Un grupo de amigos se han atrincherado mentalmente para simular que continúan viviendo en el año 2012. Ya han mandado correos electrónicos y mensajes de móvil felicitando el año que acaba de expirar. Saben, como todo el mundo, que este año 2013 supondrá una intensificación de la miseria, el horror y la destrucción, porque absolutamente nadie se cree las aviesas imbecilidades de Marinao Rajoy o, si se prefiere la versión local, las hocicudas chaladuras de Paulino Rivero, peroratando sobre la ejemplaridad de Canarias (¿qué?) y su inminente salida de la recesión económica. Una cosa es tratar de infundir confianza – y esos tiempos ya pasaron – y otras reírsele a la gente en la cara sin ningún recato. No, las élites políticas ya no intentan estimular la confianza, sino salvaguardar sus nalgas a través de una retórica de tres fases: a) no podemos hacer otra cosa, b) qué valientes somos al hacer lo que no tenemos más remedio que hacer y c) las cosas mejorarán, no pasado mañana, como es obvio, sino, uuuuh, digamos después del próximo verano. ¿Qué mejorará, el empleo, el crédito bancario, los servicios públicos? No pretenderá usted que se lo diga todo…
Curiosamente en los resúmenes del año 2012 que se han podido leer en los últimos días la situación del sistema financiero español ocupaba, casi siempre, un lugar secundario, tras las cifras del paro, la monstruosa deuda pública y privada o la sequía crediticia. Lo que sería de rigor (periodístico) es ofrecer un análisis que relacionase todos estos factores, cifras y situaciones, Y si se hiciera así la gigantesca farsa, el miserabe atraco a las arcas públicas que ha supuesto la interminable reforma del sistema financiero español ocuparía un lugar central y fuertemente condicional. Porque, para empezar, nadie conoce, con cierta exactitud, cuanto dinero público se ha gastado entre lo aportado por Bruselas, el FROB o los avales. Según unos, 50.000 millones, según otros, 70.000 y algunos aseguran que la cifra sobrepasa los 80.000 millones de euros. Ni un céntimo de multa ni un día de cárcel para los gestores de las antiguas cajas de ahorro, ni un reproche a los directivos del Banco de España, ni una migaja de caridad a las víctimas de las preferentes, a los que vieron sus ahorros arruinados, a los miles de empleados en la puta calle. Este atraco fabuloso se está realizando en un pulcro silencio y adelanta nuestra servidumbre de corderos obedientes aunque asqueados en los próximos meses. Sí, mis amigos tienen razón. Feliz 2012.