Retiro lo escrito

Terrorismo y obsolescencia

La recuperación editorial de un artículo de Rubens Ascanio, líder de la plataforma Unidos se Puede, que consiguió seis concejales en el ayuntamiento de La Laguna en las elecciones municipales del pasado mayo, se me antoja tan espontánea y casual como la ley de la gravedad, pero sospecho que Ascanio y sus compañeros, en lugar de mirar hacia la derecha, deberían hacerlo hacia la izquierda. La verdad es que el artículo, publicado hace algunos años, no tenía nada de particular. Me explicaré: nada de particular desde la sensibilidad ideológica de Ascanio, quien comenzó a comprometerse políticamente en organizaciones como el Tagoror Ecologista Alternativo o Azarug. Afirmar  –como he escuchado a algunos malévolos chismosos – que Rubens Ascanio defiende, justifica o apoya el terrorismo político es una estupidez repugnante. Pero en ese artículo – como en otros  suyos– lo que sí se puede rastrearse es una determinada visión de Canarias y su evolución política y social.  No se trata de huronear en viejos papeles o flamantes tuits lo que afirmó o negó un político o un candidato hace tres meses o tres años para encontrar una huella dactilar de zafiedad, intolerancia, ignorancia o cretinismo, sino de conocer sus puntos de vista, sus simpatía y diferencias, sus análisis y sus eventuales propuestas.
Si Ascanio se lió en el artículo de marras y consideró que estaba obligado a dar explicaciones es porque, precisamente, su texto está empapado en unas convicciones ideológicas que eran (y en su caso sorprendentemente siguen siendo) las de un izquierdista canario más o menos independentista durante los años setenta. Obviamente la policía era uno de los cuerpos represivos de los que se servía la brutal dictadura franquista, pero el homenaje sobre el que el dirigente político lagunero exponía severas dudas no era un reconocimiento a los grises, sino al funcionario policial que murió al intentar desactivar una bomba colocada por el MPAIAC. Más lamentable todavía es que Ascanio justifique haber calificado al asesinato de Rafael Valdenegros como un “trágico accidente”, porque el artefacto explosivo “estaba destinado a una sucursal bancaria y no iba dirigido a esa persona”. Ningún terrorista coloca bombas para que no afecten a otras personas. En realidad, tal y como señala Rafael Sánchez-Ferlosio, la intención prioritaria del terrorismo no es matar: lo principal es el anuncio. Desde el punto de vista del terrorista la muerte es siempre un daño colateral. En realidad todos son daños colaterales para el asesino ideológico y Ascanio, a su edad, debería saberlo. Como ciudadano lo que más me asombra de Ascanio y sus compañeros es que, desde una insatisfacción entendible y compartible,  todos sus análisis, toda su descripción crítica del entorno político y social,  todas sus hipotéticos modelos de gestión, toda su fraseología incluso están trufadas de una ideología que hace lustros demostró su obsolescencia para entender y transformar la realidad.

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El caso de Rita Maestre

Es muy fácil exponer lo siguiente: “Sí, Rita Maestre puede haber cometido un delito, está imputada en un proceso judicial, pero la hemos incluido en la lista Ahora Madrid convencidos de su inocencia”.  Pero eso es un argumento de la vieja política. Por tanto quedan básicamente dos opciones. La primera, que puede ejemplificar el artículo de ayer Ignacio Escolar en eldiario.es, es desviar la atención de la actuación de la señora Maestre y centrarla en el hecho de que esté abierta una capilla católica en una universidad pública. ¿Es eso aceptable en un Estado aconfesional? La táctica de Escolar es un poco burda. Personalmente me repatea mucho que existan espacios de culto abiertos en las universidades públicas españolas, pero es extremadamente dudoso que puedan ser consideradas un ilícito legal. En cambio, el artículo 523 del Código Penal español establece que  “el que con violencia, amenaza, tumulto o vías de hecho impidiere, interrumpiere o perturbare los actos, funciones, ceremonia o manifestaciones de las confesiones religiosas inscritas en el correspondiente registro público del Ministerio de Justicia, será castigado con la pena de prisión se seis meses a seis años, si el hecho se ha cometido en un lugar destinado al culto”. Y no se trata de un particularismo jurídico español: pueden encontrarse artículos muy semejantes en los códigos penales de Francia, Alemania o Noruega (si quieren leerlos consulten la entrada correspondiente en https://tsevanrabtan.wordpress.com). Contra lo que esputan algunos al respecto, el Estado aconfesional – tampoco el Estado laico – no tolera o alienta los ataques contra la libertad religiosa sino, al contrario, en el marco de una separación tajante entre Iglesia y Estado, la protege.

