En los viejos tiempos, cuando la Agrupación Herreña Independiente dominaba casi hegemónicamente la política de la isla, Tomás Padrón, el fundador y máximo responsable de sus éxitos pasados y de su actual agonía, tocaba de vez en cuando el tambor para anunciar solemnemente que la AHI no se presentaría a las elecciones con Coalición Canaria. En realidad lo hizo apenas un par de veces, cuando a través de este pequeño ritual acallaba o justificaba críticas y ahormaba voluntades. En CC lo entendían y nadie le daba la menor importancia. Ahora Javier Armas, el fundamentalmente tedioso secretario general de AHI, ha hecho lo mismo y la reacción ha sido parecida. AHI jamás se ha diluido en Coalición Canaria, una organización política de la que se considera asociada, pero con una ilimitada autonomía política y organizativa. En El Hierro no existe CC. Los que presentan esto como un notición están ligeramente despistados.
Armas ha tocado la pandereta –el tambor le queda grande – como gesto retador hacia David Cabrera, un excompañero que decidió salirse de AHI con un grupito de militantes que cabían en una quesadilla y fundar una agrupación de electores. Cabrera, aunque nunca lo pretende, es un tipo divertido. Imagínense que se convocara un concurso de imitadores de Tomás Padrón con ocasión de La Apañada, en el hermoso pueblito de San Andrés. David Cabrera lo ganaría sin esfuerzo. Imita a Padrón en sus gestos, en sus andares, en sus énfasis, en su ratonil sonrisa. Y es más gracioso todavía porque no se da cuenta. O no lo parece. Cabrera creía que él debería dirigir la Agrupación Herreña. Era – como Keanu Reeves — el Elegido. Y sin embargo ninguno de los mandamases reparó en ello. Así que decidió presentarse por su cuenta y a Narvay Quintero y Javier Armas se les heló la sangre en las venas cuando la plataforma de Cabrera consiguió cuatro consejeros en el Cabildo frente a los tres de AHI. Para evaluar correctamente la debacle cabe recordar que en 2015 Agrupación Herreña había conseguido el triple de votos y seis de los trece consejeros de la corporación insular. Cabrera firmó un acuerdo con el PSOE y Belén Allende, esa bomba lapa o lapa bomba que dejó instalado en la AHI Tomás Padrón, se quedó varada en la oposición. Pues bien, tres años después, Casimiro Curbelo, criatura decididamente insaciable, se acercó a Cabrera para que su flamante partido, Asamblea por el Hierro, se coaligue con el floreciente chiringuito curbelista, la Agrupación Socialista Gomera, de manera que juntos sumasen cuatro diputados en el Parlamento que se elegirá en mayo. Y dijo que sí. A cambio el líder gomero le ha prometido apoyo técnico y respaldo financiero para su campaña.
Y ahí cobran sentido las advertencias campanudas de que AHI concurrirá en solitario a las elecciones, como si hubiera ido con alguien desde 1979. Tú, Cabrera, irás bajo el ala oscura de Casimiro, que te embriagará con sus almogrotes y sus fogaleras, pero nosotros somos libérrimos e iremos solos, con nuestro amor leal a la isla como única compañía. Yo creo, sinceramente, que Armas y sus compañeros se equivocan. Se equivocaron antes, porque hubiera bastado con ofrecer a Cabrera el número uno a la Cámara regional para que acabase todo en un santiamén. Y se equivocan ahora porque la AHI puede y debe defender su autonomía estatutaria y, al mismo tiempo, explicar los beneficios que le ha reportado a los insularistas herreños su asociación a un proyecto de ámbito canario, las AIC primero y Coalición Canaria después. Las viejas tácticas, disimulos y retóricas ya no valen y son David Cabrera y Casimiro Curbelo –su nuevo padre padrone – los que se han dado cuenta antes. Antes que Narvay Quintero y Javier Armas y antes de las elecciones.