Crónica parlamentaria

Crónica parlamentaria. Esto es una catástrofe pero nos va muy bien.

Cuando el cronista se despertó, Ángel Víctor Torres seguía ahí, escuchando una pregunta de  Manuel  Domínguez, que de casadista de estricta observancia pasó a feijooísta entusiasta y casi arrebatado, bueno, como le ocurrió a todo el PP. Domínguez frunce el ceño muy bien pero su código gestual recuerda demasiado al doncel de don Enrique el Doliente. “Mis arreos son las armas,/mi descanso es pelear,/mi cama las duras peñas,/ mi dormir siempre velar”. El alcalde de Los Realejos le preguntó al exalcalde de Arucas sobre las escuelas infantiles privadas, cuyos propietarios ni siquiera han sido recibidos, pese  a su respetuosa insistencia, por la consejera de Educación del Gobierno autonómico. Domínguez no sabía explicarse las razones del Gobierno para rechazar acuerdos o convenios con las escuelas infantiles privadas cuando, ciertamente, Canarias registra un déficit de las mismas. Comprenderán ustedes que el presidente Torres lo tuvo fácil. Su Gobierno quiere escuelas infantiles públicas y gratuitas y se van a inyectar 40 millones de euros para disponer de 5.000 plazas antes de que finalice 2025. Por supuesto se le aplaudió mucho desde la bancada de la mayoría y los infelices y desatendidos propietarios de las escuelas privadas desaparecieron como una pompa de jabón en el salón de plenos.

Cumplidos dos años y medio de legislatura Ángel Víctor Torres ya tiene perfectamente pulido su modus operandi parlamentario. El presente político es siempre una crisis de la que no es responsable pero que se encasqueta en la cabeza como una corona de espinas. En el Parlamento sus mejores momentos han sido sus peores momentos, cuando perorateaba como un cristo socialdemócrata – el Señor de las Pandemias — y Nira Fierro le cantaba saetas lacónicas pero íntimamente muy sentidas. El pasado es una pesadilla protagonizada por Freddy Krueger, es decir, por Coalición Canaria, y el futuro, que está a dos pasos así chillen los derrotistas, es donde nos aguardan unas islas prósperas, justas, resilentes, verdes, feministas y abiertas al mundo.  Con estas cuatro referencias el hombre va escapando. Ayer, por supuesto, fue más de lo mismo. Con decir que lo más novedoso consistió en que los micrófonos de la mayoría de los escaños no funcionaban y muchos diputados tuvieron que hablar con un micrófono portátil, como si estuvieran en un karaoke. Se nota que Vidina Espino no le gustan. Luis Campos cantaría sin problemas un corrido mexicano. Manuel Marrero, en cambio, entonaría Te recuerdo Amanda.  Marrero siempre está recordando lo triste que es el pasado, cuando no existía Podemos ni Yolanda Díaz. El rasgo más asombroso –aunque ya normalizado – de la mayoría en la sesión plenaria es que ya sea una pregunta oral o una interpelación o cualquier otro formato los portavoces del PSOE, Podemos o Nueva Canarias dedican las tres cuartas de su tiempo en lancear a la oposición, no a preguntar al Ejecutivo o a proponer iniciativas o soluciones. Uno de los diputados más eficaces y eficientes en la consecución de este objetivo es el señor Iñaki Lavandera, que se ocupa de fiscalizar meticulosamente a la oposición, y no solo actualmente, sino también a lo que la oposición hizo en el pasado, cuando gobernaba, e incluso lo que hará en el futuro, si no cae un rayo sobre ella y pulveriza definitivamente su canallesca maldad. Ya lo dijo ayer por enésima vez: CC y el Partido Popular representan el egoísmo, la insolidaridad, la mezquindad, la torpeza, la primacía de los intereses particulares sobre los generales, la inutilidad, la incapacidad para desarrollar políticas a medio y largo plazo y muchas cosas más que el lector curioso puede encontrar en el Necronomicón.