La otra vía apologética consiste en que, por supuesto, las leyes son una mierda, un subproducto infecto de la lucha de clases, un armazón coercitivo con el que se defienden los intereses de los poderosos, y por tanto cualquier denuncia – no se diga un procesamiento judicial – es una cínica farsa, y la señora Rita Maestre, una víctima en la lucha a favor de los verdaderos derechos democráticos, cívicos, laicistas. A partir de ahí a llenar la copa de twitter de denuestos, insultos y bromas chocarreras. Sinceramente no me parece un buen camino, como no resulta una vía muy práctica para estimular el laicismo irrumpir en una ceremonia religiosa enseñando las tetas y gritando consignas guerracivilistas.  Me temo que esto no parará aquí. No solo por el interés de la derecha política y sus medios de comunicación afines en desprestigiar la experiencia electoralmente exitosa de Ahora Madrid, sino porque estos conflictos son inevitables cuando se diseña una lista incorporando a activistas sociales dispuestos a transgresiones legales (todo activista no sirve para político y viceversa) y,  mucho peor aun, a mocosos y mocosas que confunden sus chutes hormonales con procesos revolucionarios más o menos inmediatos. No se les ha elegido para transformar el universo mundo, sino para gestionar decente y eficazmente una ciudad a favor de la mayoría social.

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Una decisión correcta

A algunos sectores de participantes y simpatizantes de la plataforma Ahora Madrid no les ha gustado absolutamente nada que la nueva alcaldesa, Manuela Carmena, haya decidido que Guillermo Zapata terminase su etapa como concejal de Cultura 24 horas después de haber sido nombrado. Zapata continuará en el equipo de gobierno como responsable del distrito de Fuencarral, pero sin competencias delegadas. Los disconformes se han irritado mucho por lo que consideran una concesión cobarde y mezquina a un complot de la derecha, la oligarquía empresarial,  los grandes poderes mediáticos y quizás los gnomos de Zurich, el Club Bilderberg y la CIA. Sin embargo Carmena ha actuado magníficamente y el comportamiento de Zapata ha sido irreprochable: tras presentar disculpas (incluso personalmente) a quien podría sentirse ofendidos por sus tuits ha razonado que su destitución  tiene sentido “para evitar que esta polémica termine afectando a la gestión del gobierno municipal”. Ambos han dado un ejemplo admirable de inteligencia política, sentido común y sensibilidad cívica.
Ocurre que entre los participantes y simpatizantes de la plataforma político-electoral que ha llevado a Carmena a la Alcaldía de Madrid pueden distinguirse, grosso modo, dos grandes grupos. Los primeros, mayoritarios,  se han trazado como objetivo un gobierno municipal eficiencia y eficaz, honesto y honrado, transparente y porfiado, que maximice los recursos financieros y técnicos disponibles para implementar políticas sociales y asistenciales en el ámbito competencial municipal. Los segundos, en cambio, priorizan las victorias en Madrid, Barcelona y otras capitales de provincia como un instrumento político: es el primer paso hacia una victoria en las elecciones generales y, eventualmente, hacia un cambio de régimen político en España. Algo así como esas municipales de 1931 que terminaron con los estertores de la dictadura primoriverista y prologaron la llegada de la II República. En general son gente – por decirlo brevemente – muy bruta,  hipnotizada por sus propios sortilegios verbales, que prefieren ignorar que Carmena y Colau han llegado al problemático cielo del poder municipal por consenso (es decir, gracias al apoyo que en la investidura de ambas alcaldesas han ofrecido otras fuerzas políticas) y no por el asalto de una mayoría electoral abrumadora. Es la izquierda, en definitiva, que casi siempre ha impedido que la izquierda gobierne en este país y cuya repulsiva e impostada superioridad moral causa repugnancia a cualquier ciudadano con dos dedos de frente y un ápice de sentido político honorable. En buena hora Manuela Carmena y Guillermo Zapata les han dado (también a ellos) un elegante y comedido correctivo. Y les escuece. Les escuece mucho. Pobrecitos.

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Relato o fistro duodenal

Ustedes deben entender a los columnistas. Sobre todo a los columnistas recipendiarios. Recuerdo un artículo de G.K.Chesterton – quien dirigió un semanario y fue un columnista excepcional – que se limitaba a narrar la breve caminata entre su sillón y el kiosco de prensa de la esquina – ida y vuelta – una mañana de nubes y claros, y transformaba el paseo en una vivísima odisea homérica, plagada de recompensas, peligros y amenazas. O aquel texto maravilloso de Ramón Gómez de la Serna que se limitaba a describir la Puerta del Sol en varias horas de una jornada cualquiera, construyendo un mosaico palpitante de universos urbanos siempre iguales y siempre distintos. Ocurre, sin embargo, que el columnista suele optar – nos urgen las prisas puñeteras – no por la sabiduría de las pequeñeces, sino por los gritos de las apariencias, no por resignarse a un caos diminuto, sino por encontrar un significado articulador que exige un testigo lúcido y sutil, es decir, él mismo. Siempre luce más fulgir como cronista de una versión local de Las Termópilas o de Waterloo que contar vulgares escaramuzas más o menos previsibles en pueblos y pedeanías Las negociaciones para formar un Gobierno – como ocurre ahora en Canarias –  deviene un terreno magnífico para explicarle al personal lo listo que eres y como no se te escapa nada. Por supuesto, lo principal es echar a andar un relato. Aunque empecinarse en sostener un relato en este asunto es como pretender introducir todas las tramas de Guerra y paz  en una actuación de Chiquito de la Calzada.

