Retiro lo escrito

La transición valbuenística

Según afirmó ayer el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, en un foro organizado por una emisora radiofónica, en menos de tres meses se ha cuadruplicado la potencia fotovoltaica en Canarias para el autoconsumo: en 2019 había menos de 200 edificaciones que disponían de energía fotovoltaica y ahora son más de 2.000. Imagino que el presidente habrá tenido un lapsus y que quiso decir tres años, aunque tampoco cuadra. Es algo que le ocurre de vez en cuando a Torres: en su afán de demostrar que lleva Canarias en la cabeza a veces se le derrama la cabeza sobre Canarias. También se congratuló de la presentación en Tenerife de la Estrategia de Energía Sostenible para Canarias con la participación de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, quien endosará — ¿de una tacada? -466 millones de euros para el invento.

Es difícil orientarse en la selva selvaggia de propuestas, estrategias, marcos, proyectos legislativos, programas, soflamas y riquirracas en materia de energías renovables y sostenibilidad con la que el Ejecutivo se ha engalanado en los últimos años. Hay un proyecto de ley de Cambio Climático, se prepara una estrategia de Transición Justa y una estrategia de Justicia Climática, se ha redactado otra Estrategia Canaria de Acción Climática, está operativo un Plan de Transición Energética de Canarias (llamado casi cariñosamente el PTCan) y un Observatorio Energético de Canarias (bautizado OECan) y unas nonatas Agencias Insulares de Energía. Es como si los archivos de Napoleón, Petra Kelly y Maxwell Smart hubieran sido volcados en un contenedor (por supuesto, reciclable) y removidos con un palo. A lo largo de dos años y medio se han garrapateado estrategias y planes que es un primor, pero ahí fuera, sinceramente, la realidad no se ha dado por aludida por esta virtuosa grafomanía.

Fuera de las verdes praderas del Gobierno y de los retretes de los  habituales paniagüados la sensación más extendida es la intranquilidad. En una de las grandes apuestas (y denuncias) del consejero José Antonio Valbuena, el saneamiento de aguas, no se ha hecho prácticamente nada.  Tan poco se ha hecho, en efecto, que Valbuena no ha podido llevar a Teresa Ribera a otro sitio que a la Estación Depuradora de Buenos Aires, en Santa Cruz de Tenerife, una infraestructura en marcha desde finales de los años setenta y que ha sido sometida a una ampliación para alcanzar los 55.000 metros cúbicos de agua depurada al día. Es una lástima que el Gobierno de Torres no tenga nada que ver con esta obra, cuyo contrato fue firmado en diciembre de 2018, y que había sido licitada por el Gobierno de Mariano Rajoy.  La pasada semana los empresarios del sector de las energías renovables manifestaban su hartazgo ante los retrasos que acumulan las autorizaciones administrativas que debe resolver la Consejería de Transición Ecológica, especialmente para proyectos que cuentan con financiación de fondos europeos, perdidos irremisiblemente si no se ejecutan antes de fin de año.

En un horizonte más lejano el estupor y el nerviosismo son incluso más intensos.  Con la pachorra valbuenista,  torturando folios y folios con mandangas estratégicas y fritangas normativas,  se está perdiendo el tiempo para definir un modelo energético de transición – necesariamente un mix — y disponer de las infraestructuras de almacenamiento y distribución que garanticen el suministro eléctricos a ciudadanos y empresas. La testaruda negativa de considerar al gas como ingrediente básico del mix energético define muy bien a un Gobierno que se mueve (es un decir) entre el utopismo y el burocratismo mientras vende postales de unas islas descarbonizadas, si se excluyen, naturalmente, los muchos miles  de aviones que atraviesan nuestros cielos y aterrizan y despegan de nuestros aeropuertos. Valbuena lo dejará todo preparado – cada programa, cada medida, cada reglamento – para resolver la situación un minuto antes del fin del mundo.