Honestamente – si un cronista parlamentario puede ser honesto y no solo víctima propiciatoria de su cansancio o su aburrimiento – no cabe esperar mucho más en los próximos meses de a mayoría gubernamental y del propio Gobierno, que se ha encerrado a esperar que escampe. Así lo evidenció ayer Román Rodríguez, vicepresidente y consejero de Hacienda, que ni siquiera parece dispuesto a sacar la mano de la ventana para comprobar si sigue lloviendo. Se supone que Rodríguez fue interpelado para que comentara qué pensaban hacer para apaciguar el efecto de la inflación en Canarias, pero no dijo una palabra al respecto, y comenzó a emitir, según su costumbre, un jacarandoso resumen de titulares de prensa sobre las decisiones de la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco Europeo, o la decisión de Joe Biden de meter en el mercado internacional un millón de barriles de petróleo estadounidense al día, o lo del gobierno alemán tomando el control de la filial de la gasística rusa Grazprom y otras flores de actualidad. La coalicionera Rosa Dávila le replicó sarcásticamente que es una pena de Rodríguez no fuera presidente de la Reserva Federal o secretario general de las Naciones Unidas, porque al parecer tenía ideas espléndidas para la gobernanza económica mundial, pero no para Canarias.  El vicepresidente se irritó y citó una y otra vez que Hacienda devolverá hasta julio el 99% del impuesto autonómico sobre el combustible a agricultores, pescadores, ganaderos o taxistas hasta julio. Una medida necesaria y acertada, pero claramente insuficiente.

Es alarmante tanta tranquilidad gubernamental como la que se desprendió de los debates de ayer. Porque no parece serenidad política, sino temor paralizante. Sí, han venido muchos turistas, pero la gran mayoría había contratado su paquete vacacional en Canarias antes de la guerra en Crimea y de que la inflación enloqueciera. No, no es posible crecer al ritmo en el que lo ha hecho la economía canaria en el primer trimestre del año con un petróleo que supera los 100 dólares por barril y que puede dejar atrás los 120 dólares en pocas semanas. Es delirante el discurso gubernamental escuchado ayer que presenta Canarias como un archipiélago burbuja al que no afectará ni la guerra, ni el encarecimiento de la energía y de materias primas, ni una inflación que se mantendrá muy alta, al menos, hasta fin de año. “Somos muy dependientes”, reconocía como una evidencia elemental el presidente Torres ayer, y repetía su vicepresidente mirando el techo o los titulares del New York Times.  Todo es una catástrofe pero no se puede discutir que nos va muy bien. Pero esta dependencia estructural no impide al Ejecutivo y a las fuerzas parlamentarias que lo respaldan dibujar Canarias como una Shangri La rodeaba de nieves amenazantes pero instalada en una eterna e indestructible  primavera. Al final –tenía que ocurrir tarde o temprano – hemos terminado creyéndonos nuestros propios eslóganes turísticos.

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Crónica parlamentaria. Hemos conseguido la unidad, perros

 

NC rechaza la decisión de la junta de gobierno de la FEMP para usar el...

Aunque el presidente de la Cámara, el siempre paciente Gustavo Matos, propuso las once de la mañana para comenzar el brevísimo pleno parlamentario de ayer, eso no convenció a muchas de sus señorías, a las que fastidiaba lo indecible eso de acercarse a la calle Teobaldo Power para tan corto trámite. De esta manera se abrió barra libre a la asistencia telemática, es decir, a quedarse en casa y conectarse por internet a semejante coñazo. Matos abrió la sesión explicando que la situación de la covid había llevado a varios diputados a participar on line en el pleno. Pero si uno pasaba lista de los ausentes encontraba incluso a diputados tinerfeños parpadeando en el zoom. Es un tendencia peligrosa que sus señorías decidan si asistir o no al pleno consultando solo a su real gana. Porque resulta enervante que los diputados actúen como si la democracia representativa pudiera ser un ejercicio no presencial mientras el Gobierno autónomo envía a los alumnos – desde Primaria a la Universidad – a asistir a clases. Sin olvidar que los alumnos no cobran nada mientras los diputados son  generosamente retribuidos con unos sueldos y dietas que se fijan objetiva y responsablemente a sí mismos.

