Paulino Rivero

La invasión de los ultrasorias

El principio del fin llegó una cálida mañana de primavera preelectoral bajo un sol amable y generoso. Después de correr de espaldas durante 90 minutos (una técnica que le había impuesto un entrenador palmero contratado prudentemente) Paulino Rivero se duchó, desayunó con sobriedad espartana y recibió a Fernando Ríos en su despacho.
–¿Cómo van las cosas? –preguntó el presidente.
Fernando Ríos, con rostro inexpresivo, sonrío desvaídamente:
— He preparado un informe sobre la reducción del organigrama del Gobierno de Canarias.
— ¿Cómo? ¿Y eso?
— La austeridad debe imponerse. La austeridad debe ser el núcleo de nuestra acción de Gobierno.
Rivero escrutó el rostro impenetrable de Fernando Ríos.
— Se puede saber que te ocurre? Oye, ¿te están dejando bigote? Esa pelusilla…
— El bigote ahorra tiempo para dedicárselo íntegramente a la gestión de los intereses de los ciudadanos en una coyuntura crítica en la que nos ha sumergido el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero…
–Tú no estás bien –repuso el presidente –. Quiero decir, tú estás peor de lo habitual…Lo del bigote…
— El bigote es la paz…Acepta el bigote y tendrás la paz…
— Mejor sales a que te de el aire…Y que pase Martín Marrero…
Ríos sonrió de nuevo, una sonrisa pálida y carente de cualquier vitalidad, y al cabo de dos minutos entró el viceconsejero de Comunicación…
–¿Qué le pasa a Fernando Ríos?
— ¿Qué le pasa?
— Lo he preguntado yo primero. ¿No lo encuentras raro?
— ¿Raro? Es que es así.
— No, más raro todavía…
— Lo único que he visto extraño es lo del bigote…
En ese momento entró José Miguel Barragán como una exhalación. Temblaba como un flan.
–Aquí no entrarán. Aquí no podrán entrar…
— ¿Quién? – preguntó atónito el presidente.
— Algo extraño está pasando. La mitad de nuestros diputados se está dejando bigote desde la semana pasada, incluida Belén Allende…
–¿Cómo?
— Sí, sí…Está mañana se me acercó José Miguel González y me dijo, sonriendo: “La unidad de España está en peligro”. Me le quedé mirando y entonces me soltó: “El Estado de las Autonomía es política y financieramente inviable”. Dios. Dios mío.
— Hombre, eso es que no ha asumido no ir en la lista al Parlamento – aventuró Martín Marrero.
— ¿Y después?
— Después me dijo lo más extraño: “Déjate el bigote. El bigote es la paz”.
Paulino y Martín Marrero se miraron, perplejos. Barragán se había refugiado en la esquina del despacho y se tapaba el rostro con las manos.
–Y al venir para acá me dí cuenta que me seguía un montón de gente. Los camareros del Derby, la señora de la mercería de la esquina, el encargado de La Garriga, dos ujieres…Todos con un incipiente bigote… Cada vez más rápido y más amenazadores…Se detuvieron en la puerta de Presidencia, pero creo que siguen ahí abajo…
Paulino Rivero se acercó lentamente a la ventana y constató que la calle se estaba llenando de gente. Todos en silencio. Todos quietos, extáticos, aparentemente indiferentes. Todos con un naciente bigote oscuro.
–Localízame a Ruano ahora mismo – ordenó Rivero al viceconsejero de Comunicación.
No fue necesario. En ese instante José Miguel Ruano entró en el despacho y cerró la puerta rápidamente.
–¡Estamos rodeados! – gritó sofocadamente –. No sé cómo ha ocurrido, pero estamos rodeados. A las dos terceras partes de la policía autonómica les ha salido bigote y se han constituido en tuna para cantarle bajo el balcón a Cristina Tavío. Acaban de ondear la bandera española en la Academia Canaria de Seguridad y por los altavoces solo se escucha a doña Concha Márquez Piquer cantando Suspiros de España…
— Ruano – la voz de Paulino Rivero era casi un susurro –. ¿No te está saliendo bigote a ti también?
— ¿Qué? ¡No puede ser! – Ruano se contempló en un espejo en la pared lateral del despacho –. No he visto ningún partido de la Liga… El doctor Antonio Machado lo ha descubierto hace unas horas… Todos los que han visto partidos de la Copa o de la Liga entran después en un letargo durante el que se produce una mutación biológica…El primer paso consiste en que te sale el bigote… El cambio es paulatino, pero veloz… La pasada semana ya me decía Marisa Zamora que no reconocía a Tito… “Este no es Tito, que me lo han cambiado…”
–Qué horror – se estremeció Marrero–. ¿Y ahora?
–Marisa ha montado una feria de abril en Las Carboneras… La ha llenado de casetas y faralaes… Ahora dice llamarse Marisa de la O…
— El bigote te sigue creciendo –insistió el presidente.
–¡Una maquinilla! ¿Quién tiene una maquinilla? – Ruano se estremeció, y una lenta sonrisa se instaló en sus delgados labios –. Austeridad. Lo importante es la austeridad y bajar los impuestos para estimular al pequeño y mediano empresario, auténticos creadores de empleo. El parque móvil de la comunidad autonómica debe ser suprimido. Rodríguez Zapatero está destrozando España. ¿Cuándo sacamos a concurso la televisión autonómica?
— ¿Qué estás diciendo?
— Déjate el bigote –repuso Ruano –. El bigote es la paz…
— ¡Ya es uno de ellos! – chilló Barragán, horrorizado.
Rivero, Barragán y Martín Marrero huyeron del despacho tras arrojar a Ruano un ejemplar del último libro de Pío Moa, que el consejero de Presidencia comenzó a leer con fruición. Los tres se dirigieron a la azotea del edificio, donde les esperaba el helicóptero de urgencia a coste cero. Martín Marrero no soltaba el móvil.
–¿A quién llamas?
— ¿Llamas? A nadie. Estoy twiteando…Offff….Mira lo que me dice este…
El piloto del helicóptero no le dio buenas noticias.
–En todas las islas ocurre lo mismo. En Fuerteventura Mario Cabrera se ha puesto corbata y ha llamado a la legión. Dice que es el novio de la muerte y no se qué del bigote…
— ¿El bigote es la paz? –preguntó Barragán.
— Eso mismo.
Paulino Rivero parecía sumergido en impenetrables reflexiones. El helicóptero sobrevolaba la plaza de España repleta de gente con bigote, corbata y traje azul marino. Las mujeres llevan invariablemente trajes chaqueta guarnecidos con mantillas y todos los niños iban de primera comunión. Finalmente el presidente habló:
–A ver, Martín, coge el Boli y me dibujas un bigote. Tú, José Miguel, recórtate el tuyo antes de aterrizar…
— ¿Nos rendimos?
— Una retirada táctica. Antes de seis meses le monto a Soria una ABI y reconstruiremos el nacionalismo canario… Veinte años no es nada…
— ¿Qué es la ABI?
— La Asociación de Bigotudos Independientes…Aterriza por aquí mismo… Repitan conmigo: “El bigote es la paz”

