desempleo

Desempleo y educación

Cuando la recesión económica comenzó a morder (unos meses antes apenas solo había empezado a enseñar los dientes), es decir, en el año 2008, el porcentaje de canarios menor de 25 años que solo disponía de estudios básicos – certificado de estudios primarios, graduado escolar o ESO – era aproximadamente de un 54,5%. La media española se situaba en un 49%, con Madrid (35,1%), el País Vasco (36,4%) y Navarra (con un 41,1%) como las tasas más bajas. Los isleños con una educación secundaria superior llegaban a un 22,5% y los que disponían de un título universitario apenas rozaban el 22,9%. Mientras tanto los porcentajes en son de un 25% en el Reino Unido, un 23% en Alemania y un 21% en Francia. En general las estadísticas demuestran que a mayor número de individuos con estudios básicos en una comunidad más intensamente se ha incrementado la tasa de desempleo: Canarias, Extremadura, Andalucía, Murcia, Ceuta y Melilla.
Cuando más de la mitad de tu fuerza de trabajo solo cuenta con estudios básicos – es decir, carece de recursos intelectuales y capacidades profesionales – tienes un verdadero problema. No se trata de que todos los jóvenes se transformen en universitarios. El número de titulados universitarios en el Archipiélago no resulta escandalosamente bajo. Lo  ocurre es que más de la mitad de tus jóvenes no sabe hacer absolutamente nada y carece de los hábitos (la disciplina, el esfuerzo, la autoorganización, el sacrificio) para desarrollar una actividad laboral que no se base en la tracción animal. El fracaso de la educación en Canarias es, sobre todo, el fracaso de los estudios medios y de la formación profesional, con los idiomas, la gestión de procesos informáticos, las matemáticas y la capacidad de pensamiento abstracto como un horizonte desterrado para la mayoría de las clases medias y trabajadoras del país. Si a esto se suma que más del 70% de los desempleados mayores de 45 años registran las mismas carencias educativas y formativas el futuro se oscurece hasta la desesperación. Los entresijos de una disciplina como la economía de la educación constituyen un exotismo grotesco por estos andurriales. Los que hablan en la presente campaña electoral de mágicos yacimientos de empleo, como las energías renovables, suelen olvidar dos cosas. Primero, que el empleo generado por las energías renovables y las tecnologías de la información es, en efecto, un empleo de calidad, pero exige una titulación académica y profesional imposible de obtener ya para muchas decenas de miles de canarios. Y segundo, que se trata de empleos relativamente estables y bien pagados, pero cuantitativamente casi insignificantes. Una planta eólica que proporcione electricidad a diez mil personas y un pool de empresas relevantes puede gestionarse perfectamente con una decena de profesionales solventes.
Las relaciones entre educación y desempleo, como las que existen entre nuestros dramáticos índices de paro, las dimensiones de las empresas canarias y nuestra miserable productividad, son asuntos ausentes en la agenda político-electoral de los últimos meses: la realidad es políticamente tóxica.  Aunque en estos conjunto de interrelaciones, cuya corección exigiría una amplia estrategia política basada en reformas administrativas, fiscales y educativas,  se juegue simplemente la viabilidad político, económica y social de esta comunidad autonómica.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Prosapias extractivas

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Una herida que no cicatrizará

El descenso del desempleo en el pasado mes de marzo en Canarias ha sido relevante, pero no pasmoso  — unos 20.000 parados menos respecto a marzo de 2014  — y debe tomarse con pinzas si se recuerda la tendencia a contrataciones temporales muy cortas con motivo de la semana santa. No parece que marchemos a toda velocidad hacia el pleno empleo, una situación tan desconocida en las islas como las tormentas de nieve. Tal y como ha explicado José Conde-Ruiz (y su análisis es tan pertinente, con las cifras delante, en Canarias como en toda España) se ha iniciado una recuperación económica (y laboral) ya evidente, pero lastrada por los desequilibrios que la misma está generando: precariedad, aumento de las deudas paras las futuras generaciones y, muy especialmente, “un crecimiento no inclusivo que, por un lado, está dejando atrás colectivos importantes como los parados de larga duración, y por otro, provoca ajustes salariales desproporcionados”. Dos tercios de los isleños cobran menos de 1.000 euros mensuales, pero no es una situación inédita, sino una caída más pronunciada respecto a los bajos niveles salariales que ya se registraban en 2008.
La situación de los 133.000 desempleados canarios que no perciben absolutamente ninguna ayuda pública es particularmente angustiosa. Son decenas de miles de ciudadanos que en vez de vivir gastan todas sus energías en sobrevivir milagrosamente. Más de 90.000 cuentan con más de 45 años y su incorporación al mercado laboral se antoja muy incierta. Constituyen un problema político y social de primer orden pero, pese a que nos encontremos ya instalados en las espeluznantes delicias de la campaña electoral, resulta imposible encontrar una sola respuesta  específica para este problema sangrante y mendicante a derecha o a izquierda, entre las viejas fuerzas políticas o las nuevas. Como respuesta instantánea se escucha en las conversas de café electrónicas (vulgo chats) la reclamación inmediata de una renta universal acotada para los desempleados de larga duración en el Archipiélago: aquellos que han agotado todos los subsidios. Si estipulamos una prestación de 500 euros mensuales para cada afectado el coste anual de esta medida rondaría los 800 millones de euros anuales. A lo largo de la próxima legislatura significaría un desembolso global de unos 3.200 millones de euros aproximadamente. Es difícil concebir las fuentes fiscales que proporcionarían estas cantidades y más complejo todavía imaginar donde meter tijera en los gastos autonómicos para obtener semejante dineral cuando la situación de los servicios sociales y asistenciales se mantiene en un muy precario equilibrio entre la disfuncionalidad y el colapso. Mientras estallan los fuegos artificiales de la resignación ciega y sorda o de la fantasía voluntarista que todo lo puede un ejército de derrotados aprende a vivir de la limosna y el trueque y se ahoga en la indignidad en las calles y plazas de Canarias.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Otras menudencias

