ultraderecha

La cosecha italiana

Un tuit de ayer ejemplifica perfectamente la negligencia intelectual y política de la izquierda española y europea frente al florecimiento de la extrema derecha en casi todo el continente. Lo escribió una directora general de Gobierno autónomo, Marta Saavedra, que a mayor abundamiento es nada menos que secretaria de Estudios y Programas del PSOE canario: “Gracias a los italianos e italianas que hoy NO votaron fascismo. Y mañana será el inicio de un nuevo tiempo en donde (sic) volverá a prevalecer la cordura. Ya ocurrió. Y volverá a ocurrir”. Casi se oye la banda sonora de Novecento.  Porque para esa izquierda —casi toda la izquierda — lo fundamental es horrorizarse, exaltar a los que votaron correctamente y expresar píos deseos porque sabe que el bien prevalecerá sobre el mal. Lo de pararse a pensar un par de horas sobre las razones por las que la mayoría de los italianos que votaron lo hicieron a favor de la extrema derecha ni se le ocurre a la secretaria de Estudios y Programas ni a la inmensa mayoría de sus compañeros.

La victoria en Italia de esa repulsiva coalición de conservadores y posfacistas, con Giorgia Meloni de mascarón de proa, es un síntoma del avance de la deslegitimación de la democracia liberal y representativa. El ratón se ha cansado de correr en la rueca de su pequeña caja.  Ya solo los viejos recuerdan los buenos años, desde principio de los cincuenta hasta mediados  de los setenta, los años de crecimiento económico, de consolidación de un estado de bienestar que redistribuía riqueza con mayor o menor eficacia, los tiempos de un ascensor social que funcionaba y de una pequeña empresa y mediana empresa sólida y bollante y prestigiosa. A partir de entonces comenzaron a encadenarse las crisis, los desastres y las quiebras hasta hoy. Los que creen que Italia está viviendo un terremoto desde el pasado domingo simplemente ignoran la historia reciente del país. La corrupción infinita de la Democracia Cristiana y sus acuerdos bajo cuerda con el PCI post Togliatti, el terrorismo de las Brigadas Rojas y su némesis, los grupos terroristas financiados por el propio Gobierno, capaces de atrocidades como la matanza en la estación de Bolonia, la Operación Gladio, una estructura secreta integrada por políticos, militares, empresarios, financieros y académicos vinculada por la OTAN y patrocinada por la CIA, la inestabilidad política transformada en ley, unas administraciones públicas cada vez más pútridas y calamitosas y, apenas anteayer, los tres mandatos presidenciales de Silvio Berlusconi: el monopolista de la televisión privada gobernando contra su competidor principal, el multiimputado manipulando la administración de justicia, el hombre más rico del país con intereses en finanzas, seguros y negocios inmobiliarios legislando en los tres sectores. En este carrusel de horrores, en ese lodazal canalla y purulento lleva chapoteando Italia desde hace medio siglo mientras los italianos se empobrecían, las infraestructuras se caían a pedazos y la presión fiscal – y en especial los tributos municipales – se disparaba enloquecidamente. En la última década son miles los italianos que –por ejemplo — se han avecindado en Canarias. No han venido a hacerse ricos, sino a sobrevivir.

El sistema parlamentario ha fallado. La izquierda ha culminado su estúpido festín caníbal y su descrédito solo puede compararse con su impotencia, su falta de propuestas, sus miedos y soberbias. Los italianos se aferran a su identidad familiar, patriótica o religiosa, lo único que creen que les queda, pero también la consideran en peligro. Estoy puteado, harto, sin un céntimo, y encima desprecias mi identidad, burlada, apartada, ignorada o no reconocida como la hegemónica frente a los que vienen de fuera. Meloni (el nacionalpopulismo que representa) no ha tenido que hacer nada especial. Solo recoger la cosecha que una democracia terminal al servicio del capital y no del ciudadano ha sembrado durante más de medio siglo.