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Austeridades

Portentoso anuncio presidencial de Paulino Rivero. El Ejecutivo ha decidido eliminar cinco fundaciones y dos empresas públicas, lo que supondrá un ahorro anual de unos 25 milloncetes de euros. Que después de tres años de la crisis económica más destructiva del último medio siglo en Canarias el Gobierno haya sacado resuello para eliminar vaporosas naderías como la Sociedad para la Promoción Educativa o venerables reliquias como Canarias Congress Bureau no parece que sea una noticia excepcional. Porque, como es obvio, la pregunta es muy sencilla: ¿por qué no se hizo antes? Las mencionadas fundaciones y empresas públicas eran perfectamente inútiles antes, incluso, de que Paulino Rivero tomase posesión como presidente del Gobierno. Este anuncio heroico se produce apenas dos meses antes de que se convoquen las elecciones autonómicas y municipales y no resulta, precisamente, ajeno a ellas. A este paso el último ujier no cerrará la última puerta de Saturno – ese abrevadero estratosférico digno de la inteligencia rapaz de don Lorenzo Olarte — hasta mediados de siglo. El Gobierno, en fin, ha tenido tres años, tres años nada menos, para diseñar un plan de reforma de la administración autonómica que elimine obsolescencias, superposiciones, redundancias, anacronismos e inutilidades, pero no lo ha hecho, entre otras poderosas razones, porque las administraciones públicas hipertrofiadas e ineficientes tienen, como principal objetivo, servir a su propia supervivencia.
Y sin una reforma estructural de las administraciones públicas – una racionalización organizativa y operativa que no consiste en ajusticiar funcionarios convenientemente estigmatizados para disfrute del elector oligofrénico – todo el complejo edificio político-administrativo de Canarias amenaza ruina económica y simbólica. Ocurre, por lo tanto, lo contrario que en Tindaya, tal y como ha explicado amablemente el arquitecto jefe del supuesto proyecto de Chillida: igual si agujereamos la montaña, oiga, se viene abajo, que las montañas de traquita son muy suyas, muy resentidas, muy traicioneras. Don Lorenzo Fernández-Ordóñez ha sido muy amable. Quince años con esta maldita murga mesiánica, decenas de millones de euros malgastados en una trama que jamás se ha aclarado del todo públicamente, y ahora se nos advierte, con la mejor de sus sonrisas de escuadra y cartabón, que Tindaya se puede desmoronar. Menos mal que todo esto pasa con el mejor sistema educativo europeo. En Finlandia ya hubiéramos entrado en el canibalismo.

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Son todos absolutamente encantadores

