pacto

Fragmentos del diario de Asier Antona

 Lunes, 6.15. Despierto bruscamente y bañado en sudor. Empiezo a temblar hasta que me doy cuenta que todo era una pesadilla y que José Miguel Barragán no está bailando desnudo sobre la mesa de noche, mirándome libidinosamente y arrojando sobre mi cabeza las cenizas de un puro rechupado. Sin duda estoy muy estresado por esta maldita negociación. Después de ducharme suena el teléfono móvil. Es Barragán y antes de que yo pueda exigirle una nueva cita para negociar me lanza una pregunta que me deja helado: «¿Por qué no te gusta la cumbia?» Por primera vez cuelgo yo y no él.

Miércoles, 08.05. He tenido una idea para que Barragán no siga rehuyéndome. Me he plantado en su casa. A grandes males grandes remedios. No podrá huir en su propio domicilio. Para no ponerle sobre aviso, toco el timbre del portero electrónico y digo ser un testigo de Jehová, incluso llevo bajo el brazo un ejemplar de la revista ¡Despertad! Me quedó estupefacto cuando Barragán me recibe con un cálido abrazo y me comunica que también él es testigo de Jehová. Media hora más tarde salgo de su domicilio cargando con media docena de biblias encuadernadas en símil piel, una suscripción para cinco años de las revistas ¡Despertad! y La atalaya y un autógrafo notarialmente autenticado de Charles Taze Russell. Todo por 89’20 euros. Tengo la impresión de que esto se pone difícil.

Jueves, 11.05. En el Parlamento nadie me mira como al próximo vicepresidente y consejero de Obras Públicas del Gobierno de Canarias, aunque hoy me puse mis mejores alzas. Es increíble, ni siquiera la élite política se entera de nada. El camarero de El Derby me sirve el cortado como si yo fuera mortal. Pobre hombre. El móvil de Barragán sigue ocupado.

Viernes, 12.25. Breve conversación con mi gran compañera María Australia Navarro. Parapetados detrás de un ficus en el patio del Parlamento a fin de conseguir la máxima intimidad, me cuenta que ayer coincidió con José Miguel Ruano, quien después de un par de whiskys con leche le prometió la Consejería de Marina. Le hago notar a María Australia que el Gobierno autonómico no cuenta con una Consejería de Marina y Asuntos Náuticos. Me dice que es verdad, pero que menos es nada. También me cuenta que siempre le ha parecido sospechoso que Barragán y Ruano se llamen igual y que eso le hace pensar que no quieren soltar la Consejería de la Presidencia. Me da la bajona de nuevo.

Sábado, 17.05. Una casualidad extraordinaria. A la salida de almorzar en Los Cuatro Postes me tropiezo con José Miguel Barragán, que andaba muy dicharachero fumándose un puro. «José Miguel, no podemos posponerlo más; vamos a reunirnos ahora mismo, Canarias necesita un gobierno estable». Barragán accede, pero de repente tuerce la cara con un gesto de dolor, se echa la mano al pecho y se derrumba a mis pies. Mi desconcierto es interrumpido medio minuto después por la llegada de una ambulancia. Dos enfermeros aparecen y se llevan al secretario general de CC en camilla. Lo meten en la ambulancia y cuando me acerco Baltar abre la puerta y me grita: «Este hombre ha sufrido un infarto. No puede negociar con el PP». Antes de cerrar de nuevo la puerta Barragán me cierra un ojo desde la camilla con una sonrisita que mordisquea otro puro. La ambulancia sale disparada como una bala.

Lunes, 21.20. Se acabó. No lo soporto más. Llamo a Fernando Clavijo, que se pone enseguida. Le digo que o negociamos ya nuestra entrada en el Gobierno o rompemos la baraja. Clavijo me pregunta qué baraja es esa. Le digo que la baraja del Gobierno. Me dice que en el Gobierno no hay barajas, pero que está dispuesto a cederme un tablero de parchís que se encontró en la sede de la Presidencia. Admito que es un paso adelante, pero le digo que debo consultarlo a Madrid. Vuelvo a tener esperanzas.

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Un rollito discreto

El presidente del Gobierno regional, Paulino Rivero, y el secretario general del PP canario, Asier Antona, están realizando un impresionante esfuerzo para sacar adelante un gran acuerdo entre el Ejecutivo y la oposición conservadora que ponga a Canarias por encima de todo. Como han insistido hasta la saciedad, lo principal es la discreción, aunque para el común de los mortales esta obsesión no deja de ser enigmática. Particularmente ha sido el señor Antona el que ha insistido más en la estricta necesidad de que los contactos estén a salvo de cualquier presión mediática. Así que Antona no cuenta nada, aunque de vez en cuando revela algo de los apasionantes encuentros. El otro día dejó caer que sí, bueno, que había visto a Paulino Rivero, y no en la tele autonómica, sino en persona, pero que obviamente no contaría nada.

Es una lástima. Algún día, si duda, habrán de reconocerse los sacrificios de Rivero y Antona por escapar de la perversa presión mediática (al fin y al cabo, solo son diputados en un régimen parlamentario) y poder reunirse con la eficacia y eficiencia debida. Algún día se averiguará que el sentido de la responsabilidad llevó a Antona a quedar con Rivero en un restaurante chino de diez euros el cubierto, perteneciente a la afamada cadena Xin-Xin, y disfrazarse de rollito de primavera para poner mantener una conversación con el presidente a salvo de oídos indiscretos.

–Paulino…Paulino…¿Estás ahí? ¿Ya llegaste?

–¿Asier?  ¿Dónde estás? No te veo…

–Aquí, en el plato, al lado de la salsa agridulce…Soy el rollito del medio…

–¿El más gordito?

–Habla más bajo, que nos puede oír alguien… Me he disfrazado de rollito para que nadie me reconozca y así hablar sin presión mediática…

–Caramba. Felicidades. El disfraz de rollito de centro te queda muy bien…

–Con esas ironías no llegamos a ningún lado. Lo fundamental es crear un clima de confianza y si seguimos así… Por dónde íbamos…Ya recuerdo. Me contabas que tú ves Canarias como siete sobre un mismo mar que laten con un solo pulso…

–¿Te pongo salsa agridulce?

–Solo un fisco. Lo justo para que nadie sospeche nada…

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