Soria ya no necesita bigote. El bigote de Soria ha sido un adminículo imprescindible en su escalada hacia el poder, con todas las características singulares que han distinguido su irregular remontada. Desde 1999 – cuando llegó a la presidencia del PP de Canarias – Soria ha sabido siempre que, salvo en Gran Canaria, su principal adversario no era el PSC-PSOE, sino CC, que le disputa el electorado del centroderecha. Y ha trabajado para lograr la conjunción precisa: la coincidencia de un triunfo arrasador en España del PP con el momento de mayor debilidad y/o desgaste de los coalicioneros en el poder autonómico. La supresión del bigote de Soria emblematiza una nueva era y ha sido acogida con honda preocupación en el Gobierno autonómico y en las direcciones de CC y el PSOE. Durante los últimos días el bigote de Soria se ha negado a hacer declaraciones, pero finalmente ha concedido una entrevista, pese a los intentos del líder del Partido Popular por boicotear cualquier contacto con los medios de comunicación. El bigote de Soria nos recibió en una habitación con vistas al mar en el complejo hotelero de Anfi Tauro, que paga en metálico, por supuesto.
–¿Cómo se encuentra?
–¿Cómo quiere que esté? Profundamente decepcionado. Ha ocurrido probablemente lo que era inevitable, pero aun así, en circunstancias como estas, se pasa mal…
— En un primer momento se aseguró que Soria le abandonaba, o que usted ha abandonado a Soria por…
–Yo no he abandonado a nadie. Siempre he sido coherente con mis posiciones. Si quiera saber la verdad no tiene más que hablar con la gillette fusion que encontrará en el cuarto de baño…
–De acuerdo. En un primer momento se aseguró que Soria le abandonaba meramente por motivos estéticos, no éticos…
–¿Cómo?
–Que usted se estaba poniendo canoso y el señor Soria vería en esa transformación cromática una amenaza a su imagen enérgica y carismática…
–Yo soy un bigote de centro. Siempre he sido un bigote centrista, justo debajo de la nariz, y debería saber que los centristas siempre actuamos por convicciones. Yo jamás he utilizado el chantaje y la amenaza para obtener objetivos políticos personales en el seno del Partido Popular. Antes de ponerme canoso hubiera presentado mi dimisión.
— Hemos hablado con relevantes cargos del PP y todos se muestran muy críticos con usted…
–¡Pero si no he dicho nada y la mitad se me ha ido por el desagüe!
–El secretario general del PP, Manuel Fernández, ha señalado que Soria ha prescindido de usted para dar un ejemplo de austeridad personal en los durísimos tiempos que corren… “Prescindiendo de su querido bigote, Soria muestra el camino correcto a todos los canarios, renunciando así, explícita y sacrificadamente, a los gastos que comporta la crema de afeitar, las hojillas y el agua destinada a este fin”. ¿Qué la parece?
— Pero, ¿cuánto ahorra uno prescindiendo del bigote?
–Se comenta que en un seminario impartido en Harvard al señor Soria le garantizaron que si lo despedía a usted no se ahorraría menos de 29 euros al año…
–¡Ja! ¿Y quién se lo dijo? ¿Roubini? De manera que, después de treinta años de militancia por la cara, te liquidan por 29 euros… Eso es impropio de un líder de centro reformista y deja bien claro cual sería su política económica y laboral en el Gobierno autonómico…
— ¿Y quién le ha dicho que Soria es un líder de centro reformista?
— Se lo he oído una mañana sí y otra también cuando se cepillaba los dientes… Claro que después se enjuagaba la boca y escupía.
–Según don Manuel Fernández usted debería asumir la nueva situación y no montar escándalos. “En el PP sobran los bigotes críticos que no saben cuál es su sitio”, ha dicho.
— Me imagino que el modelo que defiende el señor Fernández es el bigote de José Miguel Bravo. Un bigote que apenas lo es. Un bigote ínfimo y servil. Me parece intolerable. Además, ¿quién se cree las lecciones de austeridad de un individuo con gafas de oro que lleva encima más anillos dorados que Los Chichos?
— ¿Descarta usted entonces que vaya a crear un nuevo partido?
— Por supuesto que no. Ahora mismo, no.
–Se rumorea que ya lo ha inscrito incluso, “Bigotes X Gran Canaria”, y que estudia presentarse a las ya convocadas elecciones generales…
–Mire, eso son especulaciones sin fundamento…
–¿Y también es falso que ya tiene incluso el compromiso de algunos compañeros de sumarse a su nuevo proyecto político…?
— ¿Compañeros? ¿Quién?
— Se menciona el nombre de Carmen Guerra…
–Insisto. Son meras especulaciones sin fundamento. Por el momento me he limitado a abrir un paréntesis de reflexión y a comprar un peine nuevo…
–La presidenta del PP de Tenerife, Cristina Tavío, ha denunciado lo que considera “una deslealtad lamentable” por su parte.
–Aprecio a Cristina. Pero se equivoca. En ningún momento me he resistido. ¿Cómo podría hacerlo? Lo que no puede pretender Cristina, ni ningún otro compañero, es que me calle.
— Pues eso ha dicho la señora Tavío. “No pretendo que se calle, sino que guarde silencio”.
— ¿Y usted lo entiende?
— La verdad es que no.
— Ese es el gran éxito de Cristina Tavío. Es imposible entenderle una palabra y, por lo tanto, la gente renuncia a ello, renuncia incluso a escucharla para evitar las cefaleas, y así, automáticamente, mejora su imagen. Es una estrategia admirable. Pero Cristina sabe lo que hay. Sabe que existe un proceso de acorralamiento sectario en el PP. En los ochenta fueron a por las barbas. Las acusaban de desviaciones izquierdistas. Después eliminaron las patillas bajo acusaciones truculentas de conspiración en las barberías. Ahora te toca el turno a los bigotes. Y el bigote forma parte del ADN político e ideológico del Partido Popular. A ver a dónde hubiéramos llegado sin el bigote de José María Aznar. Sin el bigote de Aznar todavía estaría gobernando Felipe González. ¿Usted vio alguna vez a Felipe González con bigote?
— Jamás.
— Pues eso.