(Sede de la Presidencia del Gobierno. 12.30 horas)
–Bueno, señores – resumió Paulino Rivero –. Tenemos que llegar a un acuerdo amplio, riguroso y generoso sobre la reforma del REF, pero como ustedes no ignoran, nos queda muy poco tiempo…
–Hombre, presidente – repuso Blas Trujillo –, quizás se nos hubiera convocado hace seis meses, el margen temporal sería, digamos, más amplio…
–¡El presidente no podía! – chilló José Miguel Barragán-. Soria solo estaba dispuesto a pactar la reforma del REF con Rosa Rodríguez, y eso bajo durísimas condiciones…
— ¿Qué condiciones? – se interesó Hernández Spínola.
— En primer lugar, que Rodríguez no asistiera a las reuniones.
–Ya veo cernirse sobre esta convocatoria la sórdida pinza entre Coalición y el PSOE –gruñó Miguel Cabrera –. No toleraremos ese comportamiento porque imposibilita cualquier acuerdo, en este y en otros temas…
–No, no, por favor, nada de eso – se apresuró Paulino Rivero, mordiéndose los labios –. Por favor, recapacite, aunque reconozco que cuando se enfada parece tan guapo…
–Nada, nada. Si insisten en esas actitudes comenzaremos a decir por ahí que Soria dejó la Consejería de Economía y Hacienda hecha unos zorros…
–¡Dios mío! –palideció Barragán –. No serán capaces…
–¿Que no? ¿A que convoco una rueda de prensa y lo digo? A ver si recuerdo el cierre del presupuesto autonómico en noviembre…
–Apelo al patriotismo de todos ustedes. Tenemos que hacer un esfuerzo de consenso y, sobre todo, alcanzar un gran acuerdo para trasladarlo a las Cortes cuando antes. ¿Les parece si celebramos la próxima reunión a principios de febrero?
— ¿Sobre el día 10?
–Mejor el once.
–Tengo dentista. El 11 mejor.
–Lo siento, inauguro el III Congreso Internacional de Potaje de Pantana. ¿El 12?
— Mmmm… cae sábado.
— El 14 entonces.
— Hay que cerrarlo cuanto antes.
— Es lo que yo digo.
(Sede de Nueva Canarias, 14.30 horas).
Román Rodríguez sacudió la cabeza y su encantadora guedeja canosa vibró de indignación. Se volvió hacia sus compañeros.
–Es muy grave. Tenemos que pronunciarnos en un comunicado. Esta misma tarde.
–Hombre, Román – Paco Santiago parecía dudar – quizás es precipitado…
— ¿Precipitado? Por favor. Analiza la situación políticamente, Paco. José Miguel Pérez se va de francachela con Paulino Rivero y un grupo de empresarios tinerfeños y ultrachichas… Es indecoroso…
— En realidad no era una francachela, sino un almuerzo… – precisó tímidamente Marino Alduán –.
–Caaallaaa, pecador de la pradera – interrumpió Pedro Quevedo -. Está hablando el presidente, fistro vaginal…
–Pero si tú te has hartado de comer con Ignacio González, el Marqués de La Oliva y los del PIL – insistió Paco Santiago.
–¡Eso es mentira! – lo de Román Rodríguez fue un alarido –. ¡Yo sigo una dieta estricta y evito las grasas polisaturadas!
–¡Por la gloria de tu madre! – ensalzó Quevedo.
–Es que por más que lo analizo políticamente, no veo lo malo…
–Lo malo para él es lo que vamos a decir nosotros. Ejem, lo evidente. Que ya tiene el pacto cerrado con Coalición Canaria…
–Si no fuera por ti, Román, si no fuera por ti…
–¿Y si CC pacta con los del PP?
–Si CC y PP pactan es el pacto de la derecha de siempre y si pacta CC con el PSOE es que ha corrompido a los socialistas… ¿De acuerdo? Vámonos ya a echarnos algo, que son casi las tres… ¿Qué tal en la Casa de Galicia?
