revuelta

La contradicción

Las autoridades y hasta las personas razonables insisten en que no caigamos en el alarmismo por el ciclón tropical que ahora mismo se cierne sobre Canarias. Lo razonable es informarse directamente en los comunicados de oficiales de las administraciones y organismos públicos, de la Agencia Estatal de Meteorología o si lo prefieren en la seriedad y rigor científico de  cuentas como @tenerife_meteo en Twitter. Eso, sin duda, basta con este episodio de lluvias y vientos y tormentas que se prolongará muy probablemente hasta el martes. Para el resto de preocupaciones e incertidumbres no lo tenemos tan sencillo.

Hemos encallado en una esquizofrenia cada día más incomprensible. A medida que crecen las incertidumbres políticas y económicas sobre el futuro inmediato se nos repite que no hay motivos por los que preocuparse. Ayer escuché, estupefacto, como un dirigente empresarial explicaba que como no existe una sola predicción económica en la que se pueda confiar lo que debe hacerse en mantener la tranquilidad. El Gobierno autonómico, por su parte, anuncia a diario la llegada de más y más millones para Canarias procedentes de Bruselas y Madrid. Cientos y cientos de millones ha conseguido el heroico Ángel Víctor Torres con la renovación del convenio de carreteras. Su vicepresidente y consejero de Hacienda afirma impudorosamente que los canarios viven mejor que nunca. La Consejería de Transición Ecológica tiene instalado un botafumeiro presupuestario que inciensa con pasta gansa proyectos invisibles, pero luego ejecuta un 28% de esa montaña de dinero.  Todo es así: un chorro inmisericorde de pasta donde se bañan los consejeros y los directores generales como los senadores romanos se bañaban en las termas. Mientras tanto el empleo del sector privado sigue siendo porcentualmente inferior al de finales de 2019, ha aumentado la brecha social y las organizaciones no gubernamentales –con Cáritas a la cabeza – están sobrecargadas por la presión asistencial de los pobres de siempre y los nuevos pobres, muchos de ellos con sueldos miserables. Esta contradicción, la de un Gobierno embutido en cientos de millones de euros y una población empobrecida, pauperizada incluso disfrutando del lujo de un empleo, y que ahora soporta una inflación rampante:  se vive cotidianamente con pasmo, pero también con un creciente hartazgo. El Gobierno de Canarias y los partidos que los sustentan lo fían todo a la mayoría que acude a los colegios electorales —  funcionarios y  jubilados con pensión contributiva — dos colectivos que, hasta que a la inflación no le han salido garras y colmillos, gozaban de una ventaja situacional casi envidiable. Todo está por decidir, señalan los sondeos, pero yo me atreveré a vaticinar la mayor abstención de la historia de la autonomía en los comicios del próximo mayo. Si es que estamos aquí.

Este es un Gobierno (y también una oposición) que ha pretendido gestionar y criticar una situación excepcional con los modos y reglas de las situaciones normales. Canarias necesitaba como el comer un conjunto de reformas, reajustes e impulsos (administrativos, institucionales, territoriales, económicos) que se han obliterado con una estupidez manifiesta. Al parecer basta ahora con conseguir perras – unas perras que luego no existe capacidad para gestionar eficaz y eficientemente – para presumir de buen gobierno. ¿No era acaso esa la mayor acusación del PSOE contra los gobiernos de Coalición Canaria? Gobernar no es una labor cuantitativa y acumulativa. Gobernar es también emprender reformas estratégicas y adaptarse con inteligencia táctica a nuevas situaciones. Una intuye que ya es tarde y que esa contradicción estructural y estructurante entre una élite política y empresarial encantada de conocerse y una mayoría social condenada a la precariedad y a la inseguridad como estilo de supervivencia no podrá sostenerse indefinidamente. ¿Quién defenderá una democracia que ordena resignarse al mal vivir?  Lo más probable no es una revolución de los abajo contra los de arriba, sino la revuelta de los de arriba contra los de abajo. Y no habrá cuartel.        

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?