¿Tantas ganar tienen ustedes, mijos y mijas, jovenzuelos y jovenzuelas de las Juventudes Socialistas, de pillar cacho y alcanzar la dicha de Patricia Hernández y David Godoy entre escaño y escaño, para proclamar con un ingenio inigualable en un vídeo patético que el actual presidente del Gobierno autónomo es un ángel para Canarias? ¿Cómo es posible que, en solo cuatro años, lleguen ustedes a un culto a la personalidad tan penoso, tan misérrimo, tan de críos idolátricos?
Hace tiempo no se veía por estos lares un video electoral tan desatinado, aunque se nota la abundancia de perritas manejados por los pibes (y pibas) que identifican progreso con progresismo. Las Juventudes Psocialistas aseguran que en el año 2019 los canarios eligieron “unas islas verdes, una tierra próspera, una Canarias más justa y feminista, un archipiélago diverso lleno de posibilidades, un lugar ideal (oigan, no bueno ni agradable, sino ideal) para desarrollar un proyecto de vida” (sic). Cabe deducir que en 2015 los canarios eligieron unas islas grises, una tierra misérrima, una Canarias más injusta y decididamente machista, un archipiélago homogéneo con muy poca diversidad, un lugar donde fuera imposible desarrollar cualquier proyecto, personal, impersonal o mixto. Prefiero no pensar en lo que eligieron los canarios en los comicios autonómicos de 2011, cuando el Partido Popular ganó las elecciones con 100.000 votos más que el PSOE. Dolor, destrucción, tortura y muerte. Afortunadamente José Manuel Soria no pudo gobernar. Lo impidió un pacto entre los socialistas y Coalición Canaria, los mismos coalicioneros que fueron elegidos cuatro años más tarde para emporcar esta tierra en una desesperación apocalíptica. No se me antoja demasiado aventurado deducir que los jóvenes socialistas consideran que la gente vota correctamente cuando vota por el PSOE y se equivoca cuando, vaya usted a saber por qué malignas sinrazones, vota mayoritariamente por otra fuerza política.
Ciertamente los tiempos, también en materia de marketing electoral, están cambiando hacia una idiotización cada vez más sofisticada. Ya no cuenta presentar el trabajo hecho ni exponer un programa de compromisos para la próxima legislatura, ni siquiera en un resumen trisílabo. Cambian las sociedades y cambian las campañas, pero prosperan estrategias y modelos que, simplemente, malbaratan el proceso democrático. Lo reducen a una pantomima sentimental y sentimentalizante. Lo emocional siempre fue importante en la propaganda política y electoral; ahora coloniza todo el espacio discursivo, parasita lo simbólico e impone sus normas salivares o lacrimógenas. Como escribe el muy sabio Xavier Peytibi en Las campañas conectadas, “cada vez tienen más importancia las percepciones, las relaciones y conseguir memorabilidad en el elector”. Sin duda. Recordar, por ejemplo, la corona de espinas que ha torturado la frente de Torres como si fuera el nazareno, dolorido pero triunfal, de una procesión de desgracias. Sin embargo, regalarle unas alas al presidente del Gobierno quizás sea un exceso de puerilidad con un punto de pleitesía tan desvergonzada como fuera de lugar. Por un instante recordé ese “jerónimamente tuyos” que en mala hora se inventó Manuel Padorno para encabezar un manifiesto de apoyo a Saavedra en las elecciones de 1987. Lo que entonces era una extravagancia se está convirtiendo en lo habitual. Nadie se había atrevido a angelizar a un jefe del Gobierno en estas ínsulas baratarias. Tenía que ser la izquierda, si es que las JJSS siguen siendo de izquierdas. Si Ángel Víctor Torres consigue su segunda investidura presidencial la propia Ada Santana introducirá en el reglamento de Juventudes una plegaria obligatoria entre los militantes: “Ángel de mi guarda/dulce compañía/no me desampares/ni de noche ni de día/. No me dejes sola/sé en todo mi guía/sin Ti soy chiquito/y me perdería”.