(Sede del Partido Popular de Tenerife, 17.30)
Antonio Alarcó quedó paralizado en la puerta de la sede del PP de Tenerife al escuchar un grito largo, agónico, espeluznante. Apresuradamente entró y cerró con doble llave. En el hall encontró a Maribel Oñate leyendo una novela de Barbara Cartland. Mientras pasaba tranquilamente una página se escuchó un nuevo chillido. Alarcó se limitó a comentar con gesto adusto:
–No me digas que volvió a las andadas…
Oñate suspiró, sin levantar los ojos del libro.
´–Pues sí. Es terrible. Esta vez llevan ya tres horas y no hay manera…
Alarcó suspiró y se acercó al amplio despacho del fondo. Sí, se trataba de una recaída. Pablo Matos, sudoroso y amoratado, estaba sobre un potro de tortura, rodeado por Cristina Tavío y Manuel Domínguez. La presidenta del PP de Tenerife sostenía cariñosamente una picana eléctrica en la mano.
–Vamos, Pablo, si es por tu bien. Si ya aceptaste ir de número dos, ¿a qué vienen ahora estas tonterías?
–¡Noooo! – Matos se retorcía inútilmente -. No pienso hacer el programa electoral. Tengo trabajo en Madrid. No y no.
–Pablo, Pablo – le reconvino suavemente Alarcó – No seas chiquillo. Mira a qué nos estás obligando… Cristina tiene lágrimas en los ojos…
–Es cierto – reconoció Tavío -. Se me ha metido una pelusa. Pablo, ¿recapacitas o no?
–¿Le aprieto, Jefa, le aprieto? – preguntó solícitamente Domínguez.
— ¡Noooooo!
Alarcó se quitó raudamente la chaqueta.
–Mañana tengo una operación a las siete y media, así que empecemos en serio de una vez…
–A ver, Pablo – Tavío acercó la picana –. ¿Tú qué harías en Tíncer?
— ¡Aaaaaah!
(Sede de la Plataforma contra el Plan General de Ordenación Urbana de Santa Cruz. 19.15 horas)
— Eeeh, que ya está aquí el periodista.
–Deja el desinfectante a mano. ¿No será un periodista del Régimen?
–No, lo he investigado. ¿Qué te crees?
–¿Seguro?
–¿Por quién me tomas, joder? Lo he investigado. Trabaja sin contrato y gana 500 euros mensuales.
–De acuerdo, de acuerdo. Ya sabes. En cuanto los contratan se pudren. Es inevitablemente el resultado de la asquerosa connivencia con el poder. Que suba, que suba.
El periodista entró y saludó con cierta timidez.
–¿Conoces algo del PGO?
El periodista miró a su alrededor, sorprendido.
–Hombre, lo que he leído…
–¿No será lo que has leído en los periódicos, no? Los periódicos mienten. El control informativo e ideológico es uno de los instrumentos básicos de la perpetuación del Régimen. ¿No te has leído el PGO, no? ¿No sabes que Santa Cruz de Tenerife está en estado de alarma?
— No. Primera noticia.
–Fíjate. Ignoras todo lo que pasa a tu alrededor y pretendes ser periodista. ¿Qué instrucciones te han dado tus jefes canallas, vendidos y miserables?
–¿Instrucciones? Vengo a que ustedes me den su versión…
–¿Versión? ¿Qué versión? Lo nuestro son los hechos. ¿Sabes cuantas alegaciones se han presentado? Miles. Muchas miles.
— ¿Al Ayuntamiento?
–No, no en ese muladar. Aquí, en nuestra oficina.
–Hombre, pero eso no son alegaciones…
–Oye, ¿no y que lo habías investigado, pollaboba? Mira, apunta, apunta si sabes escribir. Primero, los concejales de CC, PP y CCN son unos criminales…
–¿Cómo?
–Unos criminales. Pero bueno. ¿Tengo que explicártelo todo?