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Broncas en el Cuadrilátero

Desde un punto de vista jurídico es más que discutible que el ayuntamiento de La Laguna pueda impedir la entrada de “menores de edad” en la zona del Cuadrilátero. Es una medida extraña, como ese anuncio del alcalde de pedir que se inspeccione su casa para comprobar que en su domicilio no se ha cometido ninguna irregularidad urbanística. Pero es que no se les ha ocurrido nada más por el momento. Imagino que ponerles una cruz a los transeúntes menores de edad será para protegerlos de las hordas de sexagenarios que siembran el horror en el centro de La Laguna. Como si las peleas y broncas solo las protagonizaran los que no han cumplido los 18 años.  Por supuesto los responsables del gobierno municipal han pedido apoyo –de nuevo — a la Subdelegación del Gobierno para montar otra vez el dispositivo policial que operó durante algunos meses el año pasado.

Que no crea el lector que la locución “dispositivo policial” alude a algo equiparable a las unidades blindadas del general Montgomery en el Norte de África. Es un modesto operativo en el que participan Policía Nacional y Policía Local y que se activaba especialmente las noches de viernes y sábados y otras fiestas de apalear. Lo extraordinario no es esta colaboración, sino la situación habitual del municipio, donde ha devenido casi milagroso descubrir un agente de la policía local después de caer la noche. La política de seguridad ciudadana que impera en las ciudades canarias se suele reducir a esperar que pase algo, y cuando pasa, se le saluda, y si la cosa persiste testarudamente, pues vamos a ver (arrastrando los pies) si se puede hacer algo al respecto. A pesar de recientes o inminentes crecimientos de plantilla, la infradotación policial es todavía común en toda el área metropolitana tinerfeña. Las broncas juveniles, cada vez más frecuentes, brotan en La Laguna, en Las Palmas, en Santa Cruz. Concretamente el municipio de San Cristóbal de La Laguna dispone de más de cien kilómetros cuadrados, y necesitaría, al menos, un centenar más de agentes policiales por su población y su extensión para garantizar su eficacia y eficiencia operativa. Y también superar la hedionda guerra de guerrillas que periódicamente emprenden los sindicatos policiales contra los gobiernos municipales de todo signo político, por lo general por razones crematísticas.

A los que han presenciado los altercados en el Cuadrilátero les sorprende inmediatamente cierto democratismo entre los participantes, porque aunque obviamente esté presente un porcentaje apreciable de lajas y colgados, no puede obviarse que la mayoría de los que intervienen en las grandes broncas son chicos bien vestidos y con bambas de cerca de 100 euracos. Pibes y pibas: el pasado sábado, sin ir más lejos, varios grupos de chicas se hostiaban entre sí con un entusiasmo que ya quisiera el señor obispo. Es una violencia interclasista que en realidad hegemonizan adolescentes y jóvenes de la alicaída mesocracia isleña. Ni siquiera saben pegarse, aunque se puedan hacer daño,  hasta que algún mamón saque un arma blanca y ocurra algo irreparable. Por su extensión, su frecuencia y su virulencia las explicaciones que insisten en describir estos enfrentamientos como gamberradas niños malcriados entre algodones solo evidencian ignorancia y simplonería. Supone una negativa a reconocer un problema grave y complejo – un hondo malestar y perturbación que afecta  a muchos miles de jóvenes canarios y  nadie parece tomarse en serio.

