Gracias, señor viceconsejero, por la extensa información que nos ha ofrecido esta mañana (espero que le guste lo de extensa, aunque quizás debí decir precisa, o exacta, o tal vez irreprochable). Creo que estamos de acuerdo en algunos conceptos básicos alrededor de la necesaria modernización de las políticas culturales en esta Comunidad (tengo que rellenar cinco minutos de intervención, pero eso está chupado, como si me pongo a leer aquí todas las novelas de Manuel Puig, que estos animales no entienden nada) según unos criterios técnicos ampliamente consensuados. Tengo dicho en alguno de mis ensayos que la gestión cultural en una sociedad democrática debe ser participativa (joder, está frunciendo el ceño, igual no debí citarme) y su planteamiento, que ha definido aquí, creo que recoge incluso brillantemente, brillantemente diría yo, esa dimensión participativa. Ya apunté con ocasión de recibir el Premio Canarias de Literatura (lo siento, no lo puedo evitar, y además si no me hubieran dado ese premio yo no estaría aquí, o premio o no hay acuerdo electoral, lo dije muy claro) que una democracia no es verdadera ni perdurable sin la “autonomía cultural” de los individuos que la conforman. Y frente al burdo rumor que señala que desde su Viceconsejería se practica un intervencionismo ansioso y degradante las sólidas y acaso indestructibles explicaciones que ha brindado hoy mismo, ese (dale cera) ese (hay que frotarlo bien) ese discurso clarificador y solvente disipa cualquier duda que pudiera existir al respeto entre los compañeros que me miran ahora mismo estupefactos (estos no saben lo que quiere decir estupefactos, no hay problemas, me está saliendo maravillosamente).
Tal vez el hecho de haber asumido, hace mucho tiempo, es cierto, responsabilidades similares a las suyas, señor viceconsejero (ay, qué tiempos tan felices) comprendo mejor que nadie las dificultades que toda política transformadora conlleva. Transformar la compleja realidad de las artes escénicas en Canarias exige tiempo, innovación, rigor, equilibrio, sensibilidad, diálogo (digo yo que después de esto ya podrían prorrogar la colección automáticamente un par de años, un par de años como mínimo, me parece a mí) mucho diálogo, insisto, entre todos los sectores y subsectores implicados, entre todos los agentes individuales y colectivos afectados, entre los autores y los actores canarios que engrandecen la escena insular. Esa es la palabra clave, como estoy seguro que compartimos (remacha esto) ahora y siempre, señor viceconsejero: el diálogo con el sector y la extensión del apoyo estructural a las artes escénicas fuera de las grandes capitales y centros culturales de Canarias (quizás sería buena idea decirle a Aurelio que lo llame y le pida perdón, perdón por lo que sea, hombre, por lo que sea, y que le lleve una cajita de laguneros y roscos de yema). Diseño de programas, seguimiento de los mismos, evaluación y corrección de los mismos, que fueron también propósito metodológico en anteriores etapas, etapas en las que, por desgracia, no disponíamos de los recursos con los que cuenta usted actualmente y que tan bien sabe emplear por lo que estamos viendo en estos años (menos mal, sonríe y se toca el zarcillito, eso es una buena señal).
A nosotros, desde la oposición, nos cabe analizar sus resultados y, por supuesto, tender una mano para colaborar constructivamente con las críticas, críticas tan constructivas (¿y la edición de un librito con mis intervenciones parlamentarias después de las elecciones no sería objetivamente interesante?) como firmes y serenas. Seguiremos sus iniciativas y programas con atención y prescindiendo de bulos interesados que pueden surgir aquí o allá. Muchas gracias y buenos días (muchas gracias y quid pro quo).