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Verdad

Con vocación de decimotercera uva aparece el presidente del Gobierno autónomo, Paulino Rivero, para anunciar que en el mes de diciembre han sido contratadas 1.313 personas en Canarias. Toda vez que en noviembre pasado el paro disminuyó en unas 3.000 personas, Rivero estima rumbosamente que ha comenzado, si bien todavía con una encantadora timidez, la recuperación económica y laboral del Archipiélago y que el año 2011 se presenta como esperanzador, gracias, ya lo imaginarán ustedes, a un Gobierno regional que vio la crisis económica internacional antes que nadie — ah, si Alan Greenspan hubiera conocido El Ravelo — tomó medidas y concertó un gran acuerdo con las organizaciones empresariales y sindicales para afrontar consensuadamente (?) la situación. Como siempre, saldremos antes de la crisis – siempre salimos antes de las crisis, ansiosos y atropellados, como los que se tiran una ventosidad en el retrete – y aquí paz y en el cielo dulces truchas de batata.
Entre los teóricos de la política existe un debate en apariencia ocioso, pero que no lo es tanto. En una situación realmente crítica, ¿cuánta verdad puede decir un político? La pregunta se dirige a la relación entre acción política y valores morales. Desde Max Weber la mayoría de los politólogos señalan que lo específico de la política no son los fines que busca – abstracciones muy poco mensurables — sino los medios con los que opera. “No es verdad de que del bien solo salga el bien y del mal solo salga el mal, sino con frecuencia todo lo contrario, y quien no lo vea así es un niño desde el punto de vista político”, dice el terrible Weber. Creo que tiene razón. Quizás no sea prudente apuntar que más de la mitad del empleo creado en los dos últimos meses es fruto de contrataciones del Servicio Canario de Empleo, que la construcción sigue hundida, que los créditos bancarios ya son fábulas que se cuentan con asombrada nostalgia, que las orondas administraciones públicas están a un paso de la quiebra, que los sistemas sanitarios y educativos se sostienen con parches casi desesperados, que decenas de miles de canarios desempleados no cuentan ya con ningún subsidio. Esto es una grave crisis sistémica que demanda reformas estructurales en Canarias (políticas, electorales, económicas, fiscales, administrativas) si no queremos resignarnos a un fracaso generacional y a un país más pobre, más estúpido, más injusto y más ensimismado. Sospechoso que si Rivero hubiera estado en el lugar de Churchill no hubiera ofrecido sangre, sudor y lágrimas. “Les aseguro, queridos compatriotas”, hubiera dicho, “que el nazismo es una pollabobada”.

