Mira que era fácil. Se pone uno el terno azul claro, una corbata a rayas, dos tijeretazos del peluquero de La Moncloa y anuncias impuestos a la banca y a las grandes compañías eléctricas y asunto encaminado. Y le ha funcionado al señor presidente. Basta con este juego de manos ejecutado con la intrépida pachorra de un fullero para conseguir sus objetivos: dejar en una esquina el progresismo de Podemos y del yolandismo porque para progresista él, cohesionar al Gobierno, obtener el placet (“usted se la levantado hoy de izquierdas, le felicito”, reconoció el coñoño de Rufián) del bloque parlamentario que lo ha apoyado, con excepciones y desmayos, en estos tres años. Pedro Sánchez, en una sola intervención, se aseguraba un segundo semestre políticamente descansado y sembraba el espacio del entendimiento para la negociación de los presupuestos generales del Estado para 2023 con los independentistas catalanes y vascos (y con el PNV).
¿Y la crisis inflacionista?
Bueno, uno no puede estar en todo. Por el momento el presidente afirmó que podría obtener con los heroicos impuestos a los demonios bancarios y las brujas eléctricas unos 3.500 millones de euros. La cifra de PIN español en el primes trimestre de 2021 fue de 317.928 millones de euros, lo que sirve para hacerse idea del peso real de una cifra que parece inicialmente tan abultada. En efecto, es una pasta que solo alcanza para sufragar al 100 billetes de trenes de cercanías y media distancia, para incrementar 100 euros al mes a cerca de un millón de becarios y a poco más. Ah, está la guinda esa, tan delicada, que expresa tanta empatía por el resto del país, del proyecto de miles de viviendas públicas en Madrid, pero es que algo hay que intentar con Isabel Díaz Ayuso – los madrileños están abocados a soportar ambas desgracias simultáneamente-. Y eso es más o menos todo, si exceptuamos un programa escolar para aprender computación, que pasaba por ahí y el presidente lo cogió del pescuezo.
Por supuesto la inflación, con semejantes majaderías, no va a decrecer, pero a Sánchez lo que le preocupa es perder estatura política, no perder poder adquisitivo. En el horizonte próximo quedan coyunturas apasionantes. Los podemitas ya han propuesto subidas tributarias a las grandes cadenas de supermercados. Venga, que esa gente no deja de ganar pasta. Luego – esta mierda lo ha explicado nada menos que una vicepresidente del Gobierno – la administración sufragaría bonos de alimentos y productos de limpieza e higiene para aquellas personas desempleadas o con un sueldo muy modesto: esa clase media trabajadora a la que gusta referirse el presidente en las últimas semanas y por las que se va a dejar la piel. ¿No es ligeramente obsceno que se exprese en esos términos un sujeto que tiene una paga vitalicia garantizada como expresidente del Gobierno? ¿Y las pensiones? Se van a revalorizar según el incremento del IPC? Un incremento del 7% –por ejemplo – supondría aumentar el gasto en unos 10.000 millones de euros en 2023. Si la inflación llegara a los dos dígitos el gasto podría dispararse más y alcanzar entre 12.000 y 13.000 millones de euros el próximo año. Hasta 10.000 millones más –solo en el capítulo de incremento de las pensiones – de lo hipotéticamente recaudado a la banca y a las compañías eléctricas.
Mimetizando a su hermano mayor, el Gobierno de Canarias no hace absolutamente nada. Tomó unas cuentas medidas menores y circunstanciales hace meses y ahí sigue, parado, feliz e intrauterino. ¿Bajar selectiva y puntualmente los impuestos o las cargas de los autónomos? Nada. ¿Llegar a acuerdos con cabildos y ayuntamientos para abaratar los costes del transporte público? Nada. ¿Rebajar el tramo autonómico del IRPF? ¿Aumentar preventivamente nuestro stock de petróleo y gas en previsión de un corte de suministro a gran escala en Europa? Nada. ¿Plan de contingencia por si el próximo otoño desaparece el turismo alemán y se ve afectado el turismo británico? Menos todavía. Ángel Víctor Torres reina feliz y benemérito en la Corte de los Milagros.