Retiro lo escrito

La chapuza enigmática

Hoy se reúnen de nuevo Mariano Rajoy y Paulino Rivero. De nuevo las imágenes en la entrada central del Palacio de La Moncloa: las sonrisas, el apretón de manos, las dos figuras, el alto y el bajito, los Tip y Coll sin puñetera gracia de nuestro aciago destino, perdiéndose en la entrada para bracear hasta el saloncito de los sillones blancos. En la agenda de la entrevista figuran varios asuntos. Apostaría casi cualquier cosa a que los mediotínticos servicios presidenciales destacarán alguna declaración a posteriori de Rivero sobre las malditas prospecciones petrolíferas o ese enésimo y exhausto cacareo a propósito de la inquebrantable decisión de Canarias de no ser menos que el País Vasco o Cataluña.  En cambio dudo mucho que el jefe del Ejecutivo canario se descuelgue con alguna novedad sobre la reforma del REF que es más importante y trascendente – o debería serlo –para el futuro económico y social del Archipiélago que los sondeos de Repsol o incluso el nuevo modelo de financiación autonómica. Entre otras cosas porque el plazo para presentarlo y lucharlo en Bruselas se acorta día a día.
Es relativamente sencillo calificar lo hecho hasta el momento en materia propositiva sobre el REF. Basta con subrayar que se trata de una chapuza más o menos enigmática que ha estado huérfana de un verdadero debate político, empresarial y sindical. El curioso puede constatar fácilmente las interminables horas de titulares, discursos y declaraciones que ha volcado Rivero sobre los prospecciones petrolíferas y las que se ha dignado a dedicarle al REF –para aquilatar aun más las prioridades presidenciales puede consultarse, igualmente, el tiempo dedicado a un asunto y otro en la televisión autonómica. Este notable desequilibrio, por supuesto, deriva de cierta dificultad: para redefinir el nuevo REF resultaría imprescindible pensar Canarias – y debatir mucho y bien – con el objetivo de encontrar un nuevo horizonte para la economía regional una vez que ha desaparecido para siempre el espídico motor de la construcción y el negocio inmobiliario. Y eso deviene muy complejo y significa liderar, consensuar, estudiar, coordinar esfuerzos y aptitudes: un conjunto de aspiraciones y capacidades indetectables en la Presidencia del Gobierno de Canarias.  Si se sucumbe a la estúpida tentación de pretender colar un REF como paliativo contra la crisis y no se trabaja para articular un instrumento válido para una nueva estrategia económica el futuro será negro. Más negro que un derrame de petróleo.

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Abajo el ukelele

Cuentan los periodistas más veteranos que, en sus tiempos, era impensable desconocer el nombre del capitán general de Canarias mientras hoy casi nadie, en una de nuestras destartaladas redacciones, recuerda el nombre del jefe militar de la región. Cuando yo era infeliz y documentado, en cambio, muchos escribidores conocían el nombre y a veces incluso los dudosos milagros de los viceconsejeros y directores generales de Cultura. Durante unos años las secciones de Cultura de los periódicos locales tomaron fuelle y comenzó a tratarse en las mismas en relato y el diagnóstico de las políticas culturales de las administraciones públicas y germinaron suplementos que, a menudo, merecían la lectura (pienso, únicamente en Tenerife, en los admirables desvelos de Daniel Duque o Eduardo García Rojas). Todo eso (casi) se ha acabado. La información cultural que suelen ofrecer hoy los diarios se sustenta en la gacetilla escuálida, la nota de prensa emputecida, las entrevistas letárgicas y los titulares insignificantes. Así que no les extrañe que incluso a periodistas que suelen practicar (entre otras muchas charcuterías) la información cultural no sepan que el actual director general de Cultura del Gobierno autonómico se llama Xerach Gutiérrez Ortega.
Esta debilidad periodística, esta exhausta indiferencia por la catastrófica política cultural que desarrolla el Gobierno canario en un cementerio de ideas y propuestas  lo analiza el señor Xerach Gutiérrez como una prueba de madurez profesional. Lo pueden leer ustedes en una entrevista dadaísta que le hacen al director general en la web creativacanaria.com: una de las mayores explosiones de necedades, inconsecuencias y dislates en boca de un responsable político que he leído en muchos años. Gutiérrez guarda en su cráneo más perlas que Pitita Ridruejo en el armario y muestra la misma tendencia a levitar: “los empresarios de la cultura no se sienten empresarios”, “llegamos a tener más compañías teatrales que en Madrid”, “cuanto más culto es un pueblo mejores son sus decisiones”, “ahora valoramos mucho los programas que yo llamo vacas lecheras”,  “hay personas cuya profesión es ser pobres”,  “los presupuestos los hace la gente de Hacienda, que no saben que es cultura ni nada”…Yo me quedó, sin embargo, con el proyecto que Xerach Gutiérrez, sefún su propia confesión,  pondría en marcha si dispusiera de generosos recursos financieros: “un programa de internacionalización del timple”. Porque, en efecto, es triste, muy triste que la gente en Oregón, en Madrid o en Estambul sigan inclinándose, desdichadas víctimas de la ignorancia, por el ukelele.