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La niebla

El Consejo del Gobierno de Canarias se encaminaba a la recta final. Al término de los consejos de gobierno solía producirse un momento de distensión, un largo suspiro de relax previo a unos minutos de camaradería postiza, y casi invariablemente lo protagonizaba Domingo Berriel, consejero de Ordenación Territorial y Medio Ambiente, notable coleccionista de chistes y corbatas chillonas. Al ver que los demás comenzaban a recoger documentos, papeles y portafolios Berriel lanzó una tosecita introductoria y dijo:

–¿Saben ustedes el chiste del majorero, el palmero y el tinerfeño? – al descurbrir el rostro contraído de Paulino Rivero el consejero se apresuró a aclarar –: No, no, no es un chiste del congreso de Coalición… Es sobre una competición de velocidad…

 –Yo me lo sé – aseguró José Miguel Ruano–. Y es muy bueno…Je-je, je-je, je-je…

La risa de Ruano era como el gorgotear de una tetera. Una tetera tibia. Berriel siempre había pensado que quien no se sabe reír no puede saber nada serio, pero agradeció la intervención de Ruano, y ligeramente animado, reemprendió su intento. Se dirigió con su sonrisa de conejo astuto a José Manuel Soria:

–Pues eran un majorero, un tinerfeño y un palmero que estaban en…

En ese preciso instante se escuchó una terrible barahúnda en la habitación contigua a la sala del consejo. Inmediatamente atronaron cinco o seis chillidos. Se abrió la puerta y entraron como una exhalación José Miguel Barragán y Fernando Ríos, ambos con una indescriptible expresión de terror en el rostro. El diputado majorero cojeaba y el secretario general técnico de Presidencia de Gobierno mostraba la camisa cubierta de sangre.

–¡Que no salga nadie! ¡Cierren la puerta, por Dios!

–¿Pero que pasa? ¿Otra sentencia sobre el concurso de licencias de la tele digital?

–¡Cierren la puerta! ¡La niebla! ¡La niebla!

–¿Qué pasa con la niebla? – preguntó el presidente, más molesto que alarmado.

–¡Se ha colado en el edificio! – gritó Barragán –. ¡Y en la niebla hay algo! Estábamos al lado, con Martín Marrero, jugando al tetris en el ordenador, cuando llegó la niebla… En cinco segundos no podíamos ni vernos las manos.

–¿Y Martín? – inquirió Rivero.

–Algo se lo llevó – Fernando Ríos temblaba-. ¿No oyeron los gritos? Lo que hay en la niebla se lo llevó a rastras…

–¿A rastras? – Soria parecía estupefacto.

–¡Cierren la puerta de una vez! –protestó Barragán.

Medio Gobierno se levantó a cerrar la puerta. Rivero permanecía sentado y murmuró:

–Pues ya nos hemos quedado sin política de comunicación…

— Francamente – repuso Ruano – no creo que nadie note ningún cambio.

–Es horrible. Pobre Martín –Mercedes Roldós se echó un poco de agua en los ojos para improvisar unas sentidas lágrimas –. Con lo bien que le iba quedando la barba blanca. Parecía un profeta del Antiguo Testamento…

–Es el primer caso de profeta mudo que registra la Historia – apuntó Milagros Luis Brito, quien prudentemente se había sentado a la espalda del presidente del Gobierno y se había colocado una bolsa de El Corte Inglés en la cabeza como medida de camuflaje –. Eso son los profesores otra vez. Se han insubordinado y tomado las calles. Se van a enterar. Mañana publico en los periódicos una carta a los abuelos de los alumnos explicando este atropello facineroso y su relación con el golpe de Estado de 1936…

 –Ruano, llama inmediatamente al 112 –ordenó Paulino Rivero.