No digo que cada día no tenga su afán y cada noche su duermevela, pero creo que nos agobian problemas más importantes que el incidente entre el barco de Greenpeace y la Armada Española en las aguas donde ya han comenzado las prospecciones indagatorias de Repsol, más graves incluso, y que caigan sobre mi cabeza todas las maldiciones del averno ecológico, que las prospecciones mismas. Si está claro (y lo está para Juan López de Uralde: leáse la entrada al respecto en el blog www.seguimosinformando.com) que varios tripulantes del Artic Sunrise, a bordo de lanchas rápidas, pretendieron abordar la plataforma, ya sea para plantar ahí una pancarta, ya sea para pintar algún eslogan de protesta, no cabía esperar otra actitud del buque de la Armada que la de una abierta oposición a fin de impedirlo. Algo muy distinto es que la reacción de la Armada haya sido brutalmente desproporcionada, embistiendo ferozmente contra los ecologistas y, al final, hiriendo de cierta gravedad a una de ellos. La guinda del despropósito – y evidencia de una pésima gestión política y operativa de esta crisis – se concentra en la multa impuesta a Greenpeace y la inmovilización de su barco en Arrecife hasta que abonen la sanción.
Uno sabe perfectamente que el atractivo épico de este asunto resulta casi irresistible, trufado de metáforas, imágenes, indignaciones y reclamos, y el Gobierno autonómico lo jalea con una habilidad retórica digna de Sautier Casaseca. El presidente Paulino Rivero ha llegado a afirmar enardecidamente que “esto es la mayor agresión de España a Canarias desde la conquista”, sin precisar luctuosos episodios anteriores. De creer a Rivero los sondeos en las proximidades de Lanzarote y Fuerteventura es lo peor que nos ha ocurrido en los últimos 500 años. Sin duda instalado en la frivolidad, se me ocurren otras cosas, pongamos, el franquismo: una dictadura criminal que asesinó a cientos de canarios, encarceló y torturó a varios miles y nos condenó a una autarquía de hambre, piojos, terror, ignorancia planificada y subdesarrollo.
El presidente Rivero sufre, como es notorio, una disonancia histórico-cognitiva que le ha llevado a asumir que la historia de Canarias comenzó en junio del año 2007. Aun así en estos siete años y medio podemos citar entre otras menudencias un desempleo que ha llegado al 33% de la población activa, unos servicios sociales a punto de colapsar, un empobrecimiento asfixiante de las clases medias, una estructura político-administrativa cuyo mal diseño y deficiente funcionamiento no ha llevado a reformas estructurales imprescindibles, un incremento portentoso de la desigualdad de rentas, problemas de malnutrición infantil, una paralización suicida en el desarrollo de energías alternativas. Igual el señor Rivero tiene razones para obsesionarse febrilmente con los sondeos y utilizar el petróleo como tinta de calamar. Los ciudadanos, no.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Seis razones para el desempleo en Canarias

El alto desempleo estructural es uno de los rasgos definitorios de la economía canaria – el mejor dato, de 2007, lo elevaba al 10%, un porcentaje escandaloso en cualquier país desarrollado – pero no pierda usted el tiempo buscando monografías académicas al respecto. En nuestra Facultad de Ciencias Económicas trabajan profesionales estupendos, pero deben tener guardados estos estudios para convertirlos en un betseller cuando llegue el canibalismo al Archipiélago. El desempleo crónico no es únicamente la más dolorosa consecuencia de una coyuntura económica.  Un alto desempleo cronificado resulta, al mismo tiempo, un factor de consecuencias negativas en todos los órdenes (en la fiscalidad, en el consumo,  en la desigualdad de rentas)  y un despilfarro disparatado de recursos. Muchos se preguntan las razones por las que el paro no desciende en las islas pese a la bonanza del turismo. Sería interesante abrir un debate (coherente, informado y basado en la evidencia empírica) al respecto que trascienda las reiteradas, insoportables, indecentes andanadas que se prodigan entre ellos los partidos políticos.