Primero se debatió el informe que debería emitir la Cámara por las modificaciones en el Régimen Económico y Fiscal incluidas  en el proyecto de ley de medidas financieras de apoyo social y económico, que tiene su matriz en un real decreto ley del pasado 29 de diciembre. Es la enésima gracia rapajolera de doña María Jesús Montero hacia Canarias y su Parlamento  y su disposición final tercera encontró el respaldo de la mayoría parlamentaria. Sin embargo – y esto es bastante gracioso – la segunda disposición final también modifica el REF –aunque al respecto no se consulte a la asamblea canaria – porque viene a ampliar la vigencia de la Reserva de Inversiones (RIC) hasta este año, sin considerar el maremoto económico de 2020.

Sin embargo, asombrosamente, los mismos grupos (psocialistas, neocanarios, podemistas y curbelistas, más el añadido de Ricardo Fernández de la Puente Armas, cuyos apellidos podrían constituir  una mayoría entera) habían solicitado la pasada semana a la Mesa un recurso para que no se debatiera la propuesta de informe de Coalición Canaria, apoyada por el PP, para transmitirle al Ministerio de Hacienda que se ampliará hasta diciembre de 2022 la Reserva de Inversiones. Que durante una semana se estuviera “negociando” al respecto para luego incluir en el informe parlamentario la ampliación de la RIC durante doce meses más –tal y como habían planteado los coalicioneros – es indicativo del errático despiste que se vive casi cotidianamente en el seno de la mayoría gubernamental. Y no se trata tanto de diferencias sustanciales de criterio – por más que hayan sido NC y la ASG los que finalmente transmitieron al PSOE que lo de solicitar la ampliación de la RIC no era una mala idea – sino simplemente de trabajo cotidiano entre los grupos de la mayoría, que operan casi siempre al remolque de las necesidades normativas del Ejecutivo. Mayoritariamente van a cubrir el expediente, cuando no se sulfuran por alguna pequeña maldad coalicionera o pepera, como suele ocurrirle a María Esther González, diputada enérgica y trabajadora, pero carente de cualquier sentido de la ironía, que le afeó a la portavoz de CC, Rosa Dávila, que hubiera llamado a Nueva Canaria “los coros y danzas del PSOE”, cuando teniendo en cuenta los cuatro diputados que apenas alcanzan los compañeros de Román Rodríguez, es casi un elogio. González, con irritación mal contenida, explicó por enésima vez lo importante que es Nueva Canarias y insistió mucho en que Ana Oramas no hace nada en el Congreso de los Diputados y después de su arenga se marchó a respirar un rato. Es muy duro estar en el Gobierno, tú.

La unanimidad, en fin, fue casi completa. Faltó Sí Podemos Canarias. El venerable Manuel Marrero explicó que  su partido no estaba contra la Reserva de Inversiones como concepto abstracto y hasta si me apuran metafísico, tal y como ha asegurado en otras ocasiones, pero que no tienen más remedio que rechazarla en su forma actual. El honesto y plúmbeo sonsonete de Marrero siempre me recuerda al abad de La venganza de Don Mendo:

Abad: Caballeros, escuchad.

Gustavo Matos: Escuchad/ que habla el abad.

Abad: Un consejo permitid,/en nombre de la piedad/ de la que soy adalid/como abad y por mi edad

Lo que quiere Marrero con toda el alma es que los (malvados) empresarios que se acojan a la RIC tengan como requisito previo que se comprometan a crear puestos de trabajo. Y lo que nunca ha concretado Sí Podemos Canarias es una propuesta que defina y describa técnicamente tal compromiso. ¿Bastaría una declaración jurada del interesado? ¿Tendría el (malvado) empresario que comprometerse a contratar a un número determinado de trabajadores y cómo se calcularía? Vaya usted a saber si algún día se podrá saber. Uno sospecha que no y que el argumento de Podemos es, sobre todo, una estratagema para no comprometerse con el REF, por el que sienten una alergia incontrolable. Les suele pasar con todo aquello que evidencia la puñetera y arriscada complejidad del mundo.