 

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Bruja, más que bruja

Las brujas de ayer y hoy - La Mente es MaravillosaUn diputado de Vox llamó ayer bruja a una diputada socialista  en      un debate sobre la reforma del Código Penal. El presidente accidental del Congreso de los Diputados llamó al orden al diputado ultraderechista y le pidió en dos ocasiones que retirase la expresión. El jabalí se negó y fue expulsado del hemiciclo, mientras sus compañeros de bancada protestaban airadamente. Si una roja se ponía a expectorar mentiras, ¿por qué no se le podría llamar bruja? Después he podido escuchar a lo largo de la tarde diversas excusas que pretendían no serlo. Yo estoy de acuerdo en que está mal insultar a los señores y señoras de Vox, aunque curiosamente no recuerdo que ningún diputado voxista haya exigido que no les llamaran franquista. Vox es un caso extraño de extrema derecha moderada si se me permite la contradictio in adjecto. Para Vox el franquismo, más que un referente ideológico, es una suerte de nostalgia benemérita. El régimen de Franco –piensan — básicamente estaba bien, aunque bajo el Caudillo se produjeran algunos excesos criticables, vaya, eso dicen, quién sabe. Pero ahora mismo su modelo no es la España franquista. En realidad carecen de modelo político-ideológico. Les va muy bien, simplemente, apelando a la patria irredenta, ciscándose en el actual orden constitucional y anunciando un apocalipsis zombi si continua en el poder el Gobierno socialcomunista. Sus valores se obtienen invirtiendo el de sus adversarios: feminismo, ecologismo, multiculturalismo, democratismo. Les basta con negarlos. Sus votos están en las clases medias bajas y cada vez más las clases trabajadoras urbanas presas del miedo, del hartazgo de una crisis interminable, de la desazón frente a cambios culturales que deben enfrentar en un estado de permanente zozobra. Son muchos cientos de miles de personas que la izquierda ha dejado de lado y a las que la derecha tradicional no supone un horizonte de cambio, sino más de lo mismo, es decir, los ricos cada vez más ricos gracias al lubricante de la retórica. Vox ni siquiera practica un populismo económico, presupuestario o fiscal, porque Iván Espinosa de los Monteros – un prominente promotor inmobiliario — y su grupito de acólitos mantienen una adscripción liberal –menos impuestos, servicios sociales reducidos, contención del gasto – frente a cualquier tentación extraña. Por eso mismo –porque no tienen un proyecto político definido y congruente para España — la ridiculización de los valores progresistas y la humillación de aquellos que los defienden resultan cruciales para  Vox. No es que hayan apostado por la guerra cultural y los encontronazos axiológicos. Es que son fundamentalmente – publicitariamente — una guerra de guerrillas en el campo de los valores políticos y sobre todo morales, y muy poco más.

Se entiende, entonces, que una mujer que defienda el derecho al aborto, y que reafirme que una ciudadana que haya decidido abortar no puede ser acosada pública o privadamente, deba ser  tildada de bruja. Seguro que algunos de los ancianos que pueden estar leyendo esta columna recordarán al antropólogo Marvin Harris, el creador del muy discutido y discutible materialismo cultural. En uno de sus libros más populares, Harris se refería a lo que denominó la locura de las brujas. Entre los siglos XIII Y XV fueron asesinadas – a menudo en la hoguera – decanas de miles de mujeres en toda Europa acusadas de practicar la brujería. El antropólogo argumenta que buena parte de esta chifladura estaba relacionada con movimientos milenaristas de carácter más o menos revolucionarios que amedrentaron a príncipes, obispos y señores feudales. Si todo iba mal, efectivamente, había que buscar un responsable que no pusiera en cuestión el orden social, que era al mismo tiempo el orden económico, religioso y simbólico. Alguien responsable del hambre, las malas cosechas, la peste, los abusos tributarios. Las brujas jugaron ese papel: lascivas, ingeniosas, malignas, independientes, sin ningún miedo a los poderes del mundo. Cuando el diputado de Vox grita: “¡Bruja¡” repite esta ceremonia secular de horrorizada purificación. Porque está asustado. Realmente asustado. 

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en General ¿Qué opinas?