La élite política del país solo es rápida y ágil para una cosa: borrar sus propias huellas. Como era previsible que el PP hablara de tongo en la votación para convalidar el decreto de la reforma laboral — el papel de Meritxell Batet ha sido, como mínimo, cuestionable – el PSOE, a los cinco minutos de acabar el pleno, acusó directamente a los conservadores de haber comprado a los diputados de Unión del Pueblo Navarro: como si Adriana Lastra hubiera escuchado el sonido de las monedas cayendo en los bolsillos de los navarricos. En realidad el PP intentaba ocultar que entre sus diputados hay un oligofrénico que no sabe votar y que estaba en su casa tocándose las meninges y PSOE/UP lanzan humo para enmascarar la ruptura del bloque de investidura y su torpeza negociadora como diálogo transversal y apertura al centro. Aquí no hay estrategia, coherencia, respeto ni dignidad,: solo un circo de pulgas ansiosas.
Abajo, en los subtrópicos de tormenta y calima, de covid y preposiciones, de manueldominguez y nirafierros, la degradación político-institucional no es tan estruendosa, pero sin duda avanza. Se la puede escuchar como tenue música de fondo en los tuits gubernamentales. Hace algunas semanas un dirigente del PSOE me comentó satisfecho, arrastrando fruitivamente las palabras: “Va a llegar dinero para todo”. El dinero no es una preocupación. El de Ángel Víctor Torres es el primer gobierno de la crónica autonómica que no está preocupado por la pasta, al contrario, su única preocupación es poder gestionar semejante dineral sin morir de indigestión. Por lo demás es conveniente estar atentos a lo que incluye el para todo. El PSOE como organización política mercantilizada sufrió una tormentosa y apurada situación financiera hace más de una década, pero ahora es, valga la metáfora, un partido saneado y rico: sus terminales territoriales recibirán un caudaloso río de euros para la campaña y la precampaña electoral. Asignar los mayores fondos que jamás haya manejado la administración autonómica y contar con una generosa cobertura federal para la campaña electoral son las razones principales del optimismo del PSOE. Están convencidos que por primera vez una crisis económica relevante no impedirá, sino al contrario, puede contribuir – gracias a los programas de reactivación decididos en la UE — a consolidar a la izquierda en el poder. También en Canarias.
El presidente Torres canta las maravillas de la evolución del empleo en las islas. Bueno. Una empresa española abrió recientemente una nueva y amplia sede en el sur de Tenerife. La media del salario de los trabajadores se mueve entre los 700 y los 800 euros. Por supuesto, por debajo del salario mínimo, pero es que contratan por un par de horas menos de la jornada laboral. Convertirán los contratos en indefinidos, pero con jornada de cinco horas y media. Todo esto le importa un rábano al señor Torres y sus corifeos. Es lo mismo que los decenas de millones de ayudas del Gobierno central que “ya están en La Palma”. ¿Qué significa eso? ¿Los tiene enterrados bajo un tonique Anselmo Pestana? ¿Los escondió en una bolsita impermeable bajos del Chorros de Epina Miguel Ángel Pulido? ¿O los lleva a la isla en un falso volumen de El capital monopolista de Baran y Sweezy Antonio Olivera? Porque salvo para un puñado de afortunados la situación de los damnificados por la larga y dañina erupción volcánica no ha cambiado sustancialmente. ¿Y la sorpresa del Plan Reactiva Canaria? ¿No le lleva a ninguna reflexión al presidente que la oposición (CC y PP) se quejen formalmente de ausencia de datos y transparencia? Pues no. Torres afirma que se ejecutaron 3.130 millones de euros en 2023, solapando iniciativas del PRC con gasto corriente consignado en los presupuestos generales de la Comunidad. Esta exhibición casi obscena de manipulación y charlatanería también socava la legitimidad del sistema democrático. Tranquilamente. Con una sonrisa en la boca, una palmadita en la espalda, una pulga levantando en peso el futuro de Canarias.