Coalición y Partido Popular agradecieron a la mayoría parlamentaria y al Gobierno “que hayan rectificado”, con mucho sentimiento primero y un satisfecho sarcasmo después. PSOE y Nueva Canarias celebraron la unidad pero la salpicaron de hostias verbales. Iñaki Lavandera, con su habilidad retórica y su rostro marmóreo habitual asignó el éxito del informe  a los socialistas. Si no le hubieran inventado Lavandera tendría que existir. Reprochó a coalicioneros y conservadores que aprovechasen el debate para hablar de asuntos ajenos al objeto del mismo y acto seguido recordó los ERTE, los cientos de millones concedidos a pymes y autónomos y otros portentosos milagros de San Pedro, el custodio de las llaves del cielo.

La segunda parte del pleno fue aún más fugaz. La mayoría gubernamental se limitó a retirar de facto un decreto ley y así ampliar el plazo de aplicación del tipo cero en el IGIC a la importación o entrega de bienes para combatir los efectos de la pandemia. Así se unificó su regulación en estos casos. El pleno había durado menos de hora y media y había todo el tiempo del mundo para un desayuno tardío  o un almuerzo temprano: la democracia sentimental – y los decretos del Ministerio de Hacienda — lo polariza todo.

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Crónica parlamentaria. Un parlamentarismo sin periodistas.

Edificio Parlamento de CanariasOcurrió durante la pregunta de rigor –simplemente retrasada 24 horas  – de la señora Nira Fierro al presidente don Ángel Víctor Torres sobre la feliz celebración en Canarias, el próximo mes, de la Conferencia Ministerial de Economía Digital. Me admiraba yo lo que se puede hacer con una voz profunda, una ambición rastacueril y un hábil corta y pega de Wikipedia cuando me dí cuenta: en la tribuna de prensa no había nadie, absolutamente nadie más que un servidor. Quizás terminé de despertarme en ese momento. Las preguntas al presidente, sin duda, devienen trascendentales, pero me atreví a ausentarme  y me aproximé a la sala anexa donde los plumillas podemos utilizar varios ordenadores y disfrutar de las sesiones plenarias a través del circuito cerrado de televisión. Nadie. Bajé a los pasillos corriendo el riesgo de que algún ujier me echara una bronca. Nadie tampoco. Si se obviaba mi humilde presencia, el pleno de la Cámara regional se celebraba sin ningún periodista siguiendo las intervenciones ni los debates. Seguro que a las propias señorías no les parece así, pero se trata de una situación insólita, estúpida y, a la vez, democráticamente alarmante. ¿Para quién estaban hablando los diputados? ¿Existe parlamentarismo democrático sin periodismo, sin periodistas, sin nadie que acerque esos montoncitos de palabras, esas rapajoleras perfomances, tamizadas críticamente, a los ciudadanos que les han votado y que pagan todo esto? Regresé a la tarima y llamé a algunos compañeros peninsulares. Les conté mi desierto de los tártaros y me explicaron –desde sus respectivas experiencias profesionales – que resultaba inconcebible que en los parlamentos vasco o catalán o en las cortes valencianas no hubiera periodistas, “incluso hablando simplemente de las comisiones, no te digo de los plenos”.  “Pero, ¿ni siquiera están los medios públicos?”, me preguntó otro. Debí responderle que no. Aquí viene la tele autonómica con ocasión de los grandes saraos o aparece una presentadora dominical para regalarle un cargamento de preguntas triviales a este o aquel portavoz. En cuanto la radio pública sigue siendo una hipótesis casi siempre difícilmente verificable.