–Es inútil –gimió Fernando Ríos–. Los móviles no funcionan.

–El mío sí –le contradijo triunfalmente Ruano –. Está especialmente diseñado por los servicios técnicos de Presidencia para situaciones de emergencia. Veamos. Ya está. ¿Sí? ¿Dígame? ¿El 112? No, soy Ruano. No, oiga, no quiero una pizza. He llamado al 112. Es una emergencia. Le repito que no quiero pizza. No, con anchoas menos. Me hacen daño las anchoas. ¿Peperoni? No sé. ¿Le ponen mucha salsa? Ya. Ya, claro – el consejero de Presidencia se dirigió dubitativamente a Rivero –. Tienen una oferta. Por una pizza familiar regalan una docena de alitas de pollo y un pan con ajo…

–¡Estamos perdidos! –gritó Fernando Ríos –. Incomunicados e indefensos. Y todavía esos socialistas canallas nos niegan la policía autonómica…

–Me importa un bledo – repuso Ruano -. La primera convocatoria la resolvemos en enero.

–¡Pero si no vamos a poder salir de aquí! ¡La niebla cubre toda la isla, todo el planeta, y está infectada de monstruos!

— Todo eso es absurdo – Soria enarcó las cejas –. Allí fuera no hay nada. Un poco de niebla y nada más. Que alguien abra la puerta y se asome para comprobarlo.

–Caramba – sonrió de nuevo Berriel –. ¿Por qué no lo haces tú?

–¿En este contexto de crisis económica y presupuestaria? Me niego por pura responsabilidad institucional. Que decida el presidente del Gobierno y el PP actuará, como siempre, con la máxima lealtad al pacto.

–Bueno, pues vete tú, vicepresidente – indicó Rivero mirando al techo.

–Creo que una decisión como esta, con todo respeto, debe ser sancionada por la Mesa del Pacto, y aquí no hay quórum… A ver, Roldós, hija, asómate a la puerta y convence a nuestros socios que allí fuera no hay nada…

Mercedes Roldós no dudó un segundo.

–A tus órdenes, José Manuel.

La consejera de Sanidad, con paso firme, se dirigió a la puerta, la abrió y asomó ligeramente la cabeza. De improviso surgió un viscoso tentáculo que la agarró por el cuello y la sacó de la habitación de un tirón. Lo último que le escucharon sus compañeros fue un aullido desesperado:

— ¡No te comas también el bolso, que es de Louis Vuitton! ¡Aaaaagh!

Soria palideció. Los restantes consejeros quedaron paralizados. Solo José Ramón Hernández pudo abrir la boca:

–Sea lo que sea, se la acaba de mandar como una rapadura…

Pilar Merino intentó ser optimista:

— Hay que guardar la serenidad y esperar un poco. No creo que pueda tragarse a Mercedes. Nunca nadie ha podido tragar a Mercedes y…

— ¡Esto es el fin! – clamó Fernando Ríos-. ¡Esto es una conspiración de la colonia para acabar con el nacionalismo canario…!

–¿Y el PP? –intervino Inés Rojas.

–Es una víctima colateral, pero que paga su culpa por colaborar en el mantenimiento el status quo colonial de nuestra sufrida tierra…¡Secundino, sálvanos! ¡Secundino, acuérdate de nosotros!

–Ríos, está usted perdiendo el juicio – A Soria le temblaba la voz-. Dimita y váyase a escribir editoriales a la calle Buenos Aires…

–Veamos el aspecto positivo de esta situación – Jorge Rodríguez, rodeado de expedientes y papeles, casi parecía exultante –. Con toda esta niebla será imposible detectar ni uno de los 200.000 parados que tenemos. Según mis cálculos, llegaremos a los 250.000 parados a mediados del próximo año, pero serán parados invisibles. Como la gente se recluirá en sus casas, se incrementará el ahorro y la renta familiar disponible…

— ¿Y quien va a notar si se derrumban o no unos hotelitos en Lanzarote? –agregó Berriel en voz bajita.

