El Gobierno español sigue inflexible para conseguir sus objetivos. Ayer Mariano Rajoy les dio las gracias a los ciudadanos, pero como el presidente sabe que la paciencia del populacho no es infinita, prepara cariñosamente una nueva Ley de Seguridad Ciudadana, que no es otra cosa que la principal agresión que han sufrido las libertades públicas en el país desde la Santa Transición. El mismo Rajoy ha advertido, como si de un gesto heroico se tratara, que no va a levantar el pie al acelerador de lo que llama reformas, que muy poco o nada tiene que ver con las reformas políticas y legislativas que le urgen al país (desde una regulación eficaz del mercado laboral hasta la remodelación de la estructura institucional y administrativa del Estado pasando por ) sino con un conjunto de medidas con las que se conseguirán dos grupos de objetivos fundamentales: que las clases medias y populares soporten todo el peso del ajuste fiscal y que se abra la vía para los negocios que supone la privatización del cada vez más raquítico y acosado Estado de Bienestar.
Para entrar en lo que se denomina ya “segunda fase de las reformas”, con medidas como acortar los plazos y las cuantías de las prestaciones en el seguro de desempleo con el que malviven cientos de miles de familias en toda España, Rajoy y su equipo intentarán aguantar hasta las elecciones europeas: les basta con ganar por un par de diputados al PSOE para proclamar a los cuatro vientos de la catástrofe sonriente que los electores han legitimido sus políticas y se resisten en confiar en la alternativa de los socialdemócratas españoles que, como bien ha indicado el politólogo Jorge Galindo, no han optado, en su reciente Conferencia Política, ni por la izquierda ni por la derecha, sino por el pasado, por las fanfarrias, poquedades, eslóganes y artefactos analíticos de su pasado. En el segundo semestre de 2014 comenzará una nuevo capítulo de Jack el Destripador al frente del Consejo de Ministro: nuevos recortes presupuestarios, comienzo de la implantación del flamante modelo educativo del señor Wert, reforma de las prestaciones por desempleo. La calle se va a poner caliente, muy caliente, y por eso Rajoy, que es un concentrado de mediocridad apabullante y se ha apañado un liderazgo basado en la ausencia y la omisión, pero al que le asisten siempre la prudencia y la cautela, prepara una ley destinada a la protección de la élite política y a la criminalización de la protesta y la disidencia.