Ahora le tocaba a Torres responder a su secretaria de Organización para contarte que Canarias será en pocas semanas “el epicentro mundial de la tecnificación (sic) y la transformación verde”. Recordé el reciente Congreso del PSOE (canario). A los periodistas nos pusieron al fondo, cerca de los retretes, una metáfora seguramente involuntaria. Nadie mencionó a la prensa, ni le dio la bienvenida ni agradeció su presencia en ningún momento: estaban demasiado ocupados poniendo vídeos y festejándose hasta el delirio. No sé planificó ningún encuentro, ninguna rueda de prensa, ninguna entrevista. ¿Para qué? Los periodistas son perfectamente prescindibles. Ya tienen una función entre decorativa y simbólica en congresos, inauguraciones y simposios  y, por lo visto, también en el Parlamento, donde ni están, ni se les espera. Los únicos periodistas presente en nuestra augusta asamblea legislativa son los encargos de los gabinetes de prensa de cada grupo parlamentario, que mandan puntualmente y qué remedio las tontadas de sus diputados a las redacciones. Así pueden sus señorías expectorar las mayores bobadas sin testigos incómodos ni filtro interpretativo de ninguna naturaleza. Son babiecadas cada vez más gordas, más asombrosas, más borboteantes. Anotaré unas cuantas antes de desaparecer yo mismo. Manuel Marrero siempre arrastra a Franco al salón de plenos. Patea sin piedad al exGeneralísimo hasta su escaño y desde ahí gana cada quince días la guerra civil. Lo suyo es necrofilia y lo demás es tontería. O al revés. Ayer denunció otra vez, como anteayer, la larga y ominosa sombra del franquismo y también a aquellos que todavía sueñan en una España “una, grande y libre”, grrrr, alerta antifascista, alerta antifascista, grrrr. Luis Campos y la coreografía de sus diez deditos portentosos. Esta es buena: “El covid y el volcán (parece el título de una novela de Luis Sepúlveda) han demostrado que pueden relacionarse de otra forma la administración pública y la ciudadanía”. Pero, ¿qué está diciendo este sujeto y merced a qué espasmo cerebral? En todo caso, por supuesto, lo dice en la calle Teobaldo Power, porque en La Palma se andaría con más cuidado y se metería las manos en los bolsillos. Y el relato milagroso del ángel de Torres y sus bienaventuranzas. Hablando de la creación de empleo, que cuando no es empleo público, es empleo basura. Atención: “el empleo ya estaba subiendo con fuerza en los últimos meses de 2019”.  Torres tomó posesión en julio de 2019 y el empleo que se generaba cien días más tarde ya era el preciado fruto de su portentosa gestión. ¿Pregunta el PP? Son de derechas, ah, y el convenio de carreteras, ah, y la Gürtel. ¿Pregunta CC? Ustedes gobernaron 26 años, ah, y si digo 30 nadie va a protestar. ¿Pregunta Vidina Espino? Creo que no lo ha entendido bien, señora Espino. Y todo eso con ritmo, chascando los dedos, vamos que nos vamos.

Dos disparates ya más gregarios. La comparecencia de Elena Máñez para fantasear o sestear sobre la empresa canaria, la búsqueda del talento y la relevancia, oiga, de la I+D+i. Lo que leyó la señora Máñez podía referirse perfectamente al país de la abeja Maya. Maya, como Máñez, vuela y vuela sin cesar en un mundo sin maldad. Su Gobierno sigue manteniendo a las universidades a pan y agua y no ha sido capaz de consensuar y diseñar un nuevo sistema de investigación, desarrollo e innovación para Canarias, pero nadie le va a amargar la clase de yoga de esta tarde. ¿Qué dice usted, señora? ¿Qué la empresa canaria es muy competitiva? Debe ser por su productividad, por supuesto, y por privilegiar, en efecto, el talento creativo. El talento es inequívocamente importante. Si tienes suficiente talento puedes estar licenciada en Historia y dirigir la política económica de un país en crisis estructural. Lo que usted diga, que no estamos aquí para darle disgustos. Lo más impactante, sin embargo, fueron las críticas con ligero sabor a excomunión que se llevó la diputada palmera Nieves Lady Barreto, que se atrevió a discrepar de algunas acciones y previsiones del Ejecutivo para afrontar la crisis volcánica. Barreto explicó que estaba ahí para fiscalizar la acción del Gobierno y presentar propuestas, pero que la voluntad de unida y colaboración no significa abandonar las responsabilidades como oposición. Campos y Marrero, que habían intentado actuar como mamporreros de la unidad de acción, la miraban con desconfianza. Discrepar con el Gobierno es casi un crimen de lesa palmeridad, un ataque al buen camino tras las fuerzas progresistas, un frenesí antidemocrático. La mejor colaboración a la que debe prestarse la oposición es no oponerse a nada: todo lo demás es sospechoso. Barreto no pareció demasiado impresionada. Pero ya se sabe que será (deberá ser) la recién nacida comisión parlamentaria parala reconstrucción de La Palma. Una claque del Ejecutivo en la que cualquier crítica será acallada como un intolerable electoralismo  