–Hombre, bien mirado, la cosa no pinta tan mal – reconoció Rivero-. Hay que pedir un informe al CES y ordenar a Martín que prepare un argumentario…

— De Martín ya no quedan ni las raspas… –recordó Barragán.

— Ese pibe…. Bueno, sin argumentario. Qué más da. Puede que todo este follón lo estén organizando los periodistas…

— No lo dudes, presidente – Soria mascullaba –. Esto es cosa de La Provincia. A mí me lo dijo personalmente Guillermo García Alcalde. Me dijo: “Voy a llenar Canarias de niebla, la transformaré en Londres, los turistas no querrán venir, se arruinará el Archipiélago y así tumbaré al Gobierno”.

–¿De veras te dijo eso?

–Te lo juro, presidente. Textualmente.  Por eso me persiguen, cuando yo hasta anteayer creía que salmón era una marca de after shave. ¿No es verdad que me lo dijo, Rita?

–Is veri true, mai boss. Uy, perdón. Se me escapa el inglés. Claro, con tanto viaje y tanta responsabilidad… En los estadios ingleses no te dejan entrar si no dominas perfectamente el inglés. Yo le dije al portero bat, ¿is posíbol?. Pues sí. Es posible porque es así…

— Y tú entraste – siguió Ruano.

— Ofcurse.

–Joder con el portero.

Unos golpes horrísonos comenzaron a estallar sobre la puerta. Al otro lado se escuchaba una respiración ansiosa y agitada que solo podría proceder de una bestia enorme, descomunal, furibunda. Los consejeros se parapetearon detrás de la mesa ovalada. Fernando Ríos saltó encima del mueble y elevó los brazos al cielo del soberanismo:

–¡Secundino, protégenos! ¡Secundino, vela por nosotros! ¡Comprendemos tu castigo, comprendemos tu ira por enmascarar un insularismo regionalista y panderetero como un nacionalismo realmente patriótico y consecuente! ¡Y estamos dispuestos a pagar por nuestros pecados, pero no pidas nuestra sangre! ¡Secundino, ten piedad de nosotros!

— Más tarde o más temprano – gruñó Paulino Rivero – saldremos de aquí, y me iré a hablar con Victoriano, y me va a tener que escuchar, Victoriano me va a tener que escuchar…

La puerta, agrietada, parecía a punto de ceder. Por los intersticios comenzaban a colarse jirones de niebla. El secretario general de Presidencia, con los ojos encendidos como brasas, señaló a Rita Martín, que temblaba como un flan registrado con todo lujo de detalles en el Libro Guiness.

–Entreguémosle esta mujer a la bestia. ¡La bestia quedará saciada! ¡La bestia quedará saciada!

La luz eléctrica que iluminaba la sala del Consejo de Gobierno comenzó a fallar. En la confusión de las sombras Rita Martín fue trasladada a empujones hasta la puerta y expulsada a la niebla. Durante unos segundos no ocurrió nada, pero después se escuchó la voz de la consejera de Turismo:

–Mister, lluare veri ugli…¡Aaaaagh!

Silencio. La luz volvió a cobrar toda su potencia. Los consejeros parecían derrumbados sobre sus sillas, exhaustos, demacrados, incapaces de cualquier gesto. Barragán se acercó temblorosamente a Paulino Rivero.

–¿Qué vamos a hacer, presidente?

–Pues seguir gobernando, José Miguel, seguir gobernando de sol a sol. A ver si te crees que porque llegue el fin del mundo vamos a abandonar el Gobierno. No hay elecciones autonómicas hasta mayo de 2011. Y nada de experimentos con la ley electoral. Canarias necesita estabilidad para gestionar el Apocalipsis.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Me pagan por esto ¿Qué opinas?
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