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La industria de la indignación

El (todavía) juez Elpidio Silva visitará próximamente Tenerife para impartir – al parecer —una conferencia. Se cuenta que la organización que lo invitó como fulgurante estrella de unas jornadas de estudios jurídicos se quedó algo pasmada cuando el señor Silva reclamó como condiciones dos billetes en primera clase para él y su esposa y un estipendio de 3.000 euros. Costó bastante que rebajara su merecida soldada. El magistrado ha hecho un hueco en su agenda, es decir, en el delicado proceso judicial que lo tiene como acusado por prevaricación y en su estrambótica campaña electoral en pos de un heroico escaño en Estrasburgo. Para la muy indignada masa de los críticos del pútrido sistema político que nos asola, Elpidio Silva es un paladín y quien no comparta tan particular aserto, simplemente, demuestra su calidad de hediondo desecho moral. Silva está siendo inmolado. Silva es una víctima propiciatoria del oprobioso régimen. Silva está en el banquillo porque osó enchironar a Miguel Blesa – durante unos días – y eso no se le perdona.
La indignación está muy bien siempre que no pretenda usurpar el lugar de la lucidez y, no se diga, del conocimiento empírico de las cosas. Si Elpidio Silva está sentado en el banquillo de los acusados y puede acabar expulsado de la carrera judicial no es por haber encarcelado a Blesa, sino por haberlo hecho conculcando las normas procesales más elementales en una instrucción asombrosamente aberrante. Solo una estupidez granítica es incapaz de reparar en el enorme favor que el magistrado Silva prestó a un sujeto tan (digamos) evidentemente clasificable como Miguel Blesa. Gracias a una instrucción de chichinabo – ante cuyas flagrantes irregularidades  el Ministerio Fiscal ni puede ni debe mirar hacia otro lado – Blesa consigue desempeñar el papel de víctima porque, desde un punto de vista jurídicamente obvio, se han conculcado sus derechos. Para conseguir su objetivo y ver condenado a Elpidio Silva al expresidente de CajaMadrid no le haría falta contratar a Garrigues Walter: ganaría tranquilamente con un abogado de oficio que no hubiera sido sometido recientemente a una trepanación.
Elpidio Silva ha prestado un pésimo servicio a los preferentistas de Bankia. Verlos jaleándole en las puertas del Tribunal Superior de Justicia de Madrid no resulta reconfortante, sino más bien deprimente. Transmutar a un magistrado que ha realizado pésimamente su trabajo en un prodigio de valentía, honradez y civismo acrisolado forma parte de la confusión ceremonial de una izquierda fieramente decidida a no entender nada, en el seno de la cual brotan en esta primavera farsante, cual champiñones redentores, aquellos que como el propio Silva han encontrado en la indignación de los ciudadanos una prometedora industria.

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El cabo de la vela

No es que al PSC-PSOE le crezcan los enanos. Lo que ocurre es que el PSC es, desde hace tiempo, un triste y mortecino circo con las gradas semivacías donde los enanos se estiran, los acróbatas sufren esclerosis múltiple, los domadores devoran a los leones y los payasos ni siquiera hacen gracia mientras cuentan chistes optimistas frente al espejo de alguna Dirección General. Anteayer era la definitiva excomunión de los socialistas palmeros y hace unas horas la mayoría de la ejecutiva del PSOE de La Gomera ha presentado su dimisión, forzando así la de Casimiro Curbelo como secretario general de la organización insular.
Aunque se trata de crisis distintas y que se desenvuelven en sus propias y mezquinas dinámicas, los episodios de La Palma y La Gomera tienen una raíz común: la fosilización de las estructuras del partido, la oligarquización feroz de su dirección, la obsolescencia operativa de un modelo de acción política finiquitado e incapaz de renovarse para atraer a la sociedad civil y. en particular, a los más afectados por la crisis económica, el desempleo y el empobrecimiento. El PSC agoniza atravesando un proceso acelerado de desidentificación política, ideológica y programática y hasta ahora solo su participación en el Gobierno autonómico ha conseguido opacar una realidad dramática. La llegada al liderazgo del PSC-PSOE de un grisáceo profesor universitario que apenas ha servido de ocioso mascarón de proa de los viejos y nuevos barones y aparatistas de toda la vida ha contribuido a agravar aun más la situación. Una oligarquía arriscada, cínica y camastrona que en los últimos tres años ha estado dispuesta a pagar el precio de usufructuar despachos y moquetas. El precio a abonar, sencillamente, ha sido el propio PSC-PSOE.