1. El turismo está muy bien, pero jamás ha sido el motor central y exclusivo del crecimiento de Canarias.  Y no solo eso: el mercado de trabajo en el sector turístico ha cambiado. Se ha intensificado la carga de trabajo por empleado y la eventualidad es la norma más habitual. Pero lo fundamental es que el crecimiento económico – y la creación de puestos de trabajo – que explosionó en la década que media entre 1997 y 2007 estaban asociados, en mayor medida que la actividad turística, a la construcción y a la inversión pública. El peso del sector público en la economía isleña llegó a superar el 15% del PIB regional a principios de siglo. Las administraciones públicas canarias han controlado en los últimos veinte años la oferta de servicios básicos y la materialización de infraestructuras y han subvencionado fuertemente un amplísimo abanico de actividades económicas y empresariales. El hundimiento de la construcción y los recortes presupuestarios por exigencia de los compromisos fiscales han tenido una incidencia directa en el vertiginoso aumento del desempleo en Canarias. En los presupuestos generales del Estado de 2014 la inversión en Canarias representa un 45% de lo recogido en los presupuestos generales de 2011 mientras las partidas destinadas a compensar el hecho insular han descendido cerca del 25% en dicho periodo.

2. Los cuarentones no vienen con un pan bajo el brazo. La sociedad canaria ya no es mayoritariamente joven, como ocurría hace veinte años, pero el país tiene actualmente una tasa de población activa – el porcentaje de gente en edad de trabajar que quieren hacerlo respecto a la población total– apreciablemente superior a la media de la UE (un 3% aproximadamente) y a la española (más del 1,5%). La pirámide poblacional canaria apunta a un horizonte muy preocupante: en 2020 se sumarán a los ciudadanos jubilados unas 35.000 personas más que en la actualidad; en 2025, unos 43.000.  Actualmente por cada dos canarios en edad de trabajar corresponde un pensionista.

3. En Canarias las grandes empresas – las que pueden invertir más, crean más puestos de trabajo, aportan mayor valor añadido y estimulan una mayor cualificación – son muy pocas. Hace un siglo las islas, bajo influencia británica, fueron territorio de acción de empresas emblemáticas en el comercio internacional; actualmente el tejido empresarial canario lo constituyen básicamente pymes y, sobre todo, microempresas y autónomos (cientos de las cuales han desaparecido desde 2008 pero volverán a germinar, con la misma debilidad intrínseca y escasa viabilidad, a medida que se acentúe la todavía embrionaria recuperación económica).

4. El mercado laboral canario lleva impresos a fuego desde hace décadas la temporalidad extrema, la precarización y los salarios comparativamente bajos. Más de un tercio de los empleados canarios soportan contratos temporales – la media es de cuatro meses, pero está cayendo según la EPA a favor de contratos por semanas y días —  y casi el 70% cobra menos de mil euros mensuales. Muchos estudios y análisis de mercado laboral señalan una relación directa entre la contratación temporal y la tasa de desempleo en una economía. En 2008 la contratación temporal en Canarias era del 33,5%, en España del 31,7%, la media de la Unión Europea, alrededor de un 15%.  Si existe alguna comunidad autonómica en la que la dualidad del mercado laboral español es más sangrante se trata, sin duda, de Canarias.

5. El cortocircuito entre sistema educativo y mercado laboral no se ha reparado en Canarias y ha quedado patente en todo su obsceno esplendor en el último lustro. En particular la situación de la Formación Profesional y de la enseñanza de idiomas es patética. Obviando el abandono escolar y las espeluznantes tasas de absentismo la mayor parte de los egresados del sistema educativo no encuentran encaje entre su formación y las escasas demandas laborales; los mejor preparados en disciplinas científicas y tecnológicas inician en cuanto pueden el camino de la emigración. En efecto, la actividad turística es una de las principales actividades económicas desde hace cuarenta años, pero la mayoría de los jóvenes canarios no saben hablar fluidamente en inglés. Claro que la mayoría de los integrantes de nuestras bienaventuradas élites políticas y empresariales tampoco.  La asfixia financiera de la universidades, sus rigideces estructurales, su burocratización interminable, sus magros resultados en materia de docencia e investigación ya casi forman parte del folklore local.

6. Tanto la diversificación de la economía canaria – un mantra salvífico que se repite hasta la naúsea – como el profundizar en unas especializaciones inteligentes reclaman una economía digital que en el Archipiélago todavía es una fantasía un tanto juliovernesca. En Canarias no hay sustrato industrial para una economía del conocimiento y la inversión pública y sobre todo privada en I+D+I es muy insuficiente, cuando no ridícula. Y en este punto, como en todos los anteriores, tanto los poderes públicos como los grandes intereses privados se niegan a cuestionar el status quo.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito 1 comentario