Antes de almorzar abandoné el Parlamento. Fuera se había despejado el cielo y un intenso azul se apoderaba de todos los horizontes. Me invité a un cortado a mí mismo y me expliqué lo muy jodido que estaba el oficio, exhausto reflejo de una democracia degradada, degradante, culiparlante. Reaccioné muy mal, la verdad. La próxima vez me mando un comunicado por wassapp.     

 

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Crónica parlamentaria. Rorró se ríe en el rincón gomero.

El principio del pleno se retrasó lo suyo –más de media hora –por el retraso de las conexiones aéreas entre Tenerife y varias islas. Porque los diputados son como las hadas, que llegan y se van volado, aunque el polvo de las alas se los pague usted. Como si temiera una revuelta Gustavo Matos había dejado su mochila ocre ocupando su butaca presidencial. Sus señorías, en pequeños grupos, masticaban su propio aburrimiento, con Vidina cada vez encoalicionada; Julio Pérez recordando tal vez la ominosa dictadura franquista con Manuel Marrero, que un par de horas más tarde había de advertir a los que querían una España “una, grande y libre” que no pasarán; los del PP siempre distantes entre sí, como una familia de erizos, y Juan Manuel García Ramos en su escaño, buscando en el móvil un verso de algún poeta neozelandés para asombrar al respetable. Por fin a las 11.03 sonaron los timbres convocando a los diputados y al par de minutos Matos, ya con la mochila en el suelo, declaró abierta la sesión plenaria.

En el banco azul se nota la ausencia del presidente Ángel Víctor Torres, que estaba en La Palma,  acompañado por Casimiro Curbelo como consejero supernumerario del Gobierno autonómico. Torres estaba de nuevo junto al volcán para vender que ya su Ejecutivo había soltado los 1.140 millones para pymes y autónomos y los tres millones y medio para agricultores, y es cierto, lo que no significa exactamente que ya esté disponible para la totalidad de los afectados, lo que no ocurrirá hasta dentro de diez o quince días.  Pero tenía prisa, mucha prisa para que no se le pueda reprochar que antes de fin de año sigue sin llegar un céntimo a La Palma. Torres se ha convertido en una pesadilla para sus subordinados, porque exige ininterrumpidamente que se agilicen los malditos expedientes y se pague ya. Con el presidente ausente varios corifeos pudieron descansar; Nira Fierro, por ejemplo, tuvo una mañana muy relajada.

Las primeras preguntas fueron para Román Rodríguez que, como siempre, estaba encantado. Si en un remoto futuro algún historiador despistado quiere conseguir una imagen de Rodríguez deberá leer un cuento maravilloso de Max Beerbohm titulado Enoch Soames; ahí aparece el diablo, un diablo mentiroso, jactancioso y sin escrúpulos, que muestra el mismo humor vitalista y el mismo código gestual polichinesco que Rodríguez. El vicepresidente y consejero de  Hacienda respondió a preguntas de García Ramos sobre la UE o a Nieves Lady sobre la planificación de la recuperación económica y social de La Palma; en ambos casos lo hizo con su facundia acostumbrada para no decir absolutamente nada. Cuando contestaba a la diputada palmera, por ejemplo, Rodríguez dijo que “había que repensar la economía de La Palma con criterios de  sostenibilidad”  lo que no pareció entusiasmar a su señoría. Más tarde, en otra comparecencia, el consejero de Obras Públicas, Sebastián Franquis, insistiría en que “todavía” se estaba en la fase de emergencias. Lo que no acaba de entender el Gobierno es que en una erupción volcánica de larga duración no puede aplicarse un cronograma lineal, es decir, la atención a las emergencias no puede ni debe posponer el diseño de una estrategia de análisis y recuperación económica.  El vicepresidente también fue interrogado por esos preocupantes informes previos sobre la reforma del sistema de financiación autonómica y del asombroso propósito que respiran: volver a anclar el REF en el sistema, lo que supondría para Canarias no solo vulnerar el Estatuto, sino perder cientos de millones de euros anualmente. Por supuesto todas las fuerzas políticas insistieron en que no tolerarían semejante agresión, menos el PSOE que, como suele ser habitual, piensa que todo es un malentendido entre caballeros (y damas) y no pasará nada grave. Curiosamente los más ardientes detractores estuvieron entre los diputados de Nueva Canaria. “Esta actitud previa del Ministerio de Hacienda nos tiene muy preocupados” dijo María Esther González, “y no vamos a tolerar ninguna rebaja de nuestros derechos”. Incluso Rodríguez musitó, fue un poco difícil escucharlo, que sumar de nuevo los recursos del REF a la cuota canaria en el sistema de financiación autonómico “sería jugarse el autogobierno”. Sería, en efecto, exactamente eso. Sería un mensaje explícito a la comunidad canaria: resígnense ustedes a una autonomía de segunda.