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Memoria, dignidad y futuro

A mediados de los años noventa publiqué, en La Gaceta de Canarias que en gloria esté, un artículo a propósito del descubrimiento de los restos de cinco cuerpos en la llamada fosa del alcalde, en el término municipal de Fuencaliente, entre ellos, los del alcalde republicano de Los Llanos de Aridane, Francisco Rodríguez Betancourt. Me parece que se procedió al entierro de algunos de ellos y la autoridad eclesial se negó a participar en la ceremonia, pese a que los finados eran católicos. Recordaba yo por entonces que todavía eran varios cientos los isleños que, asesinados extrajudicialmente o no por los golpistas en 1936 y 1937, habían desaparecido. Sus cuerpos se habían arrojado al mar, o precipitado por barrancos o fosas volcánicas, o abandonados en el campo para pasto de alimañas. Y mencionaba el monumento a Franco al final de Las Ramblas, cuya figura central, ese pendejo con espada que es el propio dictador, parece mirar a la rada de Santa Cruz de Tenerife, donde fueron ahogados muchas víctimas, entre ellas, el poeta Domingo López Torres. Los metían en sacos de esparto, a veces con un peso dentro, y los arrojaban a puñetazo y empujones, entre insultos y burlas,  a las frías aguas del amanecer.

A algunos no les gustó demasiado la referencia al frangollo escultórico de Ábalos.  Recuerdo haber recibido tres o cuatro cartas – todavía se escribían cartas por entonces – en la redacción. Es curioso, porque venían a decir lo mismo que les escucho a algunas personas ahora mismo. Hay gente –buena y mala gente — que vivieron el franquismo como un pez vive en una pecera, es decir, sin la más puñetera idea de donde estaban. Pertenecen a esa clase media chicharrera más o menos acomodada, más o menos petulante y ombliguista, que encontraba en la dictadura el orden natural de las cosas o que, sin sentir simpatías por el régimen, nunca les abrumó ninguna incomodidad por la brutalidad criminal del mismo. Para los hijos y aun los nietos de los vencedores y de los indiferentes apenas existió el franquismo — o eso creen — pero sí su niñez y juventud, su memoria, sus costumbres. El monumento de exaltación al  dictador era simplemente el lugar donde quedaban para luego pasear con sus colegas por la avenida Anaga. Por eso — por pura y satisfecha ignorancia de señoritingo – un concejal puede llegar a decir que un monumento erigido a Franco, Franco, Franco no tiene ninguna relación con el franquismo.

El conjunto escultórico de Ábalos, que se costeó confiscando parte del sueldo a funcionarios y a trabajadores de algunas empresas privadas, debe ser retirado por imperativo legal, y la retirada llega con un retraso indecente. Es una expresión artística mediocre y paniaguada al servicio de la propaganda y el enaltecimiento de una dictadura criminal. También se tardó décadas en retirar esa vergonzosa placa que, en la puerta central del edificio de la Capitanía General,  anunciaba triunfalmente que desde esa instalación había iniciado el generalísimo Francisco Franco la salvación de España. En los últimos años el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha impulsado acciones de reparación y homenaje a la memoria que el franquismo intentó confiscar también. La memoria de poetas como el citado López Torres, que ahora tiene una plaza en la ciudad, o Domingo Pérez Minik: la calle en la que vivió lleva ahora su nombre. El primero fue masacrado y el segundo encarcelado. A finales del mandato pasado fue declarado hijo predilecto de la ciudad José Carlos Schwatrz, el último alcalde de II República, cuya vida tampoco respetaron los fascistas. Santa Cruz debe emprender de una vez el encuentro crítico con las huellas simbólicas que dejaron las sucias manos de la dictadura en la ciudad. De una vez. La reconstrucción de una memoria crítica y abierta sobre el pasado, una memoria que honre a la gente decente y enaltezca la libertad, la dignidad cívica y los derechos humanos es la base indispensable de cualquier proyecto democrático en una nación, un país o una ciudad.

