso botón: los numerosos comentarios chorreados sobre el presidente Rivero, el diputado José Luis Perestelo y varios prominentes empresarios isleños en aporrea.org, la principal página web de los chavistas más recalcitrantes y uno de los instrumentos de propaganda más batalladores del régimen.
Es singularmente complejo defender los derechos y atender la situación social y económica de los emigrantes canarios en un contexto político, jurídico y emocional como el que padece actualmente la República (Bolivariana) de Venezuela, envuelta en un caos calamitoso que el chavismo pretende vender como revolución permanente. Pero la mejor vía para hacerlo no es la abierta inadvertidamente por el presidente Rivero. Al contrario: ese es un camino, un gesto, una estentórea impertinencia que puede contribuir a empeorar las cosas para los intereses de los canario-venezolanos.

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Enhamed se marcha

Uno de los grandes deportistas de la historia reciente de Canarias, Enhamed Enhamed, se ha hartado de indiferencias y desaires y ya está buscando otro gobierno autonómico o corporación pública fuera del Archipiélago a fin de conseguir apoyo económico para continuar su carrera. Enhamed logró cuatro medallas de oro en las Paraolimpiadas de Pekín en 2008 y cuatro medallas de oro y una de plata en el Mundial de Natación Adaptada celebrado en el pasado mes de agosto en Eidhoven. Este joven nadador invidente presenta uno de los palmarés más impresionantes jamás conseguido por un deportista isleño, pero a la Dirección General de Deportes esta minucia se las trae al pairo, no digamos ya a la consejera de Educación y Cultura, Milagros Luis Brito, cuya política deportiva es desconocida en su propia casa, o al viceconsejero de Cultura y Deportes, Alberto Delgado, que tendría dificultades para desplazarse en una tina. En cuanto al señor Álvaro Pérez, cabe recordar que se gastó 12.000 euros en la web de una nonata Fundación Canaria de Ayuda al Deportista, sobre la que la Intervención de la Consejería de Economía y Hacienda un informe desfavorable en septiembre de 2009, y nunca más se supo.
Es penosamente fácil proclamar, con el pecho henchido de orgullo patrio, que el partido entre el CD Tenerife y la UD Las Palmas se emitirá en abierto, aunque luego se caiga en un estruendoso ridículo, coronado por una denuncia judicial. Y resulta infinitamente más rentable, en términos de imagen política, prodigar nubes de incienso alrededor de los dos pibes canarios participantes en la selección española de fútbol, encharcando cualquier homenaje a Pedro Rodríguez y David Jiménez Silva, felizmente millonarios, con toneladas de melaza en la que quedan pringados los adjetivos más desopilantes. Un campeón paraolímpico, en cambio, parece más difícilmente gestionable. O tal vez se trate de ignorancia. Solo ignorancia ensimismada, batueca e indiferente a lo que no sea sus propios apetitos propagandísticos. Ignorancia de la inteligencia, los sacrificios y el denuedo demostrados por un canario invidente que es admirado y jaleado por miles de deportistas discapacitados en todo el mundo. Enhamed, vete sin remilgos, si esa es finalmente tu opción, a tierras y piscinas más acogedoras, más civilizadas, más astutamente generosas. No eres el primero, como ya sabes, y para desgracia de nuestro país, cada vez más empobrecido y estúpido, no serás el último.

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Encerradito

A José Miguel Pérez, candidato presidencial y secretario general del PSC-PSOE, convendría que le diera un aire. Porque el señor Pérez sufre cierta agorafobia que lo tiene encastillado en Gran Canaria, incluso en su despacho del Cabildo Insular, y tantas horas de aire viciado, es decir, lleno de partículas de tinta, sellos, expedientes y tiralevitas no le puede sentar bien a nadie. La prueba está en su reciente desayuno de trabajo con representantes de los medios de comunicación en un hotel junto a la playa de Las Canteras. Ni siquiera la potente y yodada ventilación marítima fue capaz de sacarlo de su letargo, porque entre cortaditos y croasanes, de repente, varios periodistas pudieron escucharle que estaba dispuesto a ser vicepresidente del Gobierno suscribiendo un pacto con una fuerza parlamentaria que sacara menos escaños que el PSOE. Por ejemplo – eso ya es suposición de un servidor –CC. Solo varias horas después José Miguel Pérez y sus asesores repararon en esta soberbia y al mismo tiempo mendiga estupidez, y explicó que no, que nada de eso, que él no quería ser presidente, sino que aspiraba a dirigir el Gobierno de Canarias. Alguien le había puesto un ventilador delante o lo había sometido a una ducha de agua fría.
Sorprendente campaña preelectoral la que está desarrollando José Miguel Pérez. No sale de Gran Canaria si no es indispensable. Claro que cuando ganó en buena lid la Secretaría General tampoco realizó el más tímido amago de patearse –como era su obligación – las organizaciones insulares y municipales socialistas. Fotos con Blanco y Pérez Rubalcaba pueblan sus dispositivos digitales, pero verlo con un alcalde majorero, gomero, palmero o tinerfeño es bastante más difícil. Está ahí, encerradito en su despacho, acudiendo a las convocatorias que se dictan desde Ferraz, y llamativamente ausente de las presentaciones de los candidatos de su partido en otras islas. No ha reparado en que el profundo desgaste del PSOE en España y el descrédito del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero le exigen precisamente, a él y a su equipo, un esfuerzo imprescindible y extenuante para demostrar que los socialistas son una alternativa rea, cuentan con un programa de reformas progresistas, disponen de un liderazgo de verdadera dimensión regional. Y en cambio comete contumazmente torpezas como cacarear sobre la creación de empleo – sin ofrecer, eso sí, medidas y acciones concretas – y oblitera sus fórmulas para defender los servicios públicos en el Archipiélago.
Si se despista será vicepresidente, en el mejor de los casos, por méritos electorales propios e intransferibles.

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