Rodríguez demostró, poco después, que en materia de grosería está bien servido, y que entiende que en la Cámara regional existen grupos parlamentarios de primera y de segunda. La diputada Socorro Beato (CC) había solicitado la comparecencia del vicepresidente para que explicara los avances (o empantanamientos) del proceso de transferencia de las nuevas competencias registradas en el Estatuto de Autonomía de 2018. Rodríguez se zafó de las explicaciones y se las endilgó a Julio Pérez, tal vez la criatura más omnívora del gabinete, porque siempre se come lo que le manden. De los tres ámbitos competenciales por cuya transferencia se ha interesado el Ejecutivo canario – ordenación de costas, tutela financiera y promoción y defensa de la competencia – no se han producido avances sustanciales en ninguno, lo que quedó perfectamente claro pese a los juegos malabares de Julio Pérez, que sembró varias genialidades tornasoladas siempre con una pizca de paciencia patriarcal: “vamos hacia un modelo de cogobernanza”, “obtener nuevas competencias no es más importante que ejercer correctamente las que ya tenemos”, “la verdad que no son tantas las nuevas competencias del Estatuto, no se crea”. Es como si le hubieran preguntado su opinión como caballero bien informado, no como si tuviera que responder a una demanda de información de la oposición. Beato fue dura y precisa con Rodríguez, leyó el articulado del Reglamento Orgánico del Gobierno, que atribuye al vicepresidente la coordinación en la gestión de las transferencias competenciales, y le acusó de escurrir el bulto, porque no tenía que ofrecer, después de dos años y medio, ningún avance a la Cámara. Para entonces ya había ocurrido lo más sorprendente: Román Rodríguez había abandonado el banco azul y se había largado a un escaño del grupo de la Agrupación Socialista Gomera, abriendo una animada tertulia con Jesús Ramos Chinea. Al ratito se acercó Luis Campos y subió el volumen de la conversación y se escucharon algunas risas. Mientras tanto Socorro Beato seguía preguntado, refiriéndose directamente a Rodríguez, y Julio Pérez seguía respondiendo.

Esta jocosa ordinariez del señor Rodríguez, montando numeritos en el salón de plenos con un comportamiento indigno que no tiene otro objetivo de burlarse de una diputada, sobrepasa ya cualquier límite, y debería tener una respuesta. No es ya una descortesía parlamentaria: es una palmaria grosería.  Imagínense ustedes que en medio de una comparecencia de un ministro que la sustituyera por medio de una artimaña, la vicepresidenta Nadia Calviño abandonase el banco azul y se marchara a contar chistes y hacer chirigotas a los escaños del PNV. Es exactamente lo que ocurrió ayer en la Cámara regional. Eso sí: quedó meridianamente claro que las transferencias a las que obliga el nuevo Estatuto de Autonomía están encalladas y que cuando ocurre eso al vicepresidente lo que se le ocurre es reírse del Parlamento. Como si fuera un merendero. El suyo.

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