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La fantasía del tren

El tren hacia el Sur es uno de los seres fantásticos preferidos por el gran público en la mitología tinerfeña. Un tren que nos llevará a todos a todos los sures y convertirá la autopista casi en un hermoso paraje desértico. Hay gente que dice que todo está en los Simpson; yo, que he sido pedante desde jovencito y no lo voy a dejar ahora, sospecho que todo está en Eliot, que en La tierra baldía nos cuenta: “I read, much of the night, and go south in the winter…” Llevamos tantos años leyendo toda la noche sobre el tren – moderno, rápido, carísimo, salvífico, destructor – y pensando que en el próximo invierno iremos al sur… Pero el tren jamás se ejecutará, y si lo hace, cuando en su viaje inaugural no encontrará nada al llegar o tal vez hallará un montón de residencias con alemanes e ingleses moribundos junto a sus piscinas de pisos en manos de fondos buitre.

Durante ocho años Coalición y el PSOE votaron conjuntamente en los plenos para disponer las cantidades necesarias a fin de encargar los primeros estudios y prospectivas del trazado. Luego, hace dos años y medio, el PSOE, inspirado en el mago Pop, decidió que jamás había tenido responsabilidades en el Cabildo tinerfeño y prefirió olvidarse del proyecto. No exhibirse en contra exactamente sino sufrir cierta amnesia temporal. Ningún presidente mejor para aparentar una amnesia oportunista que Pedro Martín, cuya expresión más habitual corresponde a alguien que ha perdido las llaves y no consigue recordar donde las dejó, si es que tenía llaves y las dejó en algún sitio. Su vicepresidente, el ciudadano Arriaga, inerte consejero de Movilidad, decidió llevar una moción que recuperaba el entusiasmo por el tren, pero la retiró. Arriaga es uno de esos caballeros que puede prescindir con cierta comodidad no solo de las convicciones ajenas, sino también de las propias, y se cargó su moción porque Podemos,  que apoya con sus tres votos al gobierno de Martín, amenazó con represalias. Para Podemos el tren al Sur está conducido por el Maligno. Total, que el tren ya es al mismo tiempo pasado y futuro, proyecto y asco, solución y condenación. Como siempre ha sido. Falta apenas años y medio para las próximas elecciones. No se moverá una piedra ni se diseñará un solo pliego ni se tocará siquiera el asunto en los plenos.

Lo peor de todo es que el tren del sur, previsiblemente, no acabaría con los problemas de movilidad en las autopistas y carreteras tinerfeñas, aunque lo aliviaría significativamente. Es imposible regresar a 1980 y llegar desde Santa Cruz a El Sauzal o a Güimar en apenas quince minutos. A las miles y miles de personas que, desde los municipios del Norte deben acudir a diario a Santa Cruz por motivos laborales el tren del Sur les trae bastante sin cuidado. ¿Van a hacer otro en el Norte?  En Tenerife están avecindadas más de un millón de personas y por sus carreteras circulan unos 950.000 vehículos cada día. Mientras el vehículo individual sea entendido y tratado como un símbolo de identidad, casi una continuación mecánica del cuerpo del individuo, la movilidad no estará garantizada. Sería imprescindible, por ejemplo, dejar el coche fuera de las principales ciudades del archipiélago y proyectar en las afueras periurbanas amplias zonas de parking. ¿Qué político corre el riesgo de dejar sin automóvil a un elector a las puertas de Las Palmas de Gran Canaria o de Santa Cruz de Tenerife o de La Laguna?  La carga de responsabilidad de CC sobre esta catástrofe inminente resulta obvia, pero era y es asombroso que un problema tan grave y necrosado no sea motivo suficiente para consensuar estrategias entre distintas administraciones públicas; es bochornoso que una isla al borde del colapso circulatorio dependa de la debilidad estrábica de Martín, la roncante cobardía de Arriaga o el mesianismo de Belda y sus compañeros. Me temo que no iremos al sur si no es en nuestro propio fotingo o en las insuficientes guaguas de TITSA. Ciertamente todo está en la poesía: “…più nessuno mi porterà nel sud”. Es de Quasimodo. Creo que no tenía coche.

