Microrrelatos

Cuando se despertó en la mayoría absoluta, la investigación judicial por cohecho, tráfico de influencias y prevaricación no solo seguía ahí, sino que estaba a punto de convertirse en una acusación con inminente  apertura de juicio oral. Pero los dinosaurios continuaban durmiendo en el Sir Anthony, hip. 

“Maestro”, preguntó el discípulo en medio de los altos de Chayofa, “¿existe Dios? ¿está Él ahora aquí?” El chamán inspiró largamente de su pipa y explicó al discípulo: “Escucha el sagrado principio del bertismo: Dios está en todas partes, pero atiende en el ayuntamiento”.

Érase una vez un alcalde al que pidieron que no siguiera contando cuentos. “Lleva usted contando el mismo cuento sin parar desde hace años sobre el Plan General de Ordenación. Termine ya y explíquese”. El alcalde se mostró generosamente de acuerdo con la oposición y en medio del pleno municipal proclamó: “Había una vez un PGO colorín colorado”. El acto fue recogido por todos los medios de comunicación, que señalaron positivamente el buen pulso narrativo del mandatario municipal y su ejemplar laconismo.

El príncipe odiaba el color blanco. Lo odiaba a todas horas, de día y de noche, y en su obsesión todo – las paredes de su despacho, su corbata, los concejales de la oposición, el interventor, la arena de las playas – se había tornado de un blanco insoportable. El príncipe llamó a su gran chambelán. “Manolo”, le dijo, “¿qué podemos hacer con el color blanco?” El chambelán se mostró sorprendido. “A mí lo que me preocupa, Alteza, es lo negro que se está poniendo todo”. El príncipe lamentó la estupidez de su súbdito. “Si no hay blanco no hay negro, animalito. Mete más publicidad”. Y así se hizo para alegría del gris.

Los trece apóstoles se quedaron dormidos por culpa del calor que azotaba al desierto y al Mesías mismo, que no los llamó a la oración. “Maestro”, le dijeron, “tenemos hambre y sed, pues no nos has designado delegaciones para seguir cobrando y ahora padecemos tu descuido”. “No os preocupeis”, contestó el Mesías, “que yo proveeré”. Los discípulos, maravillados, preguntaron: “¿Harás brotar leche y miel de estas secas piedras? ¿Creareis de la nada pan, carne y vino?”. “¿Pan, carne y vino? Nada de eso. Crearé una Jefa de Recursos Humanos y Nónimas”. Y así lo hizo, ensalzado sea.

El bertismo es una experiencia mística que no está al alcance de cualquiera. Por eso el 52% de la población de Arona, intuitiva conocedora de sus severas limitaciones espirituales, ha optado por no acudir a las urnas.

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

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