democtracia

Hacer política no es tener razón

Quizás los más emocionados con el miedo (verdadero o falso) que produce una hipotética victoria electoral de Podemos sean los simpatizantes de Podemos, y ni siquiera sus promotores fundacionales. En las encuestas los ciudadanos consultados parecen exactamente jugar a generar miedo a los partidos del establishment político, desde el PP a IU: mayoritariamente no confían en que Pablo iglesias y su germinal organización cuenten con un programa político coherente y bien definido, incluso viable, pero les votarían y así lo expresan porque sus vais a cagar. Personalmente me entusiasma la imagen de Iglesias recibido por Felipe VI y  saliendo de palacio con el encargo de formar gobierno. El profesor Iglesias como presidente del Gobierno constituiría una simpática enmienda a la totalidad del análisis político que sostiene el discurso de Podemos, según el cual en el Estado español la democracia es una indigna fantochada. Como según sus documentos Podemos descree de la reforma del sistema político y las instituciones públicas si no es mediante la apertura de un proceso constituyente,  sería magnífico comprobar como se las arreglan para consensuar una nueva Constitución única y exclusivamente consigo mismos, porque a buen seguro no tolerarían contaminarse con conservadores, liberales socialdemócratas, reformistas, nacionalistas, regionalistas y demás ralea.
Si las expectativas electorales de Podemos siguen creciendo no es porque sus propuestas resulten irresistiblemente convincentes para muchísimos españoles, sino porque en el ecosistema político del país no se vislumbra ninguna alternativa verosímil que ataque resolutivamente el desempleo, la pobreza, la desigualdad, la destrucción de los servicios públicos, la corrupción política y el abuso de poder. Ninguna. Al contrario: la corrupción, el empleo inestable y mísero, el paro, la crisis fiscal y la desarticulación del Estado de Bienestar, lejos de ser problemas coyunturales, son el resultado inevitable de las políticas económicas y fiscales que se han transformado en una ortodoxia pontifical. Se ha confiando cínicamente en la infinita capacidad de aguante y resignación de los ciudadanos en una democracia progresivamente jibarizada y los ciudadanos han recordado que les queda una carta potentísima, que es su propio voto. Estas circunstancias elementales no le restan un ápice de valor e inteligencia a los impulsores de Podemos como proyecto político bastante más abierto de lo que muchos niegan y muchos menos experimental que lo que sueñan sus afiliados. Iglesias y compañía ya han demostrado todo los votos que se puede atesorar como fuerza de oposición. Para ser un partido de gobierno debe ganar credibilidad no como vocero del malestar, sino como un gestor público convincente, democrática y eficientemente, y eso la gente tiene que verlo. Hacer política no es tener la razón. Ni siquiera de vez en cuando.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?