Recientemente, en dos o tres entrevistas, el Supremo Hacedor de Agana, Mulagua, Hipalán y Orone se ha dedicado a piropear al presidente Ángel Víctor Torres y a expresar su pío deseo de que el pacto de las flores pueda ser reeditado en 2023 “aunque está difícil”. Por supuesto, no descarto que existan almas puras que se tomen estas declaraciones como preferencias políticas y hasta ideológicas, peo es algo que cualquiera debería evitar. En primer lugar porque Casimiro Curbelo puede cambiar (hasta legítimamente) de opinión al respecto, y sin duda lo haría si los resultados que arrojen las urnas el próximo mayo le limitan aritméticamente su capacidad de pactar y le inclinan hacia otra opción o si sus exigencias son aceptadas por unos y rechazadas por otros. Sin embargo, existen más razones para que Curbelo prefiera seguir en la compañía de Torres otros cuatro años.
La principal es una renta de situación en la que nadie suele reparar cuando se habla de los espacios e instrumentos de poder que ha conseguido el líder de ASG en el Gobierno autónomo. Con su apoyo a Torres maese Curbelo se ha asegurado la Consejería de Turismo y varias empresas públicas muy rentables en lo político y sumamente samaritanas con amigos y compañeros, pero también la desactivación de facto al PSOE en La Gomera. El control de La Gomera por el casimirismo es casi total. Los psocialistas tienen una posición absolutamente marginal. Pero es que así deben seguir para satisfacción de Curbelo y su tropa. Un psocialismo gomero asordinado, voluntariosamente débil y que se toma todos los cuidados del mundo para no resultar demasiado crítico o entrometido en las políticas de Casimiro Curbelo, de sus consejeros y sus alcaldes. La gente del PSOE gomero te dice, simplemente, que no pueden hacer más, porque saben que el Papi, si se enfada demasiado, es perfectamente capaz de telefonear al presidente del Gobierno. Los socialistas gomeros, por lo tanto, deben renunciar a convertirse alguna vez en una auténtica alternativa de poder, lo que conduce, por supuesto, a acelerar la debilidad de la organización y a la momificación de sus dirigentes, que asumen su condición de celosos guardianes de su propio fracaso.
Solo por este motivo Curbelo preferiría – por el momento – seguir participando en una alianza gubernamental con el PSOE. Y eso aunque le irrite a menudo Román Rodríguez; en compensación, Podemos decidió cerrar los ojos, taparse la nariz y olvidarse de sus juicios sobre el sempiterno presidente del Cabildo de La Gomera, que acumula más de treinta años en el cargo y tiro porque me toca. Por supuesto, el PSOE también le permite viejas regalías, como designar los cargos directivos más relevantes del hospital insular, y las que vengan en el futuro, porque uno de sus objetivos es colonizar – empezando por sus respectivas RPT – todas las organizaciones y entidades autonómicas que se instalen o residencien en La Gomera en los próximos años. Y de aquí a la eternidad. O no exactamente, porque el futuro de la ASG está directamente ligada a la situación biológica de Curbelo. Es un proyecto –o mejor: un instrumento, más parecido a un cayado que a un partido político — absolutamente personal y personalizado, inimaginable sin su fundador y líder al frente, un mecanismo de reproducción del casimirismo y su clan. Como otras grandes figuras de la historia (Alejandro, Carlomagno, Cromwell) su imperio acabará con él mismo sin remedio. Algunos, singularmente pelotas, charlotean de la familia, como si pudiera instituirse una monarquía en La Gomera, para garantizar el futuro. Pero hay muy poco futuro en las salas de karaoke.