El relato cuenta ahora que lo que busca realmente Coalición Canaria es un pacto con el Partido Popular  — al que se sumarían los diputados de Casimiro Curbelo – y que si se entretiene negociando con el PSC-PSOE es porque…porque…bueno, porque les gusta perder el tiempo. Fernando Clavijo es un tipo frío y despiadado entre cuyos gustos estéticos está, por lo visto, condenar a Barragán y a Ruano a agotar las reservas de frutos secos de los hoteles. Es muy estúpido todo esto: los de CC optaron inicialmente a un pacto con el PSC-PSOE porque, echadas las cuentas, es el que mayor número de alcaldías y cogobiernos locales garantizaba en Tenerife y La Palma (sin descontar con que en Fuerteventura AM ya tenía cerrados acuerdos con los socialistas en la misma noche electoral). Lo que ha ocurrido es que en La Palma y, especialmente, en Tenerife, las resistencias socialistas llegaron al límite de lo permisible, a lo que se han sumado algunas rebeliones aisladas de coalicioneros inmunes a advertencias, ruegos o amenazas.  La traición de José Manuel Bermúdez, utilizada por los relatadores como prueba concluyente de las tendencias filoconservadoras de Clavijo y su equipo, es la única fórmula que encontró el alcalde chicharrero después de recabar inútilmente el apoyo de Ciudadanos y de Izquierda Unida – con llamadas a Barcelona y a Madrid — y de proponer a los tres partidos más votados un gobierno municipal tripartito, que rechazó el PSC. Porque un gobierno en minoría (una reedición del pacto entre Bermúdez y José Ángel Martín) estaría abocado a la presión sistemática de una oposición mayoritaria capaz de bloquear decisiones políticas y presupuestarias en cualquier momento. El relato, no digo que no, puede ser muy bonito, pero convendría tomarse en serio de vez en cuando a la realidad y menos al fistro duodenal.      

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Pacto zombi

El nonato acuerdo entre Coalición Canaria y el PSC-PSOE es ahora mismo un pacto zombi que camina dejándose cachos y haciendo muecas poco tranquilizadoras por los salones de hoteles de Gran Canaria y Tenerife. Los llamados pactos en cascada tienen una extensa hoja clínica ya en la crónica autonómica, pero en estos momentos se registra una novedad. En el pasado el problema radicaba en casos aislados de asorocamiento de alcaldes, concejales y consejeros de cabildos que se negaban vehementemente a seguir las directrices de sus direcciones regionales. Esta circunstancia ha sufrido una transformación cualitativa. Ahora mismo lo que ocurre es que un partido concreto (el PSC-PSOE) es absolutamente incapaz de controlar a sus agrupaciones y cargos electos en dos islas como La Palma y Tenerife. En la primera porque Anselmo Pestana y los suyos siguen dilatando los acuerdos – están convencidos de que otros cuatro años en la oposición en el cabildo y los principales ayuntamientos palmeros liquidaría definitivamente a CC – y en Tenerife porque, sencillamente, la gestora insular carece de capacidad política y operativa para mantener prietas las filas. Se los bacilan sin piedad: hasta los compañeros de La Guancha se permiten una interminable guachafita en las mismísimas papadas de Hernández Spínola y Julio Cruz.
Y sin acuerdos mínimos en Tenerife y La Palma cuando restan apenas 48 horas para la constitución de las corporaciones municipales el pacto es imposible. El PSC-PSOE está pagando – y probablemente le saldrá cara – la inverosímil desidia con la que José Miguel Pérez y su equipo de encallecidas mediocridades han gestionado los problemas y conflictos internos de la organización socialista en los últimos años. Ya que se le menciona, José Miguel Pérez es el gran y escandaloso ausente en esta negociación perniquebrada: ni una palabra sobre la orientación estratégica y programática de los socialistas por parte del vicepresidente del Gobierno autonómico. Ni una llamada telefónica a los centros de conflicto en Tenerife o La Palma. Nadie podrá decir que se lo dijo Pérez. Don José Miguel no está ni se le espera, al menos hasta la convocatoria de las elecciones generales, en las que intentará colarse como cabeza de la lista al Congreso de los Diputados. ¿Cómo se pacta con alguien incapacitado para mover sus propias fichas en el tablero municipal? Las fichas se mueven por sí solas y hace días han abandonado el tablero de juego mientras los negociadores socialistas, con sonrisas cada vez más nerviosas, insisten en señalar a los coalicioneros que siguen ahí, y que no verlas, señores, es un acto de mala fé. Mientras tanto José Manuel Soria, por supuesto, cuenta las fichas que se escurren hacia sus propios sumideros, pero Casimiro Curbelo no. Curbelo las silba.

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