Casimiro Curbelo lleva desde 1983 como secretario general del PSOE de La Gomera. Treinta años nada menos. Ha construido un modelo de clientelismo socialdemócrata, un caciquismo bienhechor ungido por las urnas cuyas sombras y pestilencias no hicieron pestañear a Jerónimo Saavedra, ni a Juan Carlos Alemán, ni a Juan Fernando López Aguilar ni a José Miguel Pérez. Arrasaba en las urnas y sus interminables éxitos purificaban cualquier carroña. Esta rebelión edípica – urdida principalmente por los alcaldes gomeros entre los que simulaba ser un primus inter pares, como simulaba Augusto gobernar con el Senado– ocurriría tarde o temprano. Ha llegado tarde; justo a tiempo, sin embargo, para desnudar la atroz crisis de un partido que se consume como el pábilo de una vela en una habitación a oscuras.

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Hasta la derrota final

Una delegación de los consejeros socialistas que en el Cabildo de La Palma decidieron establecer un pacto de gobierno con el PP viajó ayer a Madrid para entrevistarse con Gaspar Zarrías, secretario de Política Municipal del PSOE. El compañero Zarrías – exdiputado, exsenador, exvicepresidente de la Junta de Andalucía, exsecretario de Estado — deviene una prueba en carne mortal de que para sobrevivir en los cielos orgánicos no es imprescindible otra cosa que considerar el partido como un orden inmutable cuya principal función es autorreproducir su estatus quo. Ya lo dijo Bertold Brecht: “El que está solo tiene dos ojos/el Partido tiene miles de ojos…”  Gaspar Zarrías les vino a explicar eso, poco más o menos: Anselmo Pestana sufre una intolerable hipermetropía política, compañeros, y ustedes solo tienen dos ojos cada uno, mientras que el partido tiene miles de ojos, con lo que lo más pertinente es arrancarle los suyos. Todo posible acuerdo o transacción ha quedado definitivamente roto. Pestana y sus compañeros no están ya en el PSOE y no se tolerará su regreso. La dirección federal (a la que el secretario general del PSC, José Miguel Pérez, debió recurrir por su patética incapacidad para enderezar este entuerto) ha practicado algo más parecido a una excomunión que a una expulsión disciplinaria.
Lamentablemente la gran mayoría de las agrupaciones locales socialistas de La Palma siguen apoyando al que fuera su secretario general y defendiendo la moción de censura que descabalgó a la coalicionera Guadalupe González Taño de la Presidencia del Cabildo Insular. Tanto José Miguel Pérez como la dirección federal confían en que los militantes palmeros se bajen de la parra y reparen en que fuera del PSOE hace mucho frío. Se equivocan.  Es el PSOE donde, después de años y a veces décadas de militancia, les han congelado el resuello. En los últimos meses se han sucedido numerosas reuniones de este a oste de la isla con un asunto central a debatir: la creación de un nuevo partido político (¿Socialistas por La Palma?) que ya cuenta con simpatías tanto en la capital política (Santa Cruz) como en la capital económica (Los Llanos de Aridane). Apenas un año antes de las elecciones autonómicas y locales el PSC-PSOE podría quedarse reducido a una anécdota casi insignificante en La Palma y perder los dos diputados que obtuvo en 2011. Si se considera la acentuada debilidad política y organizativa del PSC en todos los territorios insulares se comprueba de nuevo que, gracias a José Miguel Pérez los socialistas seguirán cogobernando, quizás más allá del 2015, al precio de renunciar a su propio partido y a su autonomía programática y operativa. Marchando a toda velocidad en el coche oficial hasta la derrota final.

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