Garik Israelian

Starmus arruinados

El Festival Starmus dejó en su primera edición en Tenerife un pufo que superó los 125.000 euros y todavía no se conocen los datos de las restantes. A los gilipollas que pedimos cierta prudencia ante la capacidad –o el oportunismo — empresarial de un astrofísico armenio cuyas dotes para la gestión comercial eran tan desconocidas en Everán como en Chiguergue se nos ha quedado, precisamente, cara de gilipollas. A los gestores del Cabildo, que acogieron entusiásticamente este proyecto, obviamente no, aunque según confesión propia han metido en este guiso entre sapiencial y publicístico más de 800.000 euros en los últimos años. No hay que preocuparse, nos explican solícitos, porque esa pasta debe considerarse una inversión que ha tenido un retorno, pásmense ustedes, ignaros contribuyentes, de más de 400 millones de euros, casi el 80%  de los presupuestos generales del Cabildo tinerfeño para el presente año. Para llegar a esta prodigiosa cifra, al parecer, los técnicos de la corporación insular han calculado los gastos publicitarios necesarios para que Tenerife obtuviera la publicidad que gracias al Starmus ha conseguido, unos cálculos que, por supuesto, jamás verán la luz, y que en el futuro serán tan inaccesibles como el Santo Grial, básicamente porque parten de una base muy poco aritmética, que consiste en considerar que somos militantemente imbéciles.
El Festival Starmus quiso ser desde el primer momento una convocatoria de referencia porque en Canarias en general y en Tenerife en particular, lo que no es referencial no es nada. De esta manera se trabaja denodadamente para convertirnos en referencia para el exterior, porque referencias, entre nosotros mismos, tenemos pocas, y eso quizás explique, entre otras razones, los resultados electorales y otras muchas cosas más. Y ser una referencia mundial aconseja, por supuesto, a empezar con mucho lucimiento y trompetería, invitando a Stephen Hawking, a Neils Amstrong y a Brian May, entre otras estrellas con o sin Premio Nobel, pidiendo perras al Gobierno autónomo, al Cabildo de La Palma y al ITER, y presumiendo de musculatura científica mientras nuestros pocos investigadores se alimentan básicamente de becas mezquinas y mortadela ahumada. Bueno, es desagradable reconocerlo, pero uno no se convierte en referente mundial de nada en tres cochinos años. El Festival Starmus continuará en Noruega o se le olvidará a Garik Israelian en el bolsillo trasero de los vaqueros, pero lo que habrá desaparecido, precisamente, es cualquier referencia a Tenerife. Construir un proyecto con inteligencia y paciencia que vaya ganando simpatías y apoyos en la sociedad civil tinerfeña, que tienda relaciones más realistas con la actividad científica local y la divulgación en nuestros centros educativos es más lento y menos postinudo. Todas esas fotos con Hawking, discretos codazos y sonrisas mecánicas, amarilleando en las gavetas de nuestros próceres, y que un día sus deudos descubrirán atónitos en un armario apolillado. “Pero si es Stephen Hawking…¿Qué hace con este señor al lado?…”

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?