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Circo de pulgas

La élite política del país solo es rápida y ágil para una cosa: borrar sus propias huellas. Como era previsible que el PP hablara de tongo en la votación para convalidar el decreto de la reforma laboral  — el papel de  Meritxell Batet ha sido, como mínimo, cuestionable – el PSOE, a los cinco minutos de acabar el pleno, acusó directamente a los conservadores de haber comprado a los diputados de Unión del Pueblo Navarro: como si Adriana Lastra hubiera escuchado el sonido de las monedas cayendo en los bolsillos de los navarricos. En realidad el PP intentaba ocultar que entre sus diputados hay un oligofrénico que no sabe votar y que estaba en su casa tocándose las meninges y PSOE/UP lanzan humo para enmascarar la ruptura del bloque de investidura y su torpeza negociadora como diálogo transversal y apertura al centro. Aquí no hay estrategia, coherencia, respeto ni dignidad,: solo un circo de pulgas ansiosas.

Abajo, en los subtrópicos de tormenta y calima, de covid y preposiciones, de manueldominguez y nirafierros, la degradación político-institucional no es tan estruendosa, pero sin duda avanza. Se la puede escuchar como tenue música de fondo en los tuits gubernamentales. Hace algunas semanas un dirigente del PSOE me comentó satisfecho, arrastrando fruitivamente las palabras: “Va a llegar dinero para todo”. El dinero no es una preocupación. El de Ángel Víctor Torres es el primer gobierno de la crónica autonómica que no está preocupado por la pasta, al contrario, su única preocupación es poder  gestionar semejante dineral  sin morir de indigestión. Por lo demás es conveniente estar atentos a lo que incluye el para todo. El PSOE como organización política mercantilizada sufrió una tormentosa y apurada situación financiera hace más de una década, pero ahora es, valga la metáfora, un partido saneado y rico: sus terminales territoriales recibirán un caudaloso río de euros para la campaña y la precampaña electoral. Asignar los mayores fondos que jamás haya manejado la administración autonómica y contar con una generosa cobertura federal para la campaña electoral son las razones principales del optimismo del PSOE.  Están convencidos que por primera vez una crisis económica relevante no impedirá, sino al contrario, puede contribuir – gracias a los programas de reactivación decididos en la UE — a consolidar a la izquierda en el poder. También en Canarias.

El presidente Torres canta las maravillas de la evolución del empleo en las islas. Bueno. Una empresa española abrió recientemente una nueva y amplia sede en el sur de Tenerife. La media del salario de los trabajadores se mueve entre los 700 y los 800 euros. Por supuesto, por debajo del salario mínimo, pero es que contratan por un par de horas menos de la jornada laboral. Convertirán los contratos en indefinidos, pero con jornada de cinco horas y media. Todo esto le importa un rábano al señor Torres y sus corifeos. Es lo mismo que los decenas de millones de ayudas del Gobierno central que “ya están en La Palma”. ¿Qué significa eso? ¿Los tiene enterrados bajo un tonique Anselmo Pestana?  ¿Los escondió en una bolsita impermeable bajos del Chorros de Epina Miguel Ángel Pulido? ¿O los lleva a la isla en un falso volumen de El capital monopolista  de Baran y Sweezy Antonio Olivera? Porque salvo para un puñado de afortunados la situación de los damnificados por la larga y dañina erupción volcánica no ha cambiado sustancialmente. ¿Y la sorpresa del Plan Reactiva Canaria? ¿No le lleva a ninguna reflexión al presidente que la oposición (CC y PP) se quejen formalmente de ausencia de datos y transparencia? Pues no. Torres afirma que se ejecutaron 3.130 millones de euros en 2023, solapando iniciativas del PRC con gasto corriente consignado en los presupuestos generales de la Comunidad. Esta exhibición casi obscena de manipulación y charlatanería también socava la legitimidad del sistema democrático. Tranquilamente. Con una sonrisa en la boca, una palmadita en la espalda, una pulga levantando en peso el futuro de Canarias.

 

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