Sí se puede

La izquierda viejoven

El estado actual de la izquierda recental en Tenerife es de cierta perplejidad. Después de la victoria en el municipio de Santa Cruz de la opción de Podemos que rechazaba frontalmente  cualquier acuerdo con Sí se Puede – a la par que denunciaban con furia digna de mejor causa oscuras maniobras orquestales por las que Fernando Sabeté y los suyos pretendían malévolamente absorber en la capital a la organización fundada por Pablo Iglesias  — cualquier proceso de unificación político-electoral parece haberse detenido. Desde Sí se Puede, no obstante, se continúa insistiendo en la retórica de la unidad. Porque básicamente resulta, en efecto, de un artefacto retórico. Es preocupante leer las proclamas y documentos que circulan por las cuatro esquinas de este pequeño guirigay. Si se hace abstracción de siglas y nombres, podrían perfectamente haber sido escritos (o garrapateados) hace treinta años. Su visión de la política y las organizaciones políticas, de la sociedad y de los procesos de transformación social, implícita o explícitamente expresados, son casi un calco de cualquier documento al uso en la desafortunada izquierda de los años setenta, sin excluir esa fraseología semimesiánica y catequística con anhelos oraculares. ¿Qué sentido tienen expresiones como “unidad popular” o “sujeto histórico de cambio” en la Canarias del siglo XXI? ¿Realmente creen que nada ha cambiado desde hace décadas y que, por tanto, valen los mismos análisis, los mismos diagnósticos, los mismos presupuestos vagamente teóricos eructados una y otra vez por la indigestión de una realidad que se niega con la misma reiteración, qué torpe la puñetera realidad, a comer de su mano?

En medio de esta promisoria confusión ha estallado como una pequeña bomba (si lo prefieren, como un gran petardo) la decisión de Santiago Pérez, un referente histórico de la socialdemocracia isleña, de incorporarse a las candidaturas de Nueva Canarias, liderada por el expresidente del Gobierno Román Rodríguez. Son difíciles de entender las razones que han llevado a Pérez a aceptar la invitación de NC, empeñada en la construcción de una organización propia, a base de retales deslustrados y melancólicos zurcidos,  en la isla de Tenerife. En el ámbito político Santiago Pérez es un ejemplo difícilmente mejorable de que una notable inteligencia y una sólida formación no representan ninguna garantía para no enamorarse del error con desmedida pasión.  No obstante, el error de Santiago Pérez –si lo hay — es suyo y solo suyo y una manifestación de su libertad.  Lo más llamativo este fichaje, por el momento, consiste en las reacciones de Sí se Puede y compañía. Insultos, descalficaciones, pueriles pero groseras alusiones a la cartera hacia un político que si algo ha demostrado durante treinta años es una honradez  intachable. El inequívoco aroma inquisitorial de fulminante excomunión y desdén demonizador que desprenden los que enarbolan la enseña de la “nueva política” y se comportan – y no solo en sus discursos, documentos y eslóganes – como la vieja, anquilosada, prejuiciosa y petulante izquierda de toda la vida.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Domingo

Que vamos a hacer, Domingo, si primero están los directivos de federaciones deportivas que deambulan por pasillos judiciales y los exalcaldes a los que nadie votó, para los poetas, y singularmente para los poetas asesinados por los fascistas, siempre se pide paciencia, y hace ya más de año y medio los concejales de Sí se puede  presentaron – gracias a los dos, a su dignidad,  a su compromiso con nuestra verdadera historia – un expediente de honores y distinciones, pero ya ves, Domingo, para ti no hay prisas, para ti, en realidad, prisas no ha habido nunca, salvo la prisa que se dieron para matarte, matar a un hombre que adoraba la vida como hace siglos se adoraba al sol, por lo que acaricia y también por lo que quema, Domingo, para encarcelarte y asesinarte se dieron toda la prisa del mundo los golpistas de 1936 y sus cómplices con replanchada camisa azul y con alzacuellos grasientos,  y no te mataron con un puñado de balas, porque había que escarnecerte y aguijonear el pánico de los destinados a la muerte, así que te ataron un peso a los pies y te lanzaron por la borda de la prisión flotante al fondo de la bahía de Santa Cruz de Tenerife, donde las blancas pupilas de tu calavera se quedaron definitivamente abiertas entre algas y peces y restos de batallas heroicas y basuras inmemoriales y lechos cenagosos para siempre jamás.
Y la muerte, no es necesario que te lo cuente precisamente a ti, se prolongó gracias a la planificación de un largo, rencoroso, interminable silencio, un silencio apenas roto, una tímida luz fugaz, por una antología del otro Domingo, de tu amigo Pérez Minik, y más silencio encogiendo tu nombre, sepultando tu poesía, tu prosa y tu decencia elemental, solar e intuitiva, y hasta los años ochenta, casi medio siglo después, no pudiste tener un solo lector que te absolviera del olvido gracias al admirable trabajo de rescate de Andrés Sánchez Robayna. Este apabullante y nauseabundo escándalo, un poeta asesinado y cuyos últimos restos reposan en el mar por soberana voluntad del fascismo, un poeta silenciado y ninguneado durante décadas, debió ser reparado, por pura vergüenza, nada más recuperadas las libertades políticas, pero han pasado más de treinta años y todavía no hay tiempo para honrar tu memoria, agradecer tu poesía, reconocer humildemente tu compromiso vital y cívico en una ciudad idiota que, tantos años después, Domingo López Torres, tantos años después, en lo más profundo de su tierna y azufrada alma oligofrénica